¿Cómo tratar con China? EE. UU. debe aprender de la sabiduría de Kissinger

El Dr. Henry Alfred Kissinger, uno de los secretarios de Estado más destacados en la historia de Estados Unidos, acaba de celebrar su centenario. Previamente, el nuevo embajador de China en Estados Unidos se reunió con él para expresarle la felicitación de China por su centenario. Esto refleja la tradición de importancia a la amistad de la cultura china y muestra aprecio y respeto por este "viejo amigo del pueblo chino" que ha promovido el desarrollo de las relaciones entre Estados Unidos y China.

Al repasar la carrera diplomática de Kissinger a sus 100 años, su visita secreta a Beijing en 1971 es uno de los momentos más destacados. Más de 50 años después, la política de China hacia EE. UU. ha mantenido la continuidad y la estabilidad, pero en los últimos años, la parte estadounidense ha persistido en tratar a China como su principal rival y un desafío a largo plazo por una percepción errónea sobre China, lo que ha llevado a una desviación del camino correcto en las relaciones sino-estadounidenses.

"En el mundo verdaderamente multipolar de hoy, el pragmatismo (del sr. Kissinger) es más sensato que nunca", según recoge recientemente la revista Time. Ahora que las relaciones entre Estados Unidos y China se encuentran de nuevo en una encrucijada, es realmente necesario que los responsables políticos de la Casa Blanca aprendan y aprovechen la sabiduría diplomática de este centenario.

En primer lugar, entender los intereses nacionales de EE. UU. de forma racional y pragmática con una visión realista. No cabe duda de que el impulso de Kissinger para romper el hielo en las relaciones entre EE. UU. y China en aquel entonces se basaba en los intereses nacionales estadounidenses. Pero, ¿cómo puede un firme defensor de los intereses nacionales estadounidenses ser al mismo tiempo un "viejo amigo del pueblo chino"? Esto se debe a que la carrera diplomática de Kissinger ha estado marcada por el "realismo". Esta etiqueta significa poner los intereses nacionales por encima de la ideología, comprender con precisión la evolución de las relaciones internacionales y formular estrategias exteriores de forma racional y pragmática. Sobre esta base, abogó por el compromiso y la cooperación con China para construir una relación basada en el beneficio mutuo.

En segundo lugar, promover la estrategia exterior estadounidense de forma más "pura", con profesionalidad y no con egoísmo. En la historia de EE. UU. ha existido una tradición que se traduce en la frase "el bipartidismo se detiene en dos océanos", es decir, evitar que los cálculos políticos internos interfieran en las decisiones exteriores. Ya fuera promoviendo las relaciones diplomáticas entre China y EE. UU. o haciendo la diplomacia de lanzadera en Oriente Medio, las numerosas acciones diplomáticas de Kissinger han demostrado las cualidades de un diplomático profesional, evitando en lo posible que se entremezclan el partidismo interno y el beneficio personal. Hoy, sin embargo, algunos políticos estadounidenses están más preocupados por la política partidista, utilizando la estrategia exterior del país como una herramienta para ganar influencia política interna y como un medio para obtener beneficios políticos personales, reduciendo enormemente el espacio para el pragmatismo racional. En este sentido, la profesionalidad de Kissinger es lo que les más falta y lo que deben compensar.

"¿Es posible que China y Estados Unidos coexistan sin amenazarse mutuamente con una guerra total? Yo pensaba que sí, y sigo pensando que sí". Así se expresaba Kissinger en una reciente entrevista con The Economist. Esperamos que la parte estadounidense aprenda de la sabiduría de los políticos de vieja generación y vuelva a una política racional y pragmática hacia China y a la vía adecuada de los tres comunicados conjuntos sino-estadounidenses. Esto redunda en intereses de ambos países, así como del mundo, y quizá sea el regalo de cumpleaños que Kissinger más espera a sus 100 años.