¿Se acabó la farsa de las elecciones a la presidencia de la Cámara de Representantes de EE. UU.? Tal vez estemos solo ante el comienzo

El 25 de octubre, una farsa política al estilo estadounidense que se ha prolongado durante tres semanas llegó a su fin, trayendo el siguiente resultado:

El congresista republicano, Mike Johnson, ganó 220 votos y fue elegido nuevo presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos. Pero el resultado llegó demasiado dramáticamente. Debido a luchas internas en el Partido Republicano, los tres candidatos elegidos anteriormente han fracaso en su misión, y se han tenido que convocar constantemente nuevas elecciones.

Desde el 3 de este mes, la Cámara de Representantes de Estados Unidos estaba paralizada, porque algunos miembros del Partido Republicano estaban descontentos con el entonces presidente de la Cámara, Kevin McCarthy y el acuerdo alcanzado con los demócratas sobre la ley de asignaciones a corto plazo, así que unieron sus fuerzas para rebelarse y poner fin a su mandato. 

A continuación, con el fin de cubrir la vacante del presidente de la Cámara de Representantes, se puso de nuevo en marcha el "teatro electoral":

En la primera ronda, el líder de la mayoría en la Cámara de Representantes, Steve Scalise, obtuvo la nominación de su partido, pero apenas un día después anunció que se retiraba de la carrera al darse cuenta de que no podía conseguir suficientes votos. En la segunda ronda, el congresista republicano conservador de derechas, Jim Jordan, subió al escenario, pero fue despojado de la nominación tras no lograr pasar después de tres rondas de competición con el candidato demócrata. En la tercera ronda, Tom Emmer, líder republicano de la Cámara de Representantes, apareció. Pero también él se retiró horas después de conseguir la nominación debido a la oposición de algunos republicanos. Finalmente, el día 25, tras una votación republicana acelerada, el vicepresidente de la Conferencia Republicana de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, salió ganador.

¿Por qué Johnson? El Washington Post describe al conservador menos conocido como un fiel seguidor del expresidente Donald Trump. Esto apunta a una razón importante: Johnson es una figura que puede ser reconocida tanto por la fracción dominante como por los ultraconservadores dentro del Partido Republicano. Sin embargo, hay otra capa indecible: Johnson no tiene la suficiente experiencia política, habiendo servido solo seis años como miembro de la Cámara de Representantes. Normalmente, los políticos que ejercen dicho cargo tienen una media de unos 18 años como representantes en la Cámara. 

Como resultado, Johnson ha sido descrito por los medios de comunicación como "el presidente de la Cámara de Representantes más inexperto de los EE. UU. en más de 140 años", lo que significa que todas las fracciones pueden ejercer influencia sobre él para avanzar en sus propias agendas. Esto también significa que la farsa de la elección del presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos no ha terminado, y el espectáculo no ha hecho más que empezar.

El primer reto es: ¿puede Johnson unir al Partido Republicano dentro de la Cámara de representantes?

Además, ¿puede llegar a un compromiso con los demócratas para evitar un cierre del Gobierno?

Durante mucho tiempo, algunos problemas profundamente arraigados en Estados Unidos han quedado ocultos por el aura de su llamada "política democrática". Sin embargo, la destitución y elección sin precedentes del presidente de la Cámara de Representantes ha renovado la percepción que la gente tiene sobre la desgarrada política estadounidense: el comportamiento de los legisladores está lleno de "extremos, lágrimas y rencores".

Como controladores del poder de la única superpotencia mundial, lo más importante que deben hacer los políticos estadounidenses es ayudar al país a resolver sus problemas, pero ahora, la mayor habilidad de algunos políticos es crear problemas. Esto no solo es un mal ejemplo para los jóvenes estadounidenses, sino que paraliza la capacidad de actuación de toda la nación. Aquellos aliados que toman a Estados Unidos como respaldo, ¿no deberían despertar?