La embajada de Estados Unidos en Filipinas emitió recientemente un comunicado afirmando que su país aportaría 8 millones de dólares en ayudas para modernizar y actualizar la Guardia Costera filipina. A primera vista, esto parece ser una zanahoria que Filipinas obtiene por apoyar la llamada "estrategia Indo-Pacífica" del país norteamericano que ha causado malestar en el mar Meridional de China. Sin embargo, en el fondo, Manila deberá pagar un precio que probablemente no le compense.
Para verlo claro, empecemos por el despliegue de misiles de medio alcance por parte de Estados Unidos en Filipinas. En abril de este año, aprovechando el ejercicio militar conjunto entre ambos países, Washington desplegó el sistema de misiles terrestres de medio alcance Typhon en la isla filipina de Luzón. Estábamos ante la primera vez que EE. UU. despliega misiles de medio alcance en el extranjero y, más específicamente, en la región Asia-Pacífico, desde que abandonó el Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF) en 2019.
Washington afirma que esto aportará "seguridad" a Filipinas, pero ¿qué significa para una potencia nuclear desplegar armas estratégicas ofensivas a las puertas de otros países? Sin duda estas acciones supondrán una grave amenaza para la paz regional, provocarán una carrera armamentística y crearán tensiones y enfrentamientos.
Tras recibir una fuerte oposición por parte de los países vecinos, un portavoz del Ejército filipino anunció en julio que el sistema Typhon sería retirado del país a más tardar en septiembre. Sin embargo, hace poco, el portavoz del ejército filipino del país asiático declaró a los medios de comunicación que será Estados Unidos quien finalmente decida la duración de la estancia de dicho sistema.
Como nación soberana, ¿por qué Filipinas, bajo el Gobierno actual, parece tan sumisa a Estados Unidos? Las razones son múltiples. Históricamente, el país fue una colonia estadounidense y sigue estando influido por la cultura colonial tradicional. En diplomacia, este servilismo del actual Gobierno filipino es más que evidente.
Lo cierto es que existe un grave error de cálculo estratégico por parte de la administración filipina, creyendo que el apoyo de EE. UU. es un tesoro, pero no se imagina que es nada más una pieza en la partida de ajedrez de Estados Unidos. Desde 2023, Estados Unidos ha intensificado su promoción de la llamada "estrategia Indo-Pacífica", insertando a Filipinas, que tiene disputas con China en el mar Meridional de China, en la partida de ajedrez y proporcionándole apoyo diplomático, de inteligencia y mediático. Esto hace fantasear a Filipinas con que puede confiar en Washington para obtener dobles beneficios en materia de seguridad y desarrollo económico.
Pero, ¿se puede confiar realmente en Estados Unidos? Desde el anuncio de los 500 millones de dólares en ayuda militar a finales de julio, hasta la reciente financiación de 8 millones de dólares para actualizar la Guardia Costera filipina, parece que Estados Unidos está ofreciendo cierto apoyo financiero. Sin embargo, muchos analistas señalan que es probable que las transferencias vayan acompañadas de condiciones que al final benefician a los propios prestamistas.
Esto ya se ha demostrado con la ayuda estadounidense a Ucrania. A principios de este año, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, afirmó que "la mayor parte de los pagos de ayuda militar a Ucrania vuelven a Estados Unidos y crean muchos puestos de trabajo en Estados Unidos".
De hecho, no es ningún secreto que Estados Unidos se beneficia ofreciendo ayuda y creando riesgos de guerra, intercambiando bajos costes por enormes beneficios. En 2023, sus ventas de armas al extranjero alcanzaron la cifra récord de 238.000 millones de dólares, pero esto ha provocado disputas, inestabilidad y secesiones en los países implicados.
Actualmente, la Casa Blanca ha reiterado su estrategia, atrayendo a Filipinas con pequeños incentivos, mientras empuja al país al conflicto en el mar Meridional de China. Si el Gobierno filipino continúa siguiendo ciegamente a Estados Unidos, esto no solo podría llevarle a perder independencia y libertad, convirtiéndose en una pieza sacrificable en el juego de las potencias mundiales, sino que también provocará conflictos internos y divisiones sociales en el país.