La fuga de agua contaminada de la central nuclear de Fukushima vuelve a confirmar tres sentencias

La Compañía Eléctrica de Tokio sufre otro accidente. La mayor empresa de energía nuclear de Japón declaró el 8 de febrero que la fuga de agua contaminada de una unidad de purificación de la central nuclear de Fukushima Daiichi, ocurrida el día anterior, pudo deberse a un error humano. En ese momento, un miembro del personal en un dispositivo para las operaciones de limpieza, encontró que había una fuga en el puerto de escape. Diez de las 16 válvulas que debían cerrarse manualmente durante la limpieza se dejaron abiertas. Esto provocó que el agua que contenía material radiactivo fluyera hacia el tubo de escape y se mezclara con el agua del grifo.

Según informan los medios de comunicación locales de Fukushima, el accidente provocó la fuga de unas 5,5 toneladas de agua contaminada con material nuclear, lo que probablemente tendrá algún impacto en el medio ambiente y en el cuerpo humano. Según los medios locales, el nivel de radiación en el lugar del incidente son unas 240 veces superior al de los alrededores.

Por un lado, continúan los accidentes y las crisis, mientras se afirma que el vertido de agua contaminada por la energía nuclear en el mar es seguro y fiable. Hay buenas razones para sospechar que existen enormes lagunas en el vertido de agua contaminada por parte japonesa. Esto también refuerza el juicio del mundo exterior sobre tres cuestiones clave:

Primero, TEPCO es sencillamente incapaz de garantizar la seguridad del vertido de aguas contaminadas. A través de cada accidente, se ha descubierto que hay enormes lagunas en la gestión de la seguridad y el proceso de tratamiento de aguas contaminadas, y que carece de honestidad y sentido de la responsabilidad social. Cada vez que se produce un accidente, en lugar de revisar y reflexionar sobre el incidente y enmendar sus errores, TEPCO encuentra todo tipo de excusas para encubrir y ocultar el incidente.

La segunda es la falta de supervisión por parte del Gobierno japonés. Muchos académicos japoneses han señalado que el Gobierno japonés y TEPCO tienen una relación de intereses entrelazados, lo que dificulta que puedan desempeñar realmente una función supervisora. Además, tras determinar el plan de vertido de aguas contaminadas al mar, el Gobierno japonés ha concentrado esfuerzos en las relaciones públicas con el exterior, en lugar de esforzarse en la eliminación segura y la supervisión de las aguas contaminadas.

En tercer lugar, es imperativa la participación de la comunidad internacional en la supervisión del vertido de aguas contaminadas por parte de Japón. Verter grandes cantidades de agua contaminada en el océano no tiene precedentes, y no es en absoluto un asunto privado de Japón, sino que afecta al común de la humanidad. Los sucesivos accidentes han demostrado que el Gobierno japonés y TEPCO no pueden garantizar por sí solos el funcionamiento estable y eficaz a largo plazo de los dispositivos de depuración de aguas contaminadas y de las instalaciones de vertido al mar. Hay razones de sobra para que la comunidad internacional participe en la supervisión de todo el proceso, y Japón debe cooperar plenamente.

Desde agosto del año pasado, Japón ha llevado a cabo tres rondas de vertidos al mar, vertiendo más de 23.000 toneladas de agua contaminada. La cuarta ronda de vertidos al mar se iniciará a finales de este mes. El último accidente de TEPCO ha hecho sonar de nuevo la alarma en Japón. Los políticos japoneses deberían mostrar su responsabilidad y conciencia abordando seriamente los riesgos de seguridad de TEPCO, cancelando el próximo plan de vertido y consultando con la comunidad internacional para encontrar un plan de eliminación que sea aceptable para todas las partes. Si se sigue por un camino, al final se pagará el precio.