El intento de Japón de introducir la OTAN en Asia-Pacífico es un paso seguro hacia el abismo

CRI 2023-02-03 09:58:52
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El primer ministro japonés, Fumio Kishida, mantuvo recientemente conversaciones con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, que se encontraba de visita en Japón. En una declaración conjunta, ambas partes se refirieron de forma exagerada a la llamada "amenaza militar" china. Fumio Kishida afirmó que Japón consideraría la posibilidad de participar regularmente en el Consejo del Atlántico Norte, el órgano de toma de decisiones de la OTAN. De esta manera, aseguraría su participación en las discusiones de la OTAN respecto a la región Asia-Pacífico. Esto comprueba que ciertas fuerzas en Japón están afianzando su connivencia con fuerzas externas para perseguir sus propios fines egoístas, introduciendo el riesgo de conflicto y confrontación en la región. En pocas palabras, están permitiendo que el lobo entre en la casa.

Bajo el impulso de Estados Unidos, la OTAN ha ido expandiendo su influencia hacia la región de Asia-Pacífico en un intento de crear una "versión de la OTAN en Asia-Pacífico" en una iniciativa que considera a Japón como uno de sus principales socios. Están unidos no solo porque Japón siga incondicionalmente los lineamientos de Estados Unidos en la región de Asia-Pacífico y apoye su "estrategia Indo-Pacífica”, sino fundamentalmente porque Japón tiene la ambición de volver convertirse en una gran potencia militar. Así, la OTAN y Japón se necesitan mutuamente.

Las acciones de Japón parecen seguir los intereses de Estados Unidos y la OTAN, pero en realidad está jugando su propio juego político. En los últimos años, el panorama geopolítico mundial ha experimentado profundos cambios, y Estados Unidos ha definido a China como su "principal competidor". Esto ha dado a las fuerzas políticas de la derecha japonesa la oportunidad de avanzar sus posiciones revisionistas. Con una escena política cada vez más conservadora en Japón, la política relativamente racional y pragmática hacia China ha ido desvaneciéndose, y Japón se ha convertido en uno de los países asiáticos con más agresivos y exagerados al considerar la “amenaza china”.

En enero de este año, cuando Kishida visitó cinco países occidentales en los que solo difundió rumores y mentiras sobre China. En un discurso pronunciado en Estados Unidos, afirmó que "China es el principal desafío al que se enfrentan Japón y Estados Unidos". A su vez, en su rol de anfitrión de la cumbre del G7 de este año, Japón se empeña en protagonizar la ofensiva contra China. Sus intenciones son evidentes: no solo manipular la opinión pública nacional en sentimientos contra China, sino también satisfacer a las fuerzas que en Occidente conducen las iniciativas contra China. Enarbolándose en las causas comunes, Japón busca cambiar el paradigma histórico de seguridad instalado después de la Segunda Guerra Mundial y romper las ataduras de su política de seguridad. Así podría superar las limitaciones de la Constitución que siguió a la paz, y lograr acelerar la aceptación de la expansión de su poder militar y “normalizar” su aparato de seguridad nacional.

Japón ha dado muchos pasos negativos en su política de seguridad en el último año. A finales del año pasado, el gobierno japonés adoptó una nueva versión de la “Estrategia de Seguridad Nacional”, la “Estrategia de Defensa Nacional” y el “Plan de Preparación de las Fuerzas de Defensa”. En estos tres documentos, Japón se compromete a desarrollar capacidades militares de contraataque (ofensivas contra bases enemigas), lo que ha causado gran inquietud en los países vecinos.

Las fuerzas de extrema derecha japonesas, que no han sido completamente liquidadas tras la Segunda Guerra Mundial, aprovechan la oportunidad para "causar problemas en el vecindario". O, más bien, provocan tensiones e intentan empujar a la región Asia-Pacífico en una dirección conflictiva con la esperanza de revivir viejas ambiciones militaristas. Pero en el siglo XXI Japón no puede imponer su dominio a sus vecinos por la fuerza. Japón no está hoy en condiciones de volver al viejo camino. Si los políticos japoneses insisten en dejar el lobo entrar en la casa y trastornar la región Asia-Pacífico, estarán dando pasos seguros hacia el abismo.

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