La energía solar irradia el futuro de China

2017-02-13 08:57:34
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Los logros en el desarrollo económico y la reducción de la pobreza no han tenido precedentes en China. A pesar de esto, nunca debemos olvidar la extrema pobreza que afrontó el país en 1949, después de un siglo de invasiones extranjeras y guerras. En 1950, solo diez naciones tenían un PIB per cápita por debajo del de China. El hecho de que en 2015 en el país se hayan alcanzado ingresos de clase media alta, según lo establecido por el Banco Mundial, con el mayor PIB per cápita entre los países con mayor población mundial, es un progreso extraordinario.

La figura 1 muestra cómo China ha ido cerrando la brecha que la separa del país económicamente más desarrollado del mundo, Estados Unidos. En 2014, el PIB per cápita de China era solo el 14 % del de EE. UU. a los tipos de cambio actuales y, más significativamente para las tendencias a largo plazo, solo el 25 % de las paridades de poder adquisitivo (PPP, siglas en inglés). Esta brecha en el PIB demuestra que el nivel de productividad global de China es aproximadamente una sexta parte del de EE. UU. a los tipos de cambio actuales y una cuarta de las PPP. Durante varias décadas la principal tarea económica de China ha sido aumentar su productividad situando su economía al mismo nivel per cápita que la de los países más desarrollados.

Productividad de las economías avanzadas

Es necesario disminuir la brecha productiva con las economías avanzadas que afectan decisivamente los sectores económicos más importantes de China. Un rasgo clave incluso de las economías más desarrolladas es que la productividad manufacturera crezca más rápidamente que la no manufacturera. Esto significa en la práctica que la productividad manufacturera aumenta a mayor velocidad que los servicios productivos. Ambos sectores juntos constituyen una aplastante mayoría en la economía moderna.

Tomando como referencia a EE. UU., la más avanzada economía mundial, durante todo el periodo de la “revolución de Internet” en ese país el sector manufacturero creció mas rápidamente que el no manufacturero. La economía total no agrícola de EE. UU. incluye la manufactura, un sector de crecimiento de la productividad superior al promedio, y el crecimiento medio de la productividad no manufacturera es incluso más bajo que para toda la economía no agrícola.

La energía solar irradia el futuro de China

Consecuentemente, desde la ralentización del crecimiento en el periodo de la crisis financiera internacional después de 2007, la tasa de crecimiento de la productividad manufacturera de EE. UU. disminuyó su velocidad de crecimiento casi a la mitad de la no manufacturera. Durante el lapso de expansión económica más acelerado, de 1990 a 2007, el crecimiento de la productividad en la industria manufacturera fue casi el doble que la no manufacturera.

Esto significa que el crecimiento de la productividad es más rápido en el sector manufacturero que en el de servicios, en momentos en que uno de los objetivos de la economía de China es disminuir la brecha con las más avanzadas economías. En términos generales, la productividad es un factor decisivo. Por ejemplo, el Instituto Global McKingsey, basado en su experiencia internacional, calcula el potencial a largo plazo de sectores económicos de China como se muestra en la tabla 1.

La energía solar irradia el futuro de China

El más elevado potencial de crecimiento anual de la productividad es de un 8 % en la I+D de productos manufacturados, 6 % en productos de capital intensivo y un 5 % en bienes de consumo. Esto puede compararse solamente con el 4 % de los servicios no financieros y el 1 % de los servicios financieros.

Suministro de energía

China posee muchas claves para impulsar la producción como parte de su estructura económica. Pero el suministro de energía renovable es crucial tanto en la lucha contra el cambio climático como en la combinación de factores económicos nacionales e internacionales.

El suministro de energía eléctrica en el país se considera menos desarrollado que el de las más avanzadas economías. Representa solo el 31 % per cápita del de EE. UU., comparado con el 56 % de Alemania, el 62 % de Japón y el 76 % de Corea del Sur. El suministro energético es necesario para el completo funcionamiento de la economía, por lo que China no podrá mejorar sus niveles económicos y de productividad sin un crecimiento considerable en este sentido.

Aunque el suministro de energía eléctrica per cápita de China está por debajo del de las economías desarrolladas, es el mayor en términos totales, alrededor de un 30 % más que el de Estados Unidos. No obstante, para alcanzar los niveles per cápita del suministro de EE. UU., China debería triplicar su producción. China, por lo tanto, se enfrenta a décadas de mayor suministro de energía en su mercado interno, lo cual empequeñecería a todos los demás. Sin embargo, las autoridades políticas encargadas saben que es altamente dañino desde el punto de vista ecológico. Los últimos datos comparables internacionalmente del Banco Mundial son de 2013 y muestran que el 75 % de la electricidad de China fue generada por el carbón, en comparación con el 47 % de Alemania, el 40 % de Estados Unidos y el 32 % de Japón.

Sobre las fuentes de energía alternativas, China saca provecho de las hidroeléctricas, las cuales representan el 17 % de la producción de energía eléctrica en el país, comparado con el 4 % de Alemania, el 6 % de Estados Unidos y el 8 % de Japón. Pero las proporciones en el suministro de electricidad generada están atrasadas con respecto a las otras principales economías.

Los últimos datos comparables internacionalmente de 2012 del Banco Mundial reflejan que el país produce el 2,7 % del suministro eléctrico a partir de fuentes renovables que no son hidroeléctricas, comparado con el 4,6 % de Japón, el 5,5 % de Estados Unidos y el 19,5 % de Alemania. Esto ocurre a pesar de que China es el mayor productor de paneles solares.

Paneles solares

La clave de la tendencia mundial en este campo es que el suministro de fuentes renovables de energía, la solar en particular, se expande rápidamente, mientras sus precios disminuyen. En junio de 2016, Bloomberg Technology tomó nota de los estimados de la Agencia Internacional de Energía Renovable: “El costo promedio de la electricidad con sistema fotovoltaico se calcula que caerá un 59 % en 2025”. Por consiguiente: “La cantidad de electricidad generada mediante paneles solares puede aumentar hasta seis veces para 2030, así como el coste de la producción caerá en las plantas de gas natural y de carbón (…). Las plantas solares que utilizan tecnología fotovoltaica podrían representar entre el 8 y el 13 % de la producción eléctrica mundial en 2030, en comparación con el 1,2 % de finales de 2015”. Los cálculos de Bloomberg New Energy Finance fueron esencialmente de similar pronóstico: “La energía solar fotovoltaica crecerá hasta ser el 15 % del total de la energía generada en 2040”.

China fue el mayor productor de paneles solares en 2009. Liang Zhipeng, jefe de la División de Energías Renovables de la Administración Nacional de Energía, estimó que en 2015 China contaba con un 70 % de la producción de paneles solares, 43 gigavatios (GW).

La energía solar mantiene un acelerado ritmo de innovación tecnológica con importantes mejoras en el potencial calidad/precio, donde la I+D juega un papel decisivo. Junto a los niveles de productividad académica que toman como base la I+D, China es líder mundial en el campo de las energías renovables. KIC InnoEnergy, establecida por el Instituto Europeo de Innovación y Tecnología como una iniciativa que persigue nuevos caminos para avanzar en la innovación, concluyó que la Academia China de Ciencias es la primera de su tipo en el mundo en investigaciones académicas relacionadas con la energía sostenible: “Las instituciones de investigación de China marchan muy por delante de sus pares de Europa y Estados Unidos en energía sostenible, innovación, energía solar y eólica, recursos oceánicos, redes y edificios inteligentes”. Nueve de las 15 principales instituciones de investigación en ese ámbito se encuentran en China.

Todavía existen debilidades en la transferencia de investigaciones académicas entre compañías, pero Diego Pavia, quien lidera KIC InnoEnergie, destaca: “Los investigadores chinos nos han dicho: 'Hemos aprendido tanto como podíamos de Europa, ahora tenemos que desarrollar y crear nuestra innovación'. Ellos han decidido hacerlo, así que no tengo ninguna duda de que lo lograrán”.

La magnitud del mercado chino de energía solar otorga beneficios decisivos para el sector. Entre 2011 y 2015, la capacidad solar instalada aumentó 13 veces. En 2015, la capacidad del país representaba más de una cuarta parte de las instalaciones solares del mundo. Con 43,2 GW de capacidad solar total a finales de ese año, China superó a Alemania, el país que lideraba dicho sector.

China promoverá rápidamente la expansión de este mercado. Su plan es instalar más del triple de su capacidad solar para finales de 2020, agregando anualmente de 15 a 20 GW de energía fotovoltaica por los próximos cinco años.

La energía solar es crucial para el desarrollo de la energía renovable en la lucha contra el cambio climático. Pero también lo es económicamente con un mercado global creciente. En el principal mercado interno del mundo, con una escala inigualable de producción y una capacidad de investigación establecida, la energía solar se sustenta en la I+D de la industria manufacturera, que es determinante para el futuro de China.

*el autor John Ross es investigador del Instituto de Estudios Financieros Chongyang de la Universidad del Pueblo de China.

Los logros en el desarrollo económico y la reducción de la pobreza no han tenido precedentes en China. A pesar de esto, nunca debemos olvidar la extrema pobreza que afrontó el país en 1949, después de un siglo de invasiones extranjeras y guerras. En 1950, solo diez naciones tenían un PIB per cápita por debajo del de China. El hecho de que en 2015 en el país se hayan alcanzado ingresos de clase media alta, según lo establecido por el Banco Mundial, con el mayor PIB per cápita entre los países con mayor población mundial, es un progreso extraordinario.

La figura 1 muestra cómo China ha ido cerrando la brecha que la separa del país económicamente más desarrollado del mundo, Estados Unidos. En 2014, el PIB per cápita de China era solo el 14 % del de EE. UU. a los tipos de cambio actuales y, más significativamente para las tendencias a largo plazo, solo el 25 % de las paridades de poder adquisitivo (PPP, siglas en inglés). Esta brecha en el PIB demuestra que el nivel de productividad global de China es aproximadamente una sexta parte del de EE. UU. a los tipos de cambio actuales y una cuarta de las PPP. Durante varias décadas la principal tarea económica de China ha sido aumentar su productividad situando su economía al mismo nivel per cápita que la de los países más desarrollados.

Productividad de las economías avanzadas

Es necesario disminuir la brecha productiva con las economías avanzadas que afectan decisivamente los sectores económicos más importantes de China. Un rasgo clave incluso de las economías más desarrolladas es que la productividad manufacturera crezca más rápidamente que la no manufacturera. Esto significa en la práctica que la productividad manufacturera aumenta a mayor velocidad que los servicios productivos. Ambos sectores juntos constituyen una aplastante mayoría en la economía moderna.

Tomando como referencia a EE. UU., la más avanzada economía mundial, durante todo el periodo de la “revolución de Internet” en ese país el sector manufacturero creció mas rápidamente que el no manufacturero. La economía total no agrícola de EE. UU. incluye la manufactura, un sector de crecimiento de la productividad superior al promedio, y el crecimiento medio de la productividad no manufacturera es incluso más bajo que para toda la economía no agrícola.

La energía solar irradia el futuro de China

Consecuentemente, desde la ralentización del crecimiento en el periodo de la crisis financiera internacional después de 2007, la tasa de crecimiento de la productividad manufacturera de EE. UU. disminuyó su velocidad de crecimiento casi a la mitad de la no manufacturera. Durante el lapso de expansión económica más acelerado, de 1990 a 2007, el crecimiento de la productividad en la industria manufacturera fue casi el doble que la no manufacturera.

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