Razones por las que el informe del OIEA no puede blanquear el plan de vertido de Japón

"No elimina la inquietud de la gente, ¡estamos en contra del vertido!" Haruhiko Terasawa, jefe de la Asociación de Pesca de la prefectura japonesa de Miyagi, expresó su preocupación tras leer el informe del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) sobre la evaluación del vertido al mar de las aguas tratadas de la central nuclear japonesa de Fukushima, publicado el 4 de abril. Como él, muchos japoneses consideraron poco convincente la afirmación del informe de que el plan de vertido de Japón cumple las normas internacionales de seguridad. Varios grupos de la sociedad civil surcoreana también señalaron que el informe no podía ser un escudo para Japón y que, en consecuencia, el vertido no podía justificarse.

Después de que el Gobierno japonés anunciara unilateralmente su plan de vertido al mar en abril de 2021, los grupos pesqueros nacionales japoneses, las regiones costeras del Pacífico y los países insulares del Pacífico Sur expresaron su firme oposición. Bajo presión, Japón invitó al OIEA a realizar una revisión y evaluación en septiembre de ese año. Tras dos años de trabajo, el OIEA presentó finalmente un informe final de evaluación. Sin embargo, a juzgar por su contenido, el informe no parece reflejar plenamente las opiniones de los expertos que participaron en la evaluación, y las conclusiones pertinentes no recibieron el respaldo unánime de los expertos, eran limitadas y unilaterales, y se publicaron de forma precipitada.

¿A qué se debe esto? Está directamente relacionado con las diversas restricciones impuestas por Japón al proceso de evaluación del OIEA, que han suscitado dudas por parte de la comunidad internacional.

Desde el punto de vista funcional, el OIEA es el principal responsable de promover el uso seguro y pacífico de la tecnología nuclear y no es el organismo adecuado para evaluar el impacto a largo plazo del agua tratada en el medio marino y la seguridad biológica. Algunos analistas han señalado que el Gobierno japonés invitó al OIEA a evaluar el plan de drenaje contando con obtener el aval del Organismo desde el principio. Con este objetivo, Japón ha llevado a cabo una serie de maniobras en los dos últimos años.

En primer lugar, restringió severamente la competencia del OIEA, permitiéndole evaluar únicamente el plan de eliminación en el mar y no otras opciones de eliminación.

A continuación, todas las muestras de revisión y los datos relacionados obtenidos por el OIEA fueron proporcionados únicamente por Japón.

En este caso, el OIEA sólo realizó un pequeño análisis de comparación de muestras basado en los datos y la información proporcionados unilateralmente por Japón, y la independencia y representatividad del muestreo fueron insuficientes. Como resultado, se han planteado cuestiones clave, como si el dispositivo de descontaminación japonés es eficaz a largo plazo, ¿cuál es el impacto de los radionucleidos en el entorno ecológico y la salud pública? ¿Son ciertos y precisos los datos sobre el agua tratada? Si el informe no puede dar respuestas, ¿cómo puede justificar y legitimar el plan japonés de descarga al mar? ¿Cómo se puede garantizar que este plan no tendrá influencias en otros países?

Varios estudios internacionales han demostrado que el agua tratada de la central nuclear de Fukushima contiene más de 60 radionucleidos. Según los datos publicados por la propia parte japonesa, aproximadamente el 70 % del agua contaminada tratada por el ALPS no cumple las normas de vertido y debe purificarse de nuevo. Además, la eficacia y fiabilidad del ALPS se deteriorarán aún más a medida que el equipo se corroa y envejezca a largo plazo. Sin embargo, el informe no da respuesta a las preguntas sobre si los equipos de vertido al mar japoneses funcionarán con eficacia, si las medidas de gestión correspondientes son adecuadas y si los estrictos mecanismos de control podrán mantenerse, y no se puede predecir el impacto que sufrirán el medio marino y la salud humana.