Danzas misteriosas del Cham de la etnia tibetana
Entre los 56 grupos étnicos que habitan en el territorio chino, los tibetanos se consideran uno de los más antiguos, con una numerosa población ampliamente distribuida, y con una larga historia. Su rico acervo cultural y religión de más de mil años, forjaron su historia, cultura, credo y costumbres, y también a la propia etnia como tal. Bajo una densa atmósfera religiosa, llegaron a constituir una agrupación cuyos todos miembros profesan el budismo tibetano.
La danza, manifestación artística a través de la cual el hombre transmite lo que piensa y siente, usando el lenguaje corporal, forma parte indispensable de la vida de los tibetanos. Sus bailes lucen una gran variedad y riqueza de contenidos, con funciones, formas y movimientos diferentes. Algunas son muy alegres donde se plasma el sentir de los bailarines, y otras comunican a éstos con los dioses para rogarles amparo.
Comúnmente, las danzas tibetanas se dividen en dos tipos, las de diversiones populares y las de índole religiosa, pero ambas son ricas en contenido cultural y poseen estilos, formas y posturas elegantes muy peculiares. Entre las religiones, las del Cham encierra un género monástico ceremonial, y su origen y divulgación se encuentran inseparables del budismo tibetano. Pero debido a las sectas de esta religión, sus formas, accesorios de uso y ropa son diferentes.
El Cham se originó en el siglo VII cuando el monje indio Lianhuasheng arribó al Tíbet para predicar el budismo, entonces popular en la India. Sin embargo, se encontró con el rechazo del Bon, credo politeísta local. Para promover su religión, el monje se las ingenió al combinarla con este credo, conservando la doctrina budista y el respeto a su Dios máximo, Tathagata (Buda), y aceptando a los dioses del Bon como guardianes de la ley búdica, en adaptación a la psicología politeísta de los tibetanos. Como resultado de ello nació el budismo tibetano en la región, durante la dinastía Tang (618-907).
Más tarde, el monje indio adoptó elementos de los bailes locales, tales como ciertas partes fijas y las máscaras de los dioses, para crear danzas religiosas efectuadas en los actos ceremoniales y dedicadas a expulsar a los demonios, pedir fortuna para la próxima encarnación, predicar la ley búdica y la disposición de la Providencia, explicar las causas y efectos de los sucesos y representar historias del budismo.
Con el tiempo, este tipo de danza fue aceptada por las diversas sectas y recibió el nombre de Cham. Luego, el budismo se propagó por todas partes del Tíbet, hacia las otras comunidades tibetanas y a Mongolia Interior. Así, el Cham se nombra indistintamente por los diversos lugares. Los mongoles le dicen "Chama"; los manchúes "Saltar el buza"; y en la provincia de Qinghai se le nombra "Saltar el qian".
En China, siempre que se conmemora el natalicio de Sakiamuni, Día de Año Nuevo tibetano o fiesta del budismo tibetano, se realizan ceremonias del Cham en los Monasterios Drepung, Tashilhungpo y Samyae pertenecientes al Tibet, Tar de Qinghai, Labrang de la provincia de Gansu, Wudangzhao de Mongolia Interior, y Yonghegong de Beijing, que son los establecimientos de esta religión, catalogados como los más importantes. Miles y miles de creyentes, incluso familias enteras, viajan cientos de kilómetros para llegar con varios días de anticipación y asistir a las ceremonias, pidiéndole de rodillas amparo y favor a Buda.
El Cham incluye la gran danza de sacerdotes, compuesta por la danza de "animales" y la danza con instrumentos búdicos, en las cuales se usan gorros de plumas de aves y fajas de piel de tigres, entre otros objetos. Estas danzas, solemnes y carentes de canto, son imponentes, de ánimos disuasivos.
En la ocasión, mientras suena la música con trompetas, trompas, cilindros, címbalos y tambores colocados en el tejado del monasterio, los lamas entre viejos y jóvenes, disfrazados con máscaras de dioses y animales y empuñando armas e instrumentos búdicos, entran en la plaza según el orden de las jerarquías de los dioses, como anuncio del descenso de éstos. Al ritmo de los acordes retumbantes de la música, los dioses aceptan los saludos de los devotos postrados en el suelo, mientras los monjes desfilan bordeando la plaza, alzan las manos y avanzan girando sus cuerpos a modo de preludio al Cham.
Acto seguido, se presentan una serie de danzas supremas, incluyendo la del dios de la ley, la del demonio y la de Vajra para resaltar su fuerza infinita, la danza de la calavera para describir cómo retozan los diablillos del infierno, la del dios ciervo para traer fortuna a la gente, así como la del dios de la longevidad y la danza de la grulla inmortal para predicar limosna, riqueza y larga vida. Se bailan además la danza "Maha-Sattva" que muestra la ceremonia del sacrificio de alimentar al tigre, y la danza "Se paga por el bien y el mal", que son cuentos del budismo.
Entre todas, la danza de la calavera y la danza del dios ciervo son las más atractivas, más bellas y más admirada por los espectadores. Aunque también son danzas religiosas, no comunican la sensación de rigidez y tenebrosidad, sino de alegría, armonía y esperanza. Para poner ambiente y entretener a los asistentes, en los intervalos se realizan combates de lucha libre entre los monjes.
El Cham del Tíbet es similar en forma, contenido y fecha de celebración al Chama, danza ceremonial del budismo tibetano practicada por los mongoles durante la dinastía Yuan (1206-1368), sólo que difiere en los movimientos, la ropa y los instrumentos de uso.
La última parte del Cham representa la "expulsión de los demonios". Al final de este acto, los dioses envían a los malos espíritus presos, con la cabeza del diablo llamado duoma hecha con harina de cebada y aceite de yak. Después, bajo la escolta del "ejército del cielo", llevan la cabeza a un lugar abierto fuera del monasterio y la queman en una hoguera. Y así llegan al punto final los oficios del Cham, destinados a conjurar los males a favor de la armonía y felicidad del pueblo para el nuevo año.
Entre los 56 grupos étnicos que habitan en el territorio chino, los tibetanos se consideran uno de los más antiguos, con una numerosa población ampliamente distribuida, y con una larga historia. Su rico acervo cultural y religión de más de mil años, forjaron su historia, cultura, credo y costumbres, y también a la propia etnia como tal. Bajo una densa atmósfera religiosa, llegaron a constituir una agrupación cuyos todos miembros profesan el budismo tibetano.
La danza, manifestación artística a través de la cual el hombre transmite lo que piensa y siente, usando el lenguaje corporal, forma parte indispensable de la vida de los tibetanos. Sus bailes lucen una gran variedad y riqueza de contenidos, con funciones, formas y movimientos diferentes. Algunas son muy alegres donde se plasma el sentir de los bailarines, y otras comunican a éstos con los dioses para rogarles amparo.
Comúnmente, las danzas tibetanas se dividen en dos tipos, las de diversiones populares y las de índole religiosa, pero ambas son ricas en contenido cultural y poseen estilos, formas y posturas elegantes muy peculiares. Entre las religiones, las del Cham encierra un género monástico ceremonial, y su origen y divulgación se encuentran inseparables del budismo tibetano. Pero debido a las sectas de esta religión, sus formas, accesorios de uso y ropa son diferentes.
El Cham se originó en el siglo VII cuando el monje indio Lianhuasheng arribó al Tíbet para predicar el budismo, entonces popular en la India. Sin embargo, se encontró con el rechazo del Bon, credo politeísta local. Para promover su religión, el monje se las ingenió al combinarla con este credo, conservando la doctrina budista y el respeto a su Dios máximo, Tathagata (Buda), y aceptando a los dioses del Bon como guardianes de la ley búdica, en adaptación a la psicología politeísta de los tibetanos. Como resultado de ello nació el budismo tibetano en la región, durante la dinastía Tang (618-907).
Más tarde, el monje indio adoptó elementos de los bailes locales, tales como ciertas partes fijas y las máscaras de los dioses, para crear danzas religiosas efectuadas en los actos ceremoniales y dedicadas a expulsar a los demonios, pedir fortuna para la próxima encarnación, predicar la ley búdica y la disposición de la Providencia, explicar las causas y efectos de los sucesos y representar historias del budismo.
Con el tiempo, este tipo de danza fue aceptada por las diversas sectas y recibió el nombre de Cham. Luego, el budismo se propagó por todas partes del Tíbet, hacia las otras comunidades tibetanas y a Mongolia Interior. Así, el Cham se nombra indistintamente por los diversos lugares. Los mongoles le dicen "Chama"; los manchúes "Saltar el buza"; y en la provincia de Qinghai se le nombra "Saltar el qian".
En China, siempre que se conmemora el natalicio de Sakiamuni, Día de Año Nuevo tibetano o fiesta del budismo tibetano, se realizan ceremonias del Cham en los Monasterios Drepung, Tashilhungpo y Samyae pertenecientes al Tibet, Tar de Qinghai, Labrang de la provincia de Gansu, Wudangzhao de Mongolia Interior, y Yonghegong de Beijing, que son los establecimientos de esta religión, catalogados como los más importantes. Miles y miles de creyentes, incluso familias enteras, viajan cientos de kilómetros para llegar con varios días de anticipación y asistir a las ceremonias, pidiéndole de rodillas amparo y favor a Buda.