Un "año devastador" demuestra el fracaso de la democracia estadounidense

CRI 2022-01-21 16:25:50
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"Ha sido un año devastador para el líder estadounidense." La evaluación de British Sky News destaca entre los múltiples informes que los medios de comunicación internacionales han realizado con motivo del primer aniversario de la Administración Biden.

En su investidura hace un año, el 20 de enero de 2021, el nuevo presidente se comprometía a derrotar al coronavirus y volver a unir a un Estados Unidos fragmentado. En aquel momento, sus promesas ofrecieron un rayo de esperanza al pueblo estadounidense que aún no salía de su estupor por los disturbios en el Capitolio y por el impacto de la pandemia.

Un año después, la pandemia sigue causando estragos en Estados Unidos, la inflación se ha desbocado y la polarización política se ha intensificado… Las promesas de Biden al asumir la presidencia se quedaron en meras consignas y prácticamente ninguna de ellas se ha cumplido. La última encuesta de la empresa Gallup muestra que el índice de apoyo del mandatario cayó desde el 57 por ciento al 40% en los últimos doce meses. Este desplome es un fiel retrato de la desesperación y la decepción del pueblo estadounidense.

Desde la perspectiva de la lucha contra la pandemia, aunque la tasa de vacunación ha aumentado significativamente desde el inicio de su mandato, la Casa Blanca no ha mostrado una preparación y respuesta adecuadas al surgimiento de las variantes delta y ómicron. En la actualidad, el número de muertos por la pandemia en los Estados Unidos es cercano a los 900.000, con más de medio millón de víctimas en los últimos doce meses. El número de casos confirmados es casi tres veces mayor que hace un año. Aunque Biden haya presumido en el aniversario de su investidura de los “logros” de su Administración en la lucha contra la pandemia, los fríos números hablan por sí solos, convirtiéndose en la prueba más directa del fracaso de Estados Unidos en el combate contra la COVID-19

Otro de los "logros" del aniversario es la supuesta mejora de la situación económica por cifras engañosas en cuanto a crecimiento económico, expansión del mercado de valores, reducción del desempleo... Estas magnitudes son un espejismo provocado por una política fiscal expansiva que ha inundado de liquidez los mercados. La realidad es que grandes cantidades de dinero han ido a parar a los bolsillos de los más acaudalados en Estados Unidos, mientras que los segmentos más desfavorecidos de la población están sufriendo la presión de la mayor inflación en 40 años, resultándoles prohibitivo incluso la adquisición de un pavo en el Día de Acción de Gracias y un árbol para las fiestas navideñas. La brecha que separa a ricos y pobres en Estados Unidos ha llegado a un punto difícil de imaginar.

La polarización y división políticas son aún más problemáticas para el líder estadounidense. Durante el año pasado, la Casa Blanca hizo concesiones y fomentó los planes de rescate económico y el proyecto de ley de inversión en infraestructuras. Sin embargo, el contexto de la intensificación de las “políticas de veto” ha provocado el estancamiento de muchos proyectos de ley relacionados con el sustento básico de los ciudadanos, convertidos en herramientas de discordia partidista. Esta situación descarrilla el ambicioso proyecto del presidente estadounidense de "reconstruir un futuro maravilloso".

En última instancia, esta situación insostenible es el resultado inevitable del fracaso del sistema democrático estadounidense. Desde el punto de vista político, la separación de los tres poderes y el sistema bipartidista de equilibrio se han convertido en “políticas de veto” que han sumido a Estados Unidos en una profunda confrontación y desapego. Al mismo tiempo, los intereses del poder económico erosionan todo el proceso electoral, legislativo y ejecutivo en el país. Como expresó el exsecretario de Trabajo de Estados Unidos, Robert Reigh, la combinación de riqueza y poder da origen a una oligarquía y socava los fundamentos del sistema democrático. El sistema político de Estados Unidos ha fracasado.

En su toma de posesión hace un año, el líder estadounidense aseguró en su discurso que su elección "no era una victoria para un candidato, sino una victoria para la causa de la democracia". Un año después, se puede afirmar que los hechos no solo han demostrado que no se trata del fracaso de un candidato, sino del fracaso de la democracia estadounidense.

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