El fragmentado fracaso del plan de drenaje de agua residual nuclear al mar del gobierno japonés

En la reciente cumbre del Grupo de los Siete (G7), los políticos japoneses fracasaron una vez más en su intento de "blanquear" el plan de vertido de agua residual nuclear de Fukushima. Debido a la abrumadora oposición, la declaración conjunta de G7 no incluyó expresiones como "acoger con satisfacción" el plan japonés de drenaje de agua residual nuclear al mar, sino sólo "apoyar una investigación independiente de la Agencia Internacional de Energía Atómica".

Este resultado no es sorprendente. En febrero de este año, los medios de comunicación japoneses dijeron que aunque el gobierno japonés quería incluir una acogida al plan de "drenaje de agua residual nuclear al mar" en el documento final de la reunión de ministros de clima, energía y medio ambiente del G7 en abril, las perspectivas no eran buenas, ya que Alemania y otros países se habían opuesto. Resultó que la declaración conjunta de la reunión de abril no incluía la declaración japonesa. El ministro alemán de Medio Ambiente, Steffi Lemke, también protestó en la rueda de prensa, afirmando que "el vertido de residuos nucleares en el mar no puede ser acogido", dejando en fracaso los cálculos del gobierno japonés.

Sin embargo, el gobierno japonés no se dio por vencido, sino que adoptó una "táctica indirecta". En la cumbre del G7, la parte japonesa ofreció comida, alcohol y aperitivos producidos en la prefectura de Fukushima a los dignatarios y a los medios de comunicación para que los países "comprendieran mejor el plan de drenaje al mar". Para decirlo sin rodeos, están intentando seguir atrayendo a otros países para que respalden el plan de drenaje al mar.

La agencia de noticias japonesa Kyodo admitió en un reportaje del día 20 que el uso de los ingredientes de Fukushima para la cumbre del G7 había "desatado la polémica". El informe también citaba a un alto cargo del partido de la oposición de la República de Corea que afirmaba que "el uso de ingredientes controvertidos demuestra por sí mismo la arrogancia de Japón". Mientras tanto, muchos internautas se lanzaron a las redes sociales para criticar a Japón por utilizar su presidencia de la cumbre del G7 para hacer malas maniobras. Otros dijeron sarcásticamente que los líderes no habían venido aquí específicamente para comer alimentos de Fukushima, y que Japón realmente quería engatusar a países del G7 para apoyar al plan del gobierno japonés.

En el seno del Grupo de los Siete (G7), siempre se empeña en mostrar "solidaridad", el plan japonés de verter el agua residual al mar sigue siendo muy controvertido, por no hablar en la comunidad internacional. Durante más de dos años, la población de Japón, sus vecinos comoChinay República de Corea, y los países insulares del Pacífico han expresado su firme oposición al plan del gobierno japonés y han exigido que la parte japonesa adopte un método correcto de tratamiento. Durante la cumbre del G7, la población de muchas partes de Japón organizó protestas, fustigando al gobierno japonés por "verter agua residual nuclear al mar como un crimen internacional".

Como único país del mundo que ha sido atacado por las armas nucleares, Japón debe tener un conocimiento más profundo de la radiación nuclear y de los peligros nucleares que otros países, y sentirlos de forma más clara. Sin embargo, por la forma en que ha actuado, está claro que algunos políticos japoneses sólo tienen en mente cuentas económicas, no a largo plazo, y no consideran el impacto de lo que han hecho sobre toda la humanidad y las generaciones futuras.

Por el momento, la Agencia Internacional de la Energía Atómica aún no ha publicado el informe final de evaluación sobre el plan de drenaje al mar de Japón, pero el gobierno japonés ya ha montado una fachada, afirmando que el proyecto de drenaje se completará a finales de junio y se verterá oficialmente en el océano Pacífico a finales de julio. Un Japón así no puede de ninguna manera "blanquear" su plan de dranaje, ni mucho menos "blanquear" su extrema irresponsabilidad y egoísmo al hacer que el mundo "pague la factura".