El camino de una aldea hacia la modernización

2017-03-01 16:40:56
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Los esfuerzos que China ha hecho para erradicar la pobreza han sido enormes. El país ha sacado a más de 800 millones de personas de la pobreza desde la década de 1970, y fue uno de los mayores contribuyentes en términos del cumplimiento global de los Objetivos de Desarrollo del Milenio en 2015. Durante una reciente visita a la aldea de Peizhai, en la provincia central china de Henan, fui testigo de los logros alcanzados por una comunidad en su camino a la modernización, y las formas en las que, a pesar del acelerado ritmo de cambio, ha logrado mantener sus tradiciones locales con vida.

Mientras el tren de alta velocidad atraviesa el campo de Henan y nos deja en la ciudad de Xinxiang, recuerdo lo altas que son las apuestas cuando se trata del desarrollo regional en China. Con una población cercana a los seis millones, esta ciudad provincial, de la cual nunca había escuchado, tiene más habitantes que muchas capitales europeas. Si fuera un país, la provincia de Henan en su totalidad sería la duodécima nación más poblada del mundo. Mientras termino de digerir estas cifras, tomamos un bus para seguir nuestro camino hacia Peizhai, donde realmente conoceré la vida rural en China.

Un aldeano de Peizhai alimenta a sus peces

Un aldeano de Peizhai alimenta a sus peces

El agua como símbolo de esfuerzo

El centro de la aldea está marcado por el sistema en desuso de un antiguo pozo de agua, como símbolo de tiempos pasados más difíciles. Hoy en día, los aldeanos tienen maneras más convenientes para acceder al agua, sin embargo, hace diez años las luchas cotidianas a las que se enfrentaban las personas aquí eran algunas de las más fundamentales. Víctima de su geografía y encestada bajo la sombra de las montañas Taihang, Peizhai se enfrentó a una escasez de agua regular, tan aguda que entorpeció su desarrollo. Hay imágenes aéreas que evidencian la enorme transformación del paisaje gracias a los modernos embalses y sistemas de riego de la aldea: donde antes tan solo se podía ver un terreno infértil, ahora los suelos han sido transformados en verdes hectáreas de cultivos. “El agua es de suma importancia para la aldea”, explica Pei Chunliang, secretario del PCCh ante la Comunidad de Peizhai y filántropo local empírico, que personalmente ha invertido una gran cantidad de dinero en la zona. “Nuestro progreso se ha dado gracias a una fuente confiable de agua”.

Dado que los edificios originales de la aldea han sido demolidos en su mayoría para poder construir nuevas estructuras, visitamos una comunidad cercana, que no ha gozado del mismo ritmo de desarrollo, para comprender cómo solía ser la vida aquí: la aldea de Dawangzhuang. Allí, un camino improvisado recorre los lados de casas destartaladas, muchas de ellas vacías y descuidadas. Algunos perros hurgan la basura arrumada a un lado de la calle. Las personas aún subsisten casi en su totalidad de la agricultura.

Los visitantes de Peizhai son recibidos en una plaza espaciosa con obras de arte diseñadas por estudiantes de escuela locales. Es posible hacer uso de canchas de básquet, mesas de ping-pong y equipos para hacer ejercicio bien mantenidos, y las familias que antes vivían en chozas arruinadas, ahora residen en casas modernas y adosadas, distribuidas en filas organizadas. A medida que el país se desarrolla, estas son las imágenes que se pueden encontrar en los pueblos a lo largo y ancho de China.

Entonces, ¿cuál es el motivo por el cual Peizhai aún mantiene un carácter de aldea tan único? La respuesta se encuentra en su gente: si se mira más allá de lo superficial, es claro que las tradiciones de la aldea no pueden ser abandonadas tan fácilmente como los edificios. Aquí, antes de regresar a casa para hacerse cargo de sus nietos una vez que los padres se van a trabajar, los ancianos todavía se reúnen cada mañana para realizar sus ejercicios diarios. Luego, disfrutan del sol de la tarde en sus jardines frontales, sembrados con filas de vegetales o empleados para el secado de la ropa de la semana. Sus hogares son limpios y acogedores, pero atiborrados con la parafernalia de la vida rural. A pesar de la convulsión ocasionada por su nuevo y moderno entorno, sus mentalidades y cotidianidad no han presentado grandes alteraciones. Podría ser fugaz -algunos niños que nunca conocieron las dificultades vividas por sus padres y abuelos están comenzando a estudiar aquí- pero, por ahora, la curiosa interacción entre pasado y presente, entre tradición y desarrollo, es demasiado evidente.

Particularmente, cuando se trata de comida, los viejos hábitos nunca mueren. Todos saben que la comida tiene un papel crucial en la cultura china y, en ese sentido, Peizhai no es la excepción. Nos invitan a un almuerzo junto con otros visitantes a la aldea, y nos sentamos en un salón limpio y bien iluminado, ubicado a un lado de la plaza. A pesar del moderno entorno, la cocción se hace afuera en una gran olla, calentada por una hoguera rugiente y bien alimentada. La comida es deliciosa -una especie de estofado de vegetales sobre una cama de arroz- pero el contraste entre lo viejo y lo nuevo es imperdible, especialmente si se tiene en cuenta que una persona debe llevar los platos fuera y dentro del edificio, ¡desde la olla hasta la mesa! Alguien me dice que, sin importar qué tan buena es tu cocina, nada supera los métodos de cocción tradicionales. Este es un refrán que se repite a través de la aldea. En más de una ocasión, nos topamos con residentes que cocinan bollos al vapor sobre una antigua estufa al aire libre, justo afuera de sus cocinas perfectamente funcionales.

La comunidad de Peizhai

La comunidad de Peizhai

Desarrollo agrícola

La agricultura es un empleador relativamente común aquí. El establecimiento de las industrias modernas de Peizhai ha sido respaldado por las habilidades perfeccionadas por generaciones de agricultores locales. En un área apartada se han establecido 28 invernaderos grandes para albergar frutas y verduras exóticas. Cada uno de los invernaderos está diseñado para recibir la mayor luz del sol posible, y tiene un muro de arcilla compactada en uno de los lados para ayudar a preservar el calor. El techo está compuesto por una película plástica traslúcida. El efecto en general es impresionante: al pisar adentro, la temperatura es notablemente más caliente que afuera.

Puede que los invernaderos representen progreso, pero la mentalidad que la aldea tiene en cuanto al modelo de negocio familiar aún es fuerte. En cada uno de los invernaderos que visitamos, varios miembros del mismo hogar trabajan con esmero. El señor Liang, un agricultor de unos 50 años, trabaja junto a una de sus hijas para mantener dos invernaderos de tomate. Los negocios están disparados y los dos pueden ganar 50 o 60 mil yuanes al año. Cerca de allí, la joven hija de la señora Ru juega afuera, mientras su madre se dedica a un exótico cultivo de pitayas, que brotan de extraños tallos delgados que se asemejan a las partes de un cactus.

Rumbo al centro de la aldea, llegamos a la Calle del Comercio, el orgullo de Peizhai. Es un centro para los negocios locales y, para muchos aldeanos, representa la realización de esperanzas y sueños; el retrato de una aldea china tradicional atrapada en la modernidad. Mientras una tienda de electrónicos exhibe televisores relucientes, lavadoras y unidades de aire acondicionado, afuera un anciano vende frutas desde la parte trasera de un carrito de madera. Mientras ondean enérgicamente una bandera china en cada mano, un grupo de niños sigue con entusiasmo los pasos de su instructor en una escuela de baile latino. Incluso aquí estamos expuestos al largo brazo del comercio electrónico chino, y una tienda de JD.com sirve como centro de entrega para las compras en línea. Su propietario, el señor Yang, está casado y tiene dos hijos de 21 años.

Una tienda de conveniencia, operada por Postal Savings Bank of China, tiene estanterías bien surtidas de comida no perecedera y artículos para el hogar, y los titulares de cuentas bancarias pueden gozar de un sistema de vales preferenciales para ahorrar. Sin embargo, la dueña del local, que tiene seis meses de embarazo, viste un grueso abrigo detrás del mostrador para combatir el hecho de que su tienda no tiene calefacción. Esta aldea sigue siendo un trabajo en progreso, pero su gente se enorgullece de ello, y con toda la razón.

Peizhai ha logrado alcanzar el Sueño Chino gracias a la generosidad del secretario Pei Chunliang y al apoyo del PCCh. La gratitud de la gente del pueblo es evidente. Las pancartas exhortan a las personas a “aprender de Pei Chunliang”, y una exposición que celebra los logros locales del Partido Comunista ha sido preparada con orgullo en la plaza del pueblo. Pero la narración del desarrollo de Peizhai es también un complejo tapiz de historias individuales. Éxitos y fracasos, y triunfos y derrotas en una escala menor y personal, han contribuido a hacer de la aldea lo que es ahora, y seguirán haciéndolo mientras el pueblo de Peizhai forja su camino hacia el futuro.

En la sala de exposiciones me llama la atención una gran foto grupal tomada durante una celebración en 2015. “Somos una familia”, dice el pie de foto. A pesar de todos los cambios que llegan con la modernización, ese es el espíritu perdurable que hace de Peizhai un pueblo con identidad propia y muy especial.

Los esfuerzos que China ha hecho para erradicar la pobreza han sido enormes. El país ha sacado a más de 800 millones de personas de la pobreza desde la década de 1970, y fue uno de los mayores contribuyentes en términos del cumplimiento global de los Objetivos de Desarrollo del Milenio en 2015. Durante una reciente visita a la aldea de Peizhai, en la provincia central china de Henan, fui testigo de los logros alcanzados por una comunidad en su camino a la modernización, y las formas en las que, a pesar del acelerado ritmo de cambio, ha logrado mantener sus tradiciones locales con vida.

Mientras el tren de alta velocidad atraviesa el campo de Henan y nos deja en la ciudad de Xinxiang, recuerdo lo altas que son las apuestas cuando se trata del desarrollo regional en China. Con una población cercana a los seis millones, esta ciudad provincial, de la cual nunca había escuchado, tiene más habitantes que muchas capitales europeas. Si fuera un país, la provincia de Henan en su totalidad sería la duodécima nación más poblada del mundo. Mientras termino de digerir estas cifras, tomamos un bus para seguir nuestro camino hacia Peizhai, donde realmente conoceré la vida rural en China.

Un aldeano de Peizhai alimenta a sus peces

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El agua como símbolo de esfuerzo

El centro de la aldea está marcado por el sistema en desuso de un antiguo pozo de agua, como símbolo de tiempos pasados más difíciles. Hoy en día, los aldeanos tienen maneras más convenientes para acceder al agua, sin embargo, hace diez años las luchas cotidianas a las que se enfrentaban las personas aquí eran algunas de las más fundamentales. Víctima de su geografía y encestada bajo la sombra de las montañas Taihang, Peizhai se enfrentó a una escasez de agua regular, tan aguda que entorpeció su desarrollo. Hay imágenes aéreas que evidencian la enorme transformación del paisaje gracias a los modernos embalses y sistemas de riego de la aldea: donde antes tan solo se podía ver un terreno infértil, ahora los suelos han sido transformados en verdes hectáreas de cultivos. “El agua es de suma importancia para la aldea”, explica Pei Chunliang, secretario del PCCh ante la Comunidad de Peizhai y filántropo local empírico, que personalmente ha invertido una gran cantidad de dinero en la zona. “Nuestro progreso se ha dado gracias a una fuente confiable de agua”.

Dado que los edificios originales de la aldea han sido demolidos en su mayoría para poder construir nuevas estructuras, visitamos una comunidad cercana, que no ha gozado del mismo ritmo de desarrollo, para comprender cómo solía ser la vida aquí: la aldea de Dawangzhuang. Allí, un camino improvisado recorre los lados de casas destartaladas, muchas de ellas vacías y descuidadas. Algunos perros hurgan la basura arrumada a un lado de la calle. Las personas aún subsisten casi en su totalidad de la agricultura.

Los visitantes de Peizhai son recibidos en una plaza espaciosa con obras de arte diseñadas por estudiantes de escuela locales. Es posible hacer uso de canchas de básquet, mesas de ping-pong y equipos para hacer ejercicio bien mantenidos, y las familias que antes vivían en chozas arruinadas, ahora residen en casas modernas y adosadas, distribuidas en filas organizadas. A medida que el país se desarrolla, estas son las imágenes que se pueden encontrar en los pueblos a lo largo y ancho de China.

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