La ciencia demuestra una vez más que solo abandonando los prejuicios combatiremos juntos la epidemia
Recientemente, el tema del origen del nuevo coronavirus ha vuelto a atraer la atención mundial. Según un informe de investigación del gobierno publicado el 30 de noviembre por el Washington Post, el virus se había propagado en Estados Unidos a mediados de diciembre del año pasado, unas semanas antes del descubrimiento oficial en China y un mes antes del primer caso diagnosticado en EEUU. Anteriormente, el virólogo alemán Alexander Kekulé también declaró que el 99,5% de las cepas mutantes del nuevo coronavirus que circulan actualmente a nivel mundial se pueden rastrear al norte de Italia. “En esencia, Wuhan no es el punto de partida de la pandemia, sino el norte de Italia".
Desde el estallido de la epidemia, repetidas investigaciones en todo el mundo han demostrado que la trazabilidad del virus es un proceso científico, lento y complejo, que requiere los esfuerzos conjuntos de los expertos mundiales. No es responsable ni ético sacar conclusiones precipitadas sin pruebas definitivas. Por ejemplo, la gripe española, que mató a decenas de millones de personas hace más de 100 años, no se originó en España sino en EEUU. Para evitar la discriminación por región y raza, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha adoptado un nuevo método de denominación de virus desde 2015. Sin embargo, en la pandemia del nuevo coronavirus, la gente ha descubierto que el prejuicio y el impulso de politizar y estigmatizar las epidemias nunca ha desaparecido, e incluso se ha intensificado.
Desde que China informó sobre la epidemia de COVID-19 a la OMS, algunos políticos y medios de comunicación occidentales lo ridiculizaron, y políticos estadounidenses lo llamaron el "virus chino" y el "virus Kung Fu", en un intento de politizar la epidemia, culpabilizar a China y evadir responsabilidades.
A finales del presente año, miramos hacia el pasado, y tenemos que decir que, bajo la coerción de la ideología y el populismo, el unilateralismo y el proteccionismo han socavado en gran medida la situación ideal de "una partida de ajedrez" en la cooperación mundial contra la epidemia. En la actualidad, más de 1,47 millones de personas de todo el mundo han muerto debido al virus y la economía mundial ha caído en una recesión a gran escala. Los investigadores de la Universidad de Harvard estiman que la pérdida global causada por COVID-19 será cuatro veces el costo total de la recesión económica mundial después de la crisis financiera de 2008.
Según el plan, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) celebra una reunión especial del 3 al 4 de diciembre, a fin de fortalecer la cooperación mundial y responder de manera conjunta a la epidemia. El presidente de la 75ª Asamblea General de la ONU, Volkan Bozkır, manifestó que "la reunión especial es tanto un momento histórico como una prueba para el multilateralismo". La segunda ola epidémica está afectando a muchos países. Se puede prever que mientras la epidemia en un país no haya terminado, ningún lugar del mundo será seguro.
La buena noticia es que el desarrollo reciente de la vacuna ha entrado en la etapa final y parece que se empieza a vislumbrar la luz. En este sentido, China ha tomado un buen liderazgo en la construcción de una comunidad de salud humana en la era posterior a la epidemia. No solo ha controlado la epidemia doméstica, sino que también ha prometido muchas veces brindar apoyo a un gran número de países en desarrollo y esforzarse por hacer que la vacuna sea un producto público accesible y asequible, y además sea útil para la gente de todos los países.
La ciencia prueba constantemente que solo abandonando los prejuicios y fortaleciendo la cooperación, los países pueden responder juntos a la epidemia y superarla.
F/P/N