Las puertas de China continuarán abiertas
Por KOU LIYAN*
El 2016 fue un año marcado por una serie de corrientes adversas a la globalización. Algunos de los principales países, en vez de abrirse al mundo, enfocaron su mirada hacia dentro y dieron pie para que surgieran extensos movimientos populistas caracterizados por el antielitismo, el antisistema y la antiglobalización. Incrementaron las barreras en el comercio y en las inversiones trasnacionales; hubo falta de comunicación entre las autoridades monetarias de las principales naciones y, más aún, otros factores como el juego geopolítico, los ataques terroristas y los conflictos entre grupos étnicos locales y entre diversos grupos religiosos también afectaron el funcionamiento normal de la red de la economía.
Algunos de los acontecimientos más destacados en contra de la globalización fueron la decisión del Reino Unido de abandonar la Unión Europea y la elección de Donald Trump como presidente estadounidense. Trump, de hecho, declaró que levantaría un muro de segregación a lo largo de la frontera entre EE. UU. y México. Al mismo tiempo, en Europa se alzó una voz de protesta en contra de las negociaciones del Tratado Trasatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP).
El Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, siglas en inglés) ha sido dejado de lado. CFP
Mientras se acentúa la resistencia al proceso de globalización, surge la pregunta de si China va a voltear la mirada hacia el interior en busca de un beneficio propio o continuará con su política de apertura. La respuesta es la segunda.
Aumenta la fuerza motriz de la apertura
Lo primero que hay que tener en cuenta es que China está profundamente ligada a la economía mundial, y es imposible que corte los lazos económicos y dé marcha atrás. Los casi 40 años que China lleva aplicando la política de la reforma y apertura hacia el exterior significan que el país participa sin cesar en la economía mundial. Desde que estalló la crisis financiera internacional en 2008, pese a los factores desfavorables tanto en el comercio mundial como en el ambiente de inversión, China siempre ha promovido enérgicamente la cooperación económica con el resto del mundo y nunca ha escatimado esfuerzos para impulsar a sus empresas, personal y capitales hacia el exterior. Actualmente, más de 20.000 compañías chinas han invertido en el exterior y los viajes hechos por ciudadanos chinos a otros países superan los 100 millones anualmente.
En 2015, la inversión directa de China en el exterior (ODI, según siglas en inglés) alcanzó un nuevo récord de 145.670 millones de dólares, con un aumento interanual del 18,3 % y un incremento del porcentaje en el flujo global del 0,4 % en 2002 al 9,9 % en 2015, situándose por primera vez en el segundo lugar a nivel mundial. Ante este contexto, si China se cierra y abandona sus intereses en el exterior no solo se verán afectados el personal y los capitales en el extranjero, sino también la economía nacional.
Durante los últimos años, la apertura de China hacia el exterior ha avanzado con firmes pasos. En este sentido, se destaca la iniciativa de “Una Franja y Una Ruta”, que continúa elevando el nivel del desarrollo de la economía abierta del país. Hasta hoy, tras la firma de más de 40 acuerdos de cooperación, más de 100 países y organizaciones internacionales han manifestado su interés por apoyar o incorporarse al plan. Estos hechos no solo representan un mayor grado de participación por parte de China en la economía mundial, sino también un desarrollo irreversible en el futuro.
En segundo lugar, es tan enorme la dependencia de China en la economía mundial y viceversa que una separación sería prácticamente imposible. En un principio se trataba de una relación basada en manufacturas poco sofisticadas, dado que durante años el mundo ha dependido de productos chinos de bajo precio, como ropa, zapatos, juguetes, etc., y China a su vez se ha interesado por la tecnología y la experiencia de administración del mundo.
Sin embargo, hoy en día la relación económica entre China y el resto del mundo, igualmente estrecha e inseparable, ha ocurrido de manera distinta debido a la actualización de la cadena industrial del país. A partir de 2015, los equipos mecánicos y maquinarias eléctricas han ocupado la mitad de la exportación de China, sobre todo los equipos unitarios de gran tamaño y los equipos en juego. Además de los trenes de alta velocidad y las centrales nucleoeléctricas, los productos chinos también han demostrado ventajas competitivas en otras ramas. La exportación de productos manufactureros de construcción ferroviaria, ingeniería naval, fabricación aérea y astronómica y otros aparatos de transporte también han mantenido un alto nivel de crecimiento. A pesar de que la conexión económica entre China y el mundo está evolucionando, la dependencia mutua es cada vez mayor.
La confianza en la apertura crece con constancia
La civilización china en el fondo está constituida por una fuerza motriz que promueve incesantemente la apertura hacia el exterior.
12 de junio de 2016, Foro Lujiazui celebrado en Shanghai. Bajo el lema “Desafíos para el crecimiento económico global y la reforma financiera”, los invitados discutieron temas como las reformas por el lado de la oferta y los seguros de China, perspectivas del crecimiento económico global, ajustes de la política macroeconómica, la apertura hacia el exterior de las finanzas del país, entre otros asuntos. Cnsphoto
China, además, insiste en mantener la política de apertura hacia el exterior porque confía en el futuro de la globalización. A pesar de que la incorporación de China en este proceso fue tardía, incluso pasiva y obligatoria en un punto, sirvió para que granjeara una comprensión más profunda de la globalización. Después de una política de “aislamiento del resto del mundo y puertas cerradas al exterior”, China aprendió la lección y ahora conoce muy bien la irreversibilidad de la corriente del desarrollo mundial.
Al tiempo que el país busca un rumbo hacia la revitalización de la nación, también intenta conseguir un desarrollo íntegro, lo que se concretará en la “construcción integral de una sociedad modestamente acomodada”. Para esta gran meta es necesario llevar a cabo muchas transformaciones, como precisa la “profundización integral de la reforma”. Pues bien, la economía del mercado tiene que ser regida por las leyes, por lo cual se planteó la “construcción integral de un Estado de derecho”. Para impulsar exitosamente la reforma y la gobernanza conforme a la ley, ante todo, el partido en el poder deberá comportarse de acuerdo con las normas, de ahí el “fortalecimiento integral de la disciplina del Partido”. Estas “cuatro tareas integrales”, mientras conforman la estrategia del Partido Comunista de China en cuanto a la administración del país, suponen una garantía de reglamento para sacar adelante una apertura hacia el exterior sostenible.
Por otro lado, mientras China lleva a cabo su plan de “salir al exterior”, debe aprender cómo llevar a cabo las negociaciones y elaborar las normas. Por ejemplo, han transcurrido 15 años desde que China se adhirió a la OMC. Sin embargo, la organización comercial aún está cuestionando su estatus de economía de mercado. Esto es irónico y lamentable. No obstante, es el motivo por el cual China necesita llevar adelante negociaciones respecto a las normas con la comunidad internacional.
En el panorama industrial, los países occidentales suelen involucrar a China en líos relacionados con problemas, tales como su sobrecapacidad de producción siderúrgica. Hay investigaciones antidumping contra casi todos los ítems de las mercancías chinas y las operaciones de RMB en el extranjero no cesan de caer en revueltas. Esto demuestra que China, en calidad de país emergente, no ha logrado adaptarse bien a las normas económicas internacionales. En vez de desatar una guerra comercial o guerra de divisas, China estudiará y adoptará las normativas y se sentará con las partes interesadas a negociar pacientemente la modificación de los antiguos reglamentos y la elaboración de los nuevos. Después de incrementarse la incertidumbre por el desistimiento de EE. UU. del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés) y del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA), durante la última cumbre de APEC celebrada en Perú, el presidente chino, Xi Jinping, hizo un llamado para que los países miembros impulsaran la construcción del Área de Libre Comercio de Asia-Pacífico (FTAAP, siglas en inglés), con lo que demostró una actitud y una acción firmes.
En general, la actual fuerza anti-globalización ha alcanzado mucha influencia y ha ocasionado una notable preocupación. Si China quiere avanzar con el viento en su contra, sin duda se encontrará con mucha resistencia. Sin embargo, las teorías aéreas indican que, siempre y cuando se adopten la posición y los métodos correctos, el viento adverso puede ayudar a volar más alto. Ante esta tendencia de antiglobalización, y a sabiendas de que no todo irá viento en popa, China seguirá impulsando la apertura hacia el exterior. Por otro lado, seguirá muy firme y con muchas ganas de explorar e impulsar junto a otros países una nueva globalización, que debe ser más efectiva, justa y reglamentaria. Naturalmente, en esta búsqueda hace falta una mayor participación y dirección tanto de China como de otros países emergentes y en vías de desarrollo.
*Kou Liyan es investigador adjunto del Centro de Estudios del Mundo Contemporáneo de China (CCCWS, siglas en inglés).
Por KOU LIYAN*
El 2016 fue un año marcado por una serie de corrientes adversas a la globalización. Algunos de los principales países, en vez de abrirse al mundo, enfocaron su mirada hacia dentro y dieron pie para que surgieran extensos movimientos populistas caracterizados por el antielitismo, el antisistema y la antiglobalización. Incrementaron las barreras en el comercio y en las inversiones trasnacionales; hubo falta de comunicación entre las autoridades monetarias de las principales naciones y, más aún, otros factores como el juego geopolítico, los ataques terroristas y los conflictos entre grupos étnicos locales y entre diversos grupos religiosos también afectaron el funcionamiento normal de la red de la economía.
Algunos de los acontecimientos más destacados en contra de la globalización fueron la decisión del Reino Unido de abandonar la Unión Europea y la elección de Donald Trump como presidente estadounidense. Trump, de hecho, declaró que levantaría un muro de segregación a lo largo de la frontera entre EE. UU. y México. Al mismo tiempo, en Europa se alzó una voz de protesta en contra de las negociaciones del Tratado Trasatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP).
El Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, siglas en inglés) ha sido dejado de lado. CFP
Mientras se acentúa la resistencia al proceso de globalización, surge la pregunta de si China va a voltear la mirada hacia el interior en busca de un beneficio propio o continuará con su política de apertura. La respuesta es la segunda.
Aumenta la fuerza motriz de la apertura
Lo primero que hay que tener en cuenta es que China está profundamente ligada a la economía mundial, y es imposible que corte los lazos económicos y dé marcha atrás. Los casi 40 años que China lleva aplicando la política de la reforma y apertura hacia el exterior significan que el país participa sin cesar en la economía mundial. Desde que estalló la crisis financiera internacional en 2008, pese a los factores desfavorables tanto en el comercio mundial como en el ambiente de inversión, China siempre ha promovido enérgicamente la cooperación económica con el resto del mundo y nunca ha escatimado esfuerzos para impulsar a sus empresas, personal y capitales hacia el exterior. Actualmente, más de 20.000 compañías chinas han invertido en el exterior y los viajes hechos por ciudadanos chinos a otros países superan los 100 millones anualmente.
En 2015, la inversión directa de China en el exterior (ODI, según siglas en inglés) alcanzó un nuevo récord de 145.670 millones de dólares, con un aumento interanual del 18,3 % y un incremento del porcentaje en el flujo global del 0,4 % en 2002 al 9,9 % en 2015, situándose por primera vez en el segundo lugar a nivel mundial. Ante este contexto, si China se cierra y abandona sus intereses en el exterior no solo se verán afectados el personal y los capitales en el extranjero, sino también la economía nacional.
Durante los últimos años, la apertura de China hacia el exterior ha avanzado con firmes pasos. En este sentido, se destaca la iniciativa de “Una Franja y Una Ruta”, que continúa elevando el nivel del desarrollo de la economía abierta del país. Hasta hoy, tras la firma de más de 40 acuerdos de cooperación, más de 100 países y organizaciones internacionales han manifestado su interés por apoyar o incorporarse al plan. Estos hechos no solo representan un mayor grado de participación por parte de China en la economía mundial, sino también un desarrollo irreversible en el futuro.