China-UE: Se necesita respeto, respeto y más respeto
Por Dr. Michael Borchmann
Ex Director General de Asuntos Internacionales, Ministerialldirigent a.D. (Estado de Hesse, Alemania)
Miembro de la Oficina de Examen Judicial Hessen a.D.
Asesor principal de CIIPA del Ministerio de Comercio de la República Popular China
Recientemente escuché una frase particularmente acertada y beneficiosa sobre la relación entre China y Alemania a través de una videoconferencia bilateral de temas económicos. Un representante destacado y de muy alto perfil de la economía alemana señaló: “Debemos aceptar que China y nosotros tenemos sistemas diferentes. Hay que renunciar a las 'instrucciones' y palabras de persuasión. En cambio, deberíamos negociar nuestros intereses comunes".
Es una frase que debería ser considerada en Europa, especialmente en Alemania en estos días. Sugiere nada más y nada menos que una interacción "respetuosa" entre los dos lados. En Alemania, se lo enseñamos a los jóvenes: “Respeto significa, entre otras cosas, cortesía, justicia, reconocimiento, autoridad, tolerancia, cautela y prestigio. El comportamiento irrespetuoso, por otro lado, puede describirse con términos como indiferencia, condescendencia, humillación, insulto o abuso. El respeto no solo es efectivo en espacios privados. Una sociedad que funciona se basa en la igualdad y la justicia. La realización de estos objetivos solo es posible mediante el comportamiento respetuoso de todos los actores entre sí ”. Y ese respeto mutuo debería ser un requisito básico también entre países.
En el caso de la República Popular China, haber sufrido de agresión, explotación y humillación ha hecho que, en particular, pueda exigir el respeto a las naciones occidentales. Y en este campo, EE.UU. tiene un mal desempeño. De acuerdo con un manual titulado “Ética de la paz”, el presidente ruso Vladimir Putin ha declarado repetidamente, que el problema crucial de las relaciones entre Rusia Y EE. UU. es la falta de respeto.
La frase citada al principio también señala la necesidad de abandonar las "instrucciones al estilo educativo". Especialmente en el contexto de que en Europa los grupos anti-China se están haciendo sentir cada vez más por el abuso del ataque al sistema y las políticas del país asiático. Lamentablemente, algunos medios los secundan. Cabe destacar, que las "instrucciones" de carácter sistémico tienen una historia infame y son parte del legado de las primeras potencias coloniales.
Como base ideológica, por ejemplo, la propaganda colonial francesa presentó repetidamente el argumento de que Francia era la campeona de la cultura europea y tenía que transmitir los logros de la Ilustración y la Revolución Francesa a los pueblos incivilizados. Las estructuras organizativas tradicionales fueron reemplazadas por el colonizador, en el supuesto presuntuoso de la superioridad del propio sistema. África, en este caso, sufrió más por el hecho de que la respectiva potencia colonial impuso sin restricciones su propio sistema a la respectiva colonia. Alemania tampoco puede ser absuelta de este "gen sabelotodo". Con la frase de un poeta del siglo XIX, “el mundo debe ser recuperado por el ser alemán”, los soldados avanzaron hacia la Primera Guerra Mundial. Y todavía no la hemos dejado atrás.
Respecto a los vínculos del Occidente con China, el sinólogo Mechthild Leutner planteó recientemente el problema en un comentario publicado con el título "Imagen del falso enemigo: difícil para el Occidente aceptar una China activa en asuntos globales". Explica que las semillas de la imagen negativa de China se encuentran en las raíces de la Revolución Francesa. Si bien los jesuitas describieron a China como un país ordenado con una clase educada de funcionarios y eruditos, después de la victoria de la Revolución Francesa en 1789, ya con sus ideas de igualdad y progreso, la percepción sobre China cambió por completo. La nación asiática fue degradada con arrogancia a una tierra estancada, atrasada y "semi-civilizada", por lo cual se dio la legitimación para el saqueo desenfrenado, que había alcanzado su triste clímax en la Guerra de los Bóxers y la invasión japonesa. Leutner explica que, en última instancia, la imagen negativa de China ha sido cultivada por grupos interesados. Los sinólogos objetivos han sido descalificados como sinófilos, de hecho, los think tanks estadounidenses ya habían desarrollado la estrategia de política exterior en la década de 1990 para aprovechar del "tema de los derechos humanos" con el fin de reprimir el crecimiento de China.
Cuando el Ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, viajó a Italia, Países Bajos, Noruega, Francia y Alemania, las partes interesadas vieron de nuevo la oportunidad de dar “las instrucciones educativas”. De alguna manera me recuerdan el término francés “claqueure”, es decir, personas a las que les pagan por aplaudir en el teatro. Sólo que la orden, o el pago en este caso fue publicar en voz alta la desaprobación.
El objetivo del reciente viaje del canciller chino a Europa era desarrollar perspectivas de futuro tras los recortes provocados por la COVID-19. En repetidas ocasiones Wang Yi dejó en claro que la atención debe centrarse en el mutuo respeto, por ejemplo, en un discurso en París subrayó: "China y Europa deben trabajar juntos para combatir la incitación al odio y la confrontación".
En Berlín, Wang señaló que, a fin de reactivar la economía mundial, todos los países deben actuar con solidaridad. Además, indicó que las relaciones entre China y UE deben volverse más sensatas, maduras y elevarse a un nivel superior. Mencionó también que el multilateralismo debe implementarse de forma conjunta y hay que rechazar una nueva "guerra fría".
Una asociación buena, constructiva y respetuosa con la República Popular China es parte de la buena tradición de la política alemana. La intención es que esta relación no se vea empañada por aquellos que sistemáticamente difunden falsedades sobre China, por ejemplo, mentiras sobre una supuesta política de expansión.
Todos ellos son contrarios a lo que escribió el excanciller alemán con motivo del 45 aniversario de las relaciones diplomáticas bilaterales: “A menudo se asume que China es agresiva. Eso no está bien. Si observan la política tradicional de China tanto en el pasado como en el presente, encontrarán que representa sus intereses nacionales y no sigue una política exterior agresiva. China es muy responsable".