Detrás de las máscaras
Según informaron CNN y BBC, el vicepresidente de Estados Unidos Mike Pence visitó la Clínica Mayo el martes pasado sin máscara protectora, aún cuando debería usarla. Pence se excusó con respecto a eso diciendo: “me hacen pruebas de detección del coronavirus de manera regular” y “no tengo el coronavirus". Durante el período del brote temprano, existía una conjetura sobre el uso de mascarillas en EE.UU. y Europa, pero en realidad, llevar máscara puede ayudar a protegerse a sí mismo y proteger a los demás.
¿Por qué existe confusión con respecto a eso?
Primero, es un debate basado en la percepción. En Occidente mucha gente cree que es necesario llevar mascarilla solamente si estás enfermo. Sin embargo, el virus SARS-COV-2 es bastante diferente a otros virus. China, como uno de los primeros países más afectados por el nuevo coronavirus, ha advertido anteriormente que las personas que están infectadas con la neumonía COVID-19 pero no muestran síntomas pueden contagiar a otras y representan un riesgo de propagación de la enfermedad, pero lamentablemente, EE. UU. y Europa ignoran esta advertencia.
Aunque se registró un crecimiento exponencial en el número de casos de COVID-19 en Estados Unidos a finales de marzo, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (Centers for Disease Control and Prevention, CDC, por sus siglas en inglés) reiteraron que los ciudadanos comunes no necesitan usar máscara a menos que estén enfermos. Con respecto a eso, Lancet y Science, dos de las revistas médica y científica más prestigiosas del mundo, publicaron estudios y reportajes con el objetivo de pedir al gobierno estadounidense cambiar su actitud y política sobre el uso de máscara.
Segundo, existe un debate sobre el rol de mascarilla en Estados Unidos y Europa. CDC había repetido que las máscaras del uso médico brindan cierto grado de protección contra los fluidos y gotitas grandes en el aire, pero no funcionan bien con las pequeñas gotitas. Sin embargo, de acuerdo con un estudio realizado en el 2011, entre las intervenciones físicas para reducir la propagación de los virus respiratorios, el uso de máscara es más eficaz. Por supuesto, será mejor si realizamos también el lavado de manos y el mantenimiento de la distancia social, y todo esto efectivamente es lo que los chinos han adoptado para luchar contra la epidemia.
Tercero, la escasez de fabricación se ha convertido en el mayor obstáculo para el uso de mascarillas. En una entrevista concedida por CNN, Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergia de Estados Unidos dijo que las mascarillas modelo N95 deben reservarse para los trabajadores de la salud, quienes más las necesitan.
China ha logrado importantes avances en la lucha contra la epidemia. Garantizar los suministros médicos es una de las causas más importantes. Según estadísticas, en los primeros 30 días del brote de COVID-19, la capacidad de producción de mascarillas de China creció de 30 millones a 2 billones, ocupando más del 50 por ciento de la total del mundo.
Lo lamentable es que ahora a la mascarilla se le ha puesto una etiqueta política. China ha donado gran cantidad de suministros médicos que incluyen mascarillas, kits de prueba y trajes de protección a más de 100 países y organizaciones internacionales. Pero algunos críticos y medios de comunicación han tratado de politizar la asistencia, alegando que se trata de “diplomacia de mascarilla”.
Se espera que una pequeña mascarilla no sólo nos proteja contra la COVID-19, sino también contra la infección del virus político.