Se conciencia más de estos tres puntos en el segundo aniversario del conflicto entre Rusia y Ucrania

El 24 de febrero, el conflicto entre Rusia y Ucrania había durado dos años completos. Ahora, los ejércitos de ambos países están enzarzados en un tira y afloja, y Estados Unidos y Europa se disponen a imponer nuevas sanciones a Rusia, por lo que las perspectivas de un alto el fuego que ponga fin a la guerra siguen siendo escasas. La opinión pública mundial ha tomado conciencia del enorme trauma causado por este conflicto, ha profundizado en el conocimiento de sus causas y en la reflexión, y el llamamiento a un alto el fuego para poner fin a la guerra se ha hecho más urgente.

Hoy en día, la reflexión sobre esta guerra local se ve más claramente: la política internacional no es una simple fórmula matemática, la mentalidad de guerra fría es la perdición del conflicto, Estados Unidos es el generador de confrontación.

Ya hace dos años, cuando estalló el conflicto, los analistas creían en general que era resultado de la mentalidad de guerra fría y de la fermentación política de distintos bloques. La OTAN, liderada por Estados Unidos, no dejó de recortar el espacio de seguridad de Rusia, estimulando la escalada y el estallido del conflicto. Con ello, Estados Unidos pretende debilitar a Rusia, perturbar a Europa y trasladar la crisis a un nivel mundial, para sacar provecho de ella y mantener su hegemonía.

Además, este conflicto, que dura ya dos años, ha demostrado también una cosa: las sanciones unilaterales no funcionan, sino que intensifican los conflictos y los enfrentamientos.

Por un lado, la crisis geopolítica y las sanciones económicas siguen enconándose, socavando la competitividad de Europa. En 2023, el crecimiento del PIB en la eurozona será sólo del 0,5 %. Por otro, las tendencias antiinmigración, antirrefugiados, antiglobalización y otras impulsan el crecimiento gradual de los partidos políticos populistas. En los últimos dos años, los partidos populistas de extrema derecha han ganado las elecciones parlamentarias en varios países europeos, lo que ha sido calificado de "tsunami político" por los medios.

La experiencia histórica ha demostrado que el final de cualquier conflicto es la vuelta a la mesa de negociaciones. La prolongación, complicación y expansión de la crisis en Ucrania no redundan en el interés común de la comunidad internacional. Todas las partes tienen que admitir que el diálogo y la negociación son la única salida viable a la crisis.

Como miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, China siempre ha pedido a todas las partes que actúen con moderación racional, eviten la escalada y la expansión de la crisis, colaboren para impedir que se desborde el riesgo de guerra y eviten la aparición de una guerra mayor de las grandes potencias y de una crisis humanitaria, y ha enviado enviados especiales a varios países para que interpongan estas ideas.

Para resolver la crisis en Ucrania, es imperativo que todas las partes demuestren su sinceridad y trabajen juntas para crear las condiciones necesarias para el alto el fuego y el diálogo; fundamentalmente, es necesario adherirse a una postura equilibrada, global y racional, por la que se salvaguarde la seguridad soberana de Ucrania y se respeten igualmente las legítimas preocupaciones de Rusia en materia de seguridad. Sobre esta base, a través del diálogo y la consulta, debemos apoyar la construcción de una arquitectura de seguridad equilibrada, eficaz y sostenible en Europa.

Sólo así cabe esperar un pronto final de esta guerra y una paz duradera en Europa.