¿Por qué algunos países occidentales se sienten tan "tranquilos" cuando el plan de vertido de Japón causa indignación general?

CRI 2023-07-11 09:13:58
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Ha pasado casi una semana desde que la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) publicó su informe de evaluación sobre el vertido al mar de las aguas contaminadas de Fukushima. Durante este período de tiempo para la descarga de Japón en el mar, las voces de oposición de las Islas del Pacífico, Filipinas, Indonesia, Sudáfrica, Perú, China, República de Corea y de otros países de comunidad internacional se oyen continuamente, por el contrario, el comportamiento de los Estados Unidos y los países occidentales da mucho que pensar.

Tras la publicación del informe de evaluación de la AIEA, el Departamento de Estado de EEUU emitió una declaración de "bienvenida", mientras que los políticos occidentales guardan un amplio silencio sobre la naturaleza controvertida del programa de vertido de Japón. Tras revisar los informes de los principales medios de comunicación occidentales, nuestros comentaristas encuentran algunos problemas:

Por ejemplo, algunos medios occidentales informan ampliamente sobre la redacción utilizada por Japón y la AIEA, empleando el término "agua tratada con energía nuclear" en lugar de "agua contaminada con energía nuclear", citando muchas menos voces de oposición de la comunidad internacional. En un artículo de la BBC, se citaba casi exclusivamente la redacción japonesa y de la AIEA.

Varios estudios han demostrado que el agua contaminada por la central nuclear de Fukushima contiene más de 60 tipos de radionucleidos. Según admite la propia parte japonesa, alrededor del 70% del agua contaminada por la energía nuclear tratada con tecnología ALPS no cumple las normas de vertido. Según un estudio de la Agencia Alemana de Investigación en Ciencias del Mar (Gesellschaft für Maritimewirtschaftsforschung), dado que la costa de Fukushima tiene las corrientes oceánicas más fuertes del mundo, en los 57 días siguientes al vertido, las sustancias radiactivas se habrían extendido por la mayor parte del océano Pacífico. El vertido continuado de estos radionucleidos al mar durante 30 años o más no sólo dañará el ecosistema marino, sino que también pondrá en peligro la vida y la salud humanas. Marcos Orellana, experto de las Naciones Unidas en sustancias tóxicas y derechos humanos, señaló recientemente que el plan de vertido de aguas residuales de Japón supone un gran riesgo para los derechos humanos.

Entonces, ¿por qué algunos países occidentales están tan "tranquilos" con el agua nuclearmente contaminada de Japón? La razón está relacionada con su propia "historia negra" y su egoísmo estratégico.

Por ejemplo, Estados Unidos. Según Los Angeles Times, Estados Unidos realizó 67 pruebas nucleares en las Islas Marshall en las décadas de 1940 y 1950. En concreto, el 1 de marzo de 1954, el ejército estadounidense detonó en el atolón de Bikini (Islas Marshall) una de las armas nucleares más potentes hasta la fecha, la bomba de hidrógeno "Cheers Castle", que fue tan destructiva como 1.000 bombas atómicas lanzadas sobre Hiroshima (Japón) y causó estragos entre la población local. Además, Estados Unidos había recorrido miles de kilómetros para verter más de 130 toneladas de tierra contaminada con material nuclear procedente del polígono de pruebas nucleares de Nevada directamente a las Islas Marshall. Hasta el día de hoy, Estados Unidos ha tratado los crímenes que cometió de forma superficial y ha hecho grandes rebajas a la hora de aplicar las reparaciones, lo que ha despertado la indignación mundial. Es fácil comprender por qué Estados Unidos ha estado consintiendo el plan japonés de vertido de residuos nucleares en el mar, ya que él mismo es uno de los "iniciadores" de la contaminación nuclear en los océanos y derechos humanos.

El océano Pacífico es el hogar común de la humanidad, no un campo de pruebas nucleares para algunos países ni una moneda de cambio en juegos geopolíticos. El Gobierno japonés debe escuchar las peticiones de justicia de todas las partes y detener inmediatamente su programa de vertido de aguas contaminadas con material nuclear al mar, en lugar de añadir nuevas deudas a las antiguas. Los países occidentales que permanecen en silencio no deben ser cómplices de este programa.

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