Globalizar la paz es la clave para el futuro

2017-02-27 09:41:06
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No existe hoy sin ayer. Analizar los acontecimientos históricos nos permite despertar la conciencia de las nuevas generaciones. Bajo esta visión, especialistas de China, América Latina, Estados Unidos y Alemania se reunieron en la Universidad de Shanghai en la Conferencia Internacional “La Guerra Fría y América Latina”, los días 19 y 20 de noviembre. Organizada por el Centro de Estudios Globales, coincidió con el establecimiento del Centro de Estudios de América Latina de dicha alta casa de estudios. “Me parece necesario analizar la Guerra Fría desde otros lugares, no solamente desde el papel de Estados Unidos y la Unión Soviética, sino de otros que fueron influyentes como China”, explica Aldo Marchessi, del Centro de Desarrollo de la Universidad de la República (Uruguay).

Los asistentes a la Conferencia Internacional “La Guerra Fría y América Latina”. Abel Rosales Ginarte

Los asistentes a la Conferencia Internacional “La Guerra Fría y América Latina”. Abel Rosales Ginarte

Después de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) surge la Guerra Fría, un enfrentamiento entre el bloque occidental liderado por Estados Unidos, y el bloque de Europa de Este con la Unión Soviética al frente. Se prolongó desde la posguerra hasta la disolución de la Unión Soviética. Tal acontecimiento puso al mundo al borde una guerra nuclear. Su huella, 25 años después de su fin, es analizada desde China. “La historia ha probado una y otra vez que sin paz no hay desarrollo, que sin estabilidad no hay prosperidad. Es importante abandonar la mentalidad de la Guerra Fría y construir un nuevo concepto de seguridad común, integral, cooperativa y sostenible”. Así expuso ante el mundo la posición de China el presidente Xi Jinping, durante la conferencia de empresarios de las economías del G-20, el llamado B-20, en la ciudad china de Hangzhou el 4 de septiembre pasado.

Los Global Sixties y China

El contexto de los Global Sixties ofrece una oportunidad ideal para investigar sobre la difusión y la trasmisión de ideas en ese periodo. Erick Zolov, director del Centro de Estudios de América Latina y el Caribe de la Universidad de Stony Brook, de Nueva York, en Estados Unidos, se ha especializado en el tema. “En esta conferencia tuvimos una plática muy rica sobre si China pertenece a la idea de los Global Sixties y, por otro lado, sobre si los Global Sixties llegaron a China; sobre si China se quedó aislada en algún momento de los sesenta por su Revolución Cultural, sobre lo paradójico de que la Revolución China y la Revolución Cultural tuvieran un impacto muy importante en la conceptualización de lo que llamamos Global Sixties fuera de China, sobre si todo lo que pasaba en Occidente, empezando con las ideas de rebelión juvenil, estilos y música, llegó o no a China”, destaca.

Pero los tiempos han cambiado favorablemente para América Latina, sostiene Zolov: “Para mí la hegemonía que tenía EE. UU. sobre América Latina casi ya no existe. Hay más soberanía, más democracia, más opciones de desarrollo que nunca antes y China tiene un papel en ese sentido. China llega como el nuevo participante a nivel económico, no ideológico, y eso le da más opciones a América Latina”.

La evolución del pensamiento de la Nueva China

El marxismo-leninismo con características chinas toma vida sustentado en la determinación de Mao Zedong (1893-1976) de utilizar la teoría de la lucha de clases para analizar la sociedad china. Fue importante la revisión del modelo soviético desde la experiencia china. “En esta evolución cuenta el espíritu racional y práctico de la escuela confuciana”, reconoce el sinólogo peruano, Guillermo Dañino, en la Enciclopedia de la Cultura China.

“Lograr que lo extranjero sirva a China y lograr que el pasado sirva al presente”, fue el planteamiento de Mao en 1956. Su principal camino fue priorizar el desarrollo del campo y reservar la industrialización para una etapa posterior. Como teoría y práctica de la Revolución Socialista, su pensamiento tuvo una gran influencia en América Latina. La creación del Instituto Chileno-Chino de Cultura en 1952 por Salvador Allende, Pablo Neruda, José Venturelli, entre otros, la Ley de Reforma Agraria en el gobierno de Jacobo Arbenz en Guatemala en 1952 y los contactos de intelectuales con el dragón asiático son algunos ejemplos.

Durante su última visita realizada a Chile en noviembre pasado, el presidente Xi Jinping recordó la influencia de la Revolución China en dicho país en un artículo publicado en el diario El Mercurio: “Pablo Neruda hizo muchos viajes a China, dejándonos poemas como Canción de la tierra china y Viento en el Asia, en alabanza y bendición a China. Sus obras, que gozan de una enorme popularidad en China, han influido sobre numerosos poetas chinos. El famoso pintor chileno José Venturelli, quien vivió muchos años en China, creó tomando como referencia la técnica china de tinta y lavado, un buen número de obras como El Río Yangtsé, cuadro pletórico de su profundo amor a China. En estos poemas y cuadros está cristalizado el hondo sentimiento de la amistad entre los pueblos chino y chileno. Ellos fundaron el Instituto Chileno-Chino de Cultura, la primera organización civil de América Latina de amistad con China, promoviendo a un gran número de personalidades con perspicacia a dedicarse a la causa de la amistad sino-chilena”.

Voces desde Argentina y Uruguay

Invitados por el Consejo Chino por la Paz y por la Casa del Encuentro Chino-Argentino, fundada a fines de la década de 1950, muchos intelectuales argentinos han visitado China. Salvador Marinaro, del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) de Argentina, explica: “Después de 1949 tenemos una primera etapa que está vinculada con escritores pacifistas en contra de la Guerra de Corea, invitados por instituciones chinas para que reconocieran cuál era el espacio chino y las transformaciones generadas por la Revolución China. Hubo después una segunda etapa relacionada con la primera recepción del pensamiento de Mao en 1964 sobre todo, y luego una tercera etapa vinculada con ejercicios políticos, entrenamientos militares y trabajo de campo entre intelectuales y técnicos, como siquiatras y economistas”.

Impresionante fue la labor de Vicente Rovetta, periodista y miembro del Partido Comunista de Uruguay. Según el investigador Zhang Kun, del Instituto de Arte Liberal de la Universidad de Shanghai, Rovetta, con la editorial Nativa Libros, se encargó de distribuir y vender libros y prensa china en Uruguay y América Latina entre 1963 y 1966. Revistas tan conocidas como China Reconstruye (actual China Hoy) y Beijing Informa llegaron al otro lado del mundo. Nativa Libros fue el centro de distribución en el Río de la Plata.

25 años después de su fin, la Guerra Fría le recuerda al mundo que la inteligencia humana debe estar por encima de intereses hegemónicos. Se debe pensar en la estabilidad y el bienestar social. Globalizar la paz y el desarrollo es la clave para el futuro. Ese es el legado fundamental de la Conferencia Internacional “La Guerra Fría y América Latina”.

No existe hoy sin ayer. Analizar los acontecimientos históricos nos permite despertar la conciencia de las nuevas generaciones. Bajo esta visión, especialistas de China, América Latina, Estados Unidos y Alemania se reunieron en la Universidad de Shanghai en la Conferencia Internacional “La Guerra Fría y América Latina”, los días 19 y 20 de noviembre. Organizada por el Centro de Estudios Globales, coincidió con el establecimiento del Centro de Estudios de América Latina de dicha alta casa de estudios. “Me parece necesario analizar la Guerra Fría desde otros lugares, no solamente desde el papel de Estados Unidos y la Unión Soviética, sino de otros que fueron influyentes como China”, explica Aldo Marchessi, del Centro de Desarrollo de la Universidad de la República (Uruguay).

Los asistentes a la Conferencia Internacional “La Guerra Fría y América Latina”. Abel Rosales Ginarte

Los asistentes a la Conferencia Internacional “La Guerra Fría y América Latina”. Abel Rosales Ginarte

Después de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) surge la Guerra Fría, un enfrentamiento entre el bloque occidental liderado por Estados Unidos, y el bloque de Europa de Este con la Unión Soviética al frente. Se prolongó desde la posguerra hasta la disolución de la Unión Soviética. Tal acontecimiento puso al mundo al borde una guerra nuclear. Su huella, 25 años después de su fin, es analizada desde China. “La historia ha probado una y otra vez que sin paz no hay desarrollo, que sin estabilidad no hay prosperidad. Es importante abandonar la mentalidad de la Guerra Fría y construir un nuevo concepto de seguridad común, integral, cooperativa y sostenible”. Así expuso ante el mundo la posición de China el presidente Xi Jinping, durante la conferencia de empresarios de las economías del G-20, el llamado B-20, en la ciudad china de Hangzhou el 4 de septiembre pasado.

Los Global Sixties y China

El contexto de los Global Sixties ofrece una oportunidad ideal para investigar sobre la difusión y la trasmisión de ideas en ese periodo. Erick Zolov, director del Centro de Estudios de América Latina y el Caribe de la Universidad de Stony Brook, de Nueva York, en Estados Unidos, se ha especializado en el tema. “En esta conferencia tuvimos una plática muy rica sobre si China pertenece a la idea de los Global Sixties y, por otro lado, sobre si los Global Sixties llegaron a China; sobre si China se quedó aislada en algún momento de los sesenta por su Revolución Cultural, sobre lo paradójico de que la Revolución China y la Revolución Cultural tuvieran un impacto muy importante en la conceptualización de lo que llamamos Global Sixties fuera de China, sobre si todo lo que pasaba en Occidente, empezando con las ideas de rebelión juvenil, estilos y música, llegó o no a China”, destaca.

Pero los tiempos han cambiado favorablemente para América Latina, sostiene Zolov: “Para mí la hegemonía que tenía EE. UU. sobre América Latina casi ya no existe. Hay más soberanía, más democracia, más opciones de desarrollo que nunca antes y China tiene un papel en ese sentido. China llega como el nuevo participante a nivel económico, no ideológico, y eso le da más opciones a América Latina”.

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