Crisis de COVID-19 se convierte en la peor pesadilla para los pobres de EE.UU.
Por el momento, los economistas de todo el mundo coinciden en que la pandemia causada por la COVID-19 es el mayor evento calificado como un “cisne negro” en décadas e incluso en cientos de años, su impacto es mucho mayor que la crisis financiera global que comenzó en los Estados Unidos en 2008, tanto en amplitud como en profundidad. Sin embargo, ambos momentos históricos son bastante diferentes: la crisis financiera de 2008 tuvo mayor impacto para los ricos, y la situación actual creada por la COVID-19 de este año se ha convertido en una pesadilla prolongada para los pobres en los Estados Unidos quienes tuvieron que experimentar el sufrimiento en primera mano.
Como el “epicentro” de la pandemia mundial, el número acumulado de casos confirmados en los Estados Unidos superó los 5,52 millones de contagios y el número de muertos alcanzó las 170 mil personas. Durante varios meses consecutivos, la pandemia ha estado fuera de control, provocando una doble crisis sin precedentes en los Estados Unidos en salud pública y economía. A la par de la acumulación y la resonancia de las dos crisis, se expanden drásticamente la injusticia e iniquidad de la distribución de los recursos a nivel socioeconómico. Con base en esto, el informe de investigación de agosto de Brookings Institution de EE.UU. concluyó que la pandemia COVID-19 no solo afecta la vida y el trabajo de las personas, sino que también perjudica a quienes podrán sobrevivir.
La tasa de desempleo es un indicador importante para medir los grupos vulnerables. En julio, los indicadores de falta de empleo en los Estados Unidos superaban el 10% y casi una quinta parte de la población activa recibió ayuda por desempleo. Según una encuesta realizada por el Centro de Investigación de Asuntos Públicos-NORC de la Prensa Asociada, casi la mitad de las personas que perdieron sus trabajos durante la pandemia aseguraron que sus anteriores empleos habían desaparecido para siempre.
Las desgracias nunca vienen solas. Para los pobres de los Estados Unidos, se avecinan problemas aún más difíciles. En marzo, EE.UU. presentó un proyecto de ley de rescate que prohíbe a los propietarios expulsar a los inquilinos con apoyo federal y proporciona subsidios de desempleo de 600 dólares por semana para los desempleados. Sin embargo, este proyecto de ley expiró a fines de julio y fue anulado. Debido a que los dos partidos no han podido llegar a un consenso, el nuevo proyecto de rescate ha sido difícil de producir. Es previsible que una ola de desalojos de inquilinos esté a punto de prepararse para entrar en acción en Estados Unidos.
Sin embargo, en comparación con el fuerte impacto en los grupos vulnerables, los estadounidenses ricos que miran todo desde la punta del iceberg casi no se ven afectados, e incluso una vez más marcaron el glorioso momento de "ganadores en la vida" en medio del estallido de la epidemia. Según el informe de la Organización de Equidad Fiscal de EE. UU. y el Instituto de Investigación de Políticas sobre proyectos de desigualdad, de marzo a mayo, la riqueza de los ricos como Bill Gates y Warren E. Buffett aumentó en 75,5 mil millones de dólares, representando un incremento del 19%. Mientras tanto, la riqueza del fundador y director general de Facebook, Mark Elliot Zuckerberg, aumentó en 25 mil millones de dólares, y la del fundador de Amazon, Jeff Bezos, superó los 34,6 mil millones de dólares.
Anteriormente, en la lista de los estadounidenses más ricos publicada por Forbes, el patrimonio con el que cuentan los primeros tres millonarios antes mencionados equivalente a todos los activos de 50% inferior de los estadounidenses. La llegada inesperada de la pandemia COVID-19 ha presentado la realidad de esta grave distribución injusta e irrazonable de riqueza y recursos al mundo de una manera extremadamente cruel. En esta catástrofe del siglo causada por el nuevo coronavirus, ha quedado destruido el llamado "Sueño Americano" en los corazones de muchos creyentes mediante pesadillas que parece no tener fin.