Shang: inscripciones en caparazón de tortuga

2013-12-20 13:00:28
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En los círculos académicos, la dinastía Xia es considerada la primera de la antigua China. Pero su existencia es esencialmente conjetural, ya que se basa tan solo en documentos históricos, no en pruebas arqueológicas concluyentes. Por el contrario, la realidad histórica de la dinastía Shang es aceptada unánimemente, puesto que la corroboran infinidad de testimonios materiales y documentales.

Esta dinastía, que se fundó en el siglo XVI a. de C. y se prolongó durante casi seis centurias, trasladó varias veces su capital hasta fijarla en Yin, actual Anyang (provincia de Henan). Cabe decir que en este periodo, con la formación de un estado y la institucionalización de la propiedad privada, China entró de lleno en su proceso de civilización.

Los hallazgos arqueológicos —en su mayoría objetos de bronce e inscripciones oraculares sobre huesos de animales y caparazones de tortuga— demuestran que la civilización china de aquella época había alcanzado un alto grado de desarrollo.

Inscripciones en el caparazón de tortuga, origen de los caracteres chinos

Las inscripciones adivinatorias se descubrieron por pura casualidad. Un buen día de principios del siglo XX, un erudito de Beijing fue a una farmacia de medicina tradicional y compró varios fragmentos de huesos de mamíferos y de caparazón de tortuga. Enseguida se dio cuenta de que en ellos había grabados caracteres antiquísimos. Indagando la procedencia de los huesos y caparazones, descubrió que unos labriegos de Xiaotun (pueblo situado al noroeste de Anyang) los habían recogido en el campo y los habían vendido a la farmacia. Posteriores investigaciones confirmaron que los caracteres grabados en aquellos huesos y caparazones pertenecían a la dinastía Shang y que la ciudad de Yin, donde esta fijó su capital, se encontraba en los alrededores del pueblo de Xiaotun. 

En lo que resultó ser el yacimiento arqueológico más importante descubierto en China en el siglo XX, se exhumaron gran cantidad de valiosos objetos, en su mayor parte inscripciones oraculares y bronces. Antes de utilizarlos en los ritos adivinatorios, los omóplatos de mamíferos y los caparazones de tortuga se preparaban quitándoles primero los restos de carne y sangre, y luego puliéndolos. A continuación, en su interior se practicaban varios agujeros observando determinado orden y el chamán inscribía su nombre, la fecha y la pregunta. Acto seguido, el hueso o el caparazón se calentaba hasta que se resquebrajaba siguiendo la línea marcada por los huecos. En esas grietas, el chamán era capaz de leer «la respuesta de los dioses». Si el augurio se cumplía, el hueso o caparazón se conservaba como archivo oficial.

En los más de 160 000 fragmentos de huesos y caparazones descubiertos en Yin —algunos de ellos bien conservados— figuran unos 4000 caracteres diferentes. Los investigadores han estudiado unos 3000 de ellos, pero solo se han puesto de acuerdo sobre el significado de alrededor de mil. En cuanto a los restantes, algunos resultan indescifrables y otros son interpretados por los estudiosos de maneras muy diversas. Con todo, los mil caracteres descifrados son suficientes para conocer bastante a fondo la política, la economía y la cultura de la dinastía Shang.

La metalurgia del bronce de esta dinastía era la más avanzada del mundo. Entre los miles de objetos de esta aleación desenterrados en Yin, el más sobresaliente es el ding rectangular conocido como Simuwu, un caldero de dos asas y cuatro patas que pesa 875 kilos y mide 110 centímetros de largo, 78 de ancho y 133 de alto.

En los círculos académicos, la dinastía Xia es considerada la primera de la antigua China. Pero su existencia es esencialmente conjetural, ya que se basa tan solo en documentos históricos, no en pruebas arqueológicas concluyentes. Por el contrario, la realidad histórica de la dinastía Shang es aceptada unánimemente, puesto que la corroboran infinidad de testimonios materiales y documentales.

Esta dinastía, que se fundó en el siglo XVI a. de C. y se prolongó durante casi seis centurias, trasladó varias veces su capital hasta fijarla en Yin, actual Anyang (provincia de Henan). Cabe decir que en este periodo, con la formación de un estado y la institucionalización de la propiedad privada, China entró de lleno en su proceso de civilización.

Los hallazgos arqueológicos —en su mayoría objetos de bronce e inscripciones oraculares sobre huesos de animales y caparazones de tortuga— demuestran que la civilización china de aquella época había alcanzado un alto grado de desarrollo.

Inscripciones en el caparazón de tortuga, origen de los caracteres chinos

Las inscripciones adivinatorias se descubrieron por pura casualidad. Un buen día de principios del siglo XX, un erudito de Beijing fue a una farmacia de medicina tradicional y compró varios fragmentos de huesos de mamíferos y de caparazón de tortuga. Enseguida se dio cuenta de que en ellos había grabados caracteres antiquísimos. Indagando la procedencia de los huesos y caparazones, descubrió que unos labriegos de Xiaotun (pueblo situado al noroeste de Anyang) los habían recogido en el campo y los habían vendido a la farmacia. Posteriores investigaciones confirmaron que los caracteres grabados en aquellos huesos y caparazones pertenecían a la dinastía Shang y que la ciudad de Yin, donde esta fijó su capital, se encontraba en los alrededores del pueblo de Xiaotun. 

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