Si Washington quiere realmente ayudar a África, debe dejar primero el “garrote” de las sanciones

CRI 2022-10-27 11:24:14
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El 25 de octubre es el "día contra las sanciones" establecido por la Comunidad de Desarrollo del África Meridional. Varios países africanos piden una vez más a países occidentales como Estados Unidos que levanten las sanciones contra Zimbabue. No hace mucho, durante el debate general en la 77ª Asamblea General de la ONU, el presidente de Namibia, Hage Gottfried Geigob, condenó severamente las sanciones ilegales de larga data de los países occidentales y EE. UU. y afirmó que Zimbabue debe estar libre del peso de las sanciones y obtener oportunidades de desarrollo. Esta posición ha sido ampliamente aceptada por la comunidad internacional.

Las sanciones unilaterales de EE. UU. contra Zimbabue han durado más de 20 años. Debido a cuestiones históricas de la época colonial, la mayor parte de la tierra de Zimbabue estuvo en manos de un puñado de agricultores blancos. En 2000, el Gobierno de Zimbabue comenzó a implementar la reforma agraria, nacionalizando la tierra de los agricultores blancos y distribuyéndola a los negros sin tierra. Esta medida chocó con los intereses de EE. UU. y otros países occidentales, y provocó una fuerte insatisfacción en Washington. En diciembre de 2001, el entonces presidente de EE. UU., George W. Bush, aprobó el llamado "Proyecto de Ley de Democracia y Recuperación Económica de Zimbabue" y comenzó a imponer sanciones a este país del sur de África.

Según las estadísticas, en las últimas dos décadas, Zimbabue ha sufrido pérdidas económicas acumuladas de más de 40.000 millones de dólares debido a sanciones externas. Después de su visita a Zimbabue en octubre del año pasado, personal de las agencias de Naciones Unidas denunciaron que las sanciones impuestas por los países occidentales y Estados Unidos han dañado muchos derechos humanos, como el derecho a la vida, la salud y el desarrollo del pueblo. La comunidad internacional cree en general que las sanciones a largo plazo de EE. UU. y del Occidente violan la soberanía nacional y el derecho al desarrollo de Zimbabue, violan las normas básicas que rigen las relaciones internacionales que no interfieren en los asuntos internos de otros países y son hegemonistas y políticas de poder y deben ser condenadas.

De hecho, las sanciones de EE. UU. contra Zimbabue son un microcosmos de su intervención a largo plazo en los asuntos internos de los países africanos. Recordemos que EE. UU. nunca ha mantenido intercambios y cooperación igualitarios con los países africanos. La gente todavía recuerda que el anterior presidente de Estados Unidos, quien una vez describió a los países africanos empleando un lenguaje desagradable, recibió condenas y protestas por parte de todos los sectores de la sociedad africana.

Tras la llegada al poder del actual mandatario de EE. UU., Washington lanzó "ramas de olivo" a África. En julio de este año, EE. UU. celebró una cumbre empresarial con países africanos. En agosto de este año, el secretario de Estado de EE. UU., Antony Blinken, visitó África por segunda vez y anunció la nueva estrategia de Washington con los países al sur del Sáhara. Afirmó que en los próximos cinco años, EE. UU. promoverá la apertura de África y ayudará a recuperar el crecimiento económico en África después de la pandemia.

Sin embargo, la opinión pública cree generalmente que bajo el fondo de la aceleración de la competencia entre las grandes potencias, EE. UU. no persigue la llamada nueva estrategia para impulsar el desarrollo de África, sino que quiere convertir a África en una pieza de ajedrez y una herramienta que sirva a sus intereses estratégicos en nombre de la cooperación.

¿EE. UU. quiere realmente ayudar a África o quiere abrir otro "cheque sin fondos"? Los hechos son la mejor prueba. Si quiere hablar de cooperación, Washington debe primero dejar el "garrote" de las sanciones que se dirigieron a algunos países africanos.

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