La diana hacia la que se desliza China
Por ANDRÉS LÓPEZ RODRÍGUEZ
Pocas disciplinas deportivas hay más desconocidas e incomprendidas que el curling, esa competición invernal con la que todos nos hemos cruzado alguna vez en televisión y en la que un miembro de un equipo de cuatro jugadores desliza una piedra barrigona y pulida de 20 kilos a lo largo de una pista de hielo, con dirección a una diana, mientras dos de sus compañeros barren el hielo para rectificar mínimamente su trayectoria.
Tampoco goza el curling de especial popularidad en China, pese a que su equipo femenino ganó en 2009 el Mundial celebrado en Corea del Sur o la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Vancouver 2010. Sin embargo, Beijing organizó en 2014 el Mundial Masculino, en lo que fue considerado su primer test de cara a los Juegos Olímpicos de Invierno 2022, y hace nada, entre los pasados 18 y 26 de marzo, la capital china volvió a ejercer de anfitriona, en este caso del 39º Mundial Femenino de Curling. Y el resultado de esa competición fue tan esperanzador como decepcionante, si es que eso es posible.
Una organización perfecta
Si fue esperanzador es porque, en contra de lo que podría haberse predicho, las gradas del Capital Gymnasium, uno de los recintos deportivos más antiguos de la capital china y donde se celebró el torneo, no estaban medio vacías. Cierto que la organización invitó a miles de estudiantes, muchos de los cuales no sabían hasta prácticamente ayer qué es el curling, pero el objetivo de su presencia no era solo poblar el graderío. El objetivo último era despertar interés por esta disciplina deportiva en unos jóvenes que tal vez se conviertan en apasionados espectadores olímpicos dentro de tan solo un lustro. No en vano, la organización regaló hasta 64.000 localidades a estos muchachos para que presenciaran los partidos.
“Estoy muy feliz de que haya venido tanta gente joven al campeonato, ellos son el futuro del curling”, dijo a la agencia Xinhua la escocesa Kate Caithness, presidenta de la Federación Internacional de Curling desde 2010. Tan apasionada se mostró la juventud china con la competición que se llegó a temer que semejante algarabía en torno al juego acabaría por desconcentrar a las deportistas.
“No tiene ningún tipo de influencia en la comunicación de las jugadoras”, dijo a pie de pista el entrenador de China, el canadiense Marcel Rocque. “Para ser honestos, es la primera vez que esto sucede en China. Tener gente, emoción y ruido es maravilloso”, añadió.
Caithness no dudó en calificar de “primera clase” la organización del evento, el cual ganará sin duda espectacularidad en Beijing 2022, cuando el torneo olímpico se dipute en el Cubo de Agua, la deslumbrante piscina construida para los JJ. OO. de Beijing 2008 y que será reconvertida temporalmente para acoger este deporte de invierno.
“Todos hablamos del legado de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos y este es un gran legado”, dijo Caithness tras visitar el Cubo de Agua. “Es un edificio icónico de Beijing y ha sido usado para muchos eventos. Ser capaces de utilizar el mismo edificio y transformarlo en una sede de deportes de invierno debe ser la primera vez que sucede en la historia. De una piscina a una pista de curling. Es emocionante”, señaló.
La decepción
Para los espectadores que se dieron cita en las gradas, la decepción fue el pobre rendimiento del equipo chino, que acabó en el penúltimo lugar de doce participantes, solo por delante de Dinamarca, conjunto que contó todos sus partidos por derrotas. China sumó dos victorias por hasta nueve derrotas, lo que impidió al equipo obtener un billete directo a los Juegos Olímpicos que el año que viene se disputan en Pyeongchang (Corea del Sur). Para competir allí tendrán que ganarse el derecho en un torneo clasificatorio.
“Somos un equipo creado hace poco y todavía tenemos tiempo para mejorar. Vamos a estar justos de tiempo para preparar el evento clasificatorio, pero confío en que estaremos en los Juegos de Invierno del próximo año en Pyeongchang”, dijo al terminar el torneo Zhou Yan, la primera jugadora de China.
Sin embargo y en justicia, de momento las posibilidades de China de competir, digamos, con Canadá son pocas. Aunque la población de China es enorme, es muy poca la gente que juega al curling. Mientras en Canadá hay un millón y medio de personas que practican este deporte y cerca de mil clubes, en China el número de deportistas federados no alcanza los 900, un vivero muy escaso de donde seleccionar un cuarteto competitivo.
“En realidad no hay gente que seleccionar para el equipo nacional; la cantidad de jugadoras no supera las 200”, confirmó Tan Weidong, miembro del cuerpo técnico de China.
China se ha propuesto que unos 300 millones de personas se involucren en los deportes de invierno de aquí a los Juegos Olímpicos de 2022, entre ellos el curling. Se trata de conseguir que el país, clasificado para todos los eventos como organizador, se muestre competitivo para deleite de los aficionados, los cuales disfrutarán de diferentes oportunidades en los próximos años de asistir a competiciones de élite que servirán como test olímpicos de cara a 2022. Pero el curling necesita algo más.
“El curling es un deporte totalmente diferente, debemos tener instalaciones dedicadas a él. Para nosotros, el mayor desafío es asegurarnos que tenemos muchas más instalaciones dedicadas al curling para que la gente lo pueda practicar”, señaló Caithness. En efecto, actualmente en Beijing tan solo hay una pista de curling, lo que limita sustancialmente las posibilidades de que potenciales futuros jugadores se apasionen por este deporte.
La presidenta de la Federación Internacional de Curling ha recomendado que se facilite a los niños en los colegios practicar en una pista casi igual, pero sin hielo.
El tiempo corre, y con él los organizadores de los Juegos de 2022. China tiene por delante un lustro para conseguir no solo que el torneo de curling sea tan perfecto como el Mundial celebrado en marzo, sino también para que sus equipos sean lo suficientemente competitivos para aspirar, por qué no, a la gloria olímpica.
Por ANDRÉS LÓPEZ RODRÍGUEZ
Pocas disciplinas deportivas hay más desconocidas e incomprendidas que el curling, esa competición invernal con la que todos nos hemos cruzado alguna vez en televisión y en la que un miembro de un equipo de cuatro jugadores desliza una piedra barrigona y pulida de 20 kilos a lo largo de una pista de hielo, con dirección a una diana, mientras dos de sus compañeros barren el hielo para rectificar mínimamente su trayectoria.
Tampoco goza el curling de especial popularidad en China, pese a que su equipo femenino ganó en 2009 el Mundial celebrado en Corea del Sur o la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Vancouver 2010. Sin embargo, Beijing organizó en 2014 el Mundial Masculino, en lo que fue considerado su primer test de cara a los Juegos Olímpicos de Invierno 2022, y hace nada, entre los pasados 18 y 26 de marzo, la capital china volvió a ejercer de anfitriona, en este caso del 39º Mundial Femenino de Curling. Y el resultado de esa competición fue tan esperanzador como decepcionante, si es que eso es posible.
Una organización perfecta
Si fue esperanzador es porque, en contra de lo que podría haberse predicho, las gradas del Capital Gymnasium, uno de los recintos deportivos más antiguos de la capital china y donde se celebró el torneo, no estaban medio vacías. Cierto que la organización invitó a miles de estudiantes, muchos de los cuales no sabían hasta prácticamente ayer qué es el curling, pero el objetivo de su presencia no era solo poblar el graderío. El objetivo último era despertar interés por esta disciplina deportiva en unos jóvenes que tal vez se conviertan en apasionados espectadores olímpicos dentro de tan solo un lustro. No en vano, la organización regaló hasta 64.000 localidades a estos muchachos para que presenciaran los partidos.
“Estoy muy feliz de que haya venido tanta gente joven al campeonato, ellos son el futuro del curling”, dijo a la agencia Xinhua la escocesa Kate Caithness, presidenta de la Federación Internacional de Curling desde 2010. Tan apasionada se mostró la juventud china con la competición que se llegó a temer que semejante algarabía en torno al juego acabaría por desconcentrar a las deportistas.
“No tiene ningún tipo de influencia en la comunicación de las jugadoras”, dijo a pie de pista el entrenador de China, el canadiense Marcel Rocque. “Para ser honestos, es la primera vez que esto sucede en China. Tener gente, emoción y ruido es maravilloso”, añadió.
Caithness no dudó en calificar de “primera clase” la organización del evento, el cual ganará sin duda espectacularidad en Beijing 2022, cuando el torneo olímpico se dipute en el Cubo de Agua, la deslumbrante piscina construida para los JJ. OO. de Beijing 2008 y que será reconvertida temporalmente para acoger este deporte de invierno.
“Todos hablamos del legado de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos y este es un gran legado”, dijo Caithness tras visitar el Cubo de Agua. “Es un edificio icónico de Beijing y ha sido usado para muchos eventos. Ser capaces de utilizar el mismo edificio y transformarlo en una sede de deportes de invierno debe ser la primera vez que sucede en la historia. De una piscina a una pista de curling. Es emocionante”, señaló.