Las memorias de mi infancia en fotos

2019-10-31 15:18:10
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El otro día, al hurgar en una maleta con recortes de periódicos de mis ensayos escritos hace más de cuarenta años, me encontré con algunos viejos objetos, entre ellos un antiguo y voluminoso álbum.

El álbum ya comido por las polillas contenía varias fotos mías tomadas durante mi infancia. Miré fijamente mi carita en las desvanecidas fotos, sintiendo como si estuviera reviviendo mi infancia. Pero también sentí que mi niñez había desaparecido por tanto tiempo, que ya no me pertenecía.

Mi infancia, como se registró en aquellas antiguas fotos, era la mismo tiempo real e irreal.

En una de las fotos, era muy pequeño, probablemente solo tenía un año, como era costumbre en mi ciudad natal, tenía un gran adorno colgado en el pecho como un amuleto de la suerte, aquella foto había sido tomada hace más de medio siglo. ¿Era yo mismo en la etapa embrionaria de mi vida, con mis ojos que ignoraban este extraño mundo?

Recuerdo que otra foto, en la que yo estaba de pie, había sido tomada cuando tenía tres o cuatro años. Era invierno, y estaba vestida engorrosamente con un grueso vestido acolchonado de algodón, me veía asombrosamente ridícula. En otra foto, probablemente tomada al mismo tiempo, yo sostenía la mano de mi abuela, como ella me había estado cuidando desde que estaba en la cuna, nos habíamos vuelto inseparables el uno del otro. En la foto, ella parecía tener poco más de cincuenta años, además estaba girando ligeramente mi cabeza, como si tratara de hacerme mirar hacia adelante o contándome la trágica y conmovedora historia de Meng Jiang Nu haciendo un largo y difícil viaje en busca de su esposo. Ella tenía una cantidad ilimitada para contar cuentos, siempre pensé que estaba en posesión de un libro sin palabras lleno de historias fascinantes, que se convirtieron, por así decirlo, en las primeras obras literarias con las que tuve contacto en mi vida.

El fondo de las fotos estaba amarillento por y salpicado de motas borrosas, pero aún se podía percibir que había un gran agujero redondo en la pared moteada.

¿No era aquel agujero redondo una puerta circular? Me pregunté a mí mismo.

Sí, fue esa puerta de luna, tan familiar para mí en mi infancia: ¡una puerta de cuento de hadas!

Yo solía jugar en las losas del patio frente a la sala de la vieja casa donde había nacido, yo siempre estaba de pie, frente a la pared de azulejos, había varios tanques de agua para acumular las gotas de lluvia que goteaba desde los aleros. Al jugar al escondite con mis pequeños compañeros de juegos, me escondía detrás de una de las tinas, que eran más altas que yo y a ambos lados del patio había una puerta de luna. ¿Por qué las dos grandes puertas lunares siempre permanecieron presentes en mi memoria? ¿Fue porque diferían de las puertas rectangulares ordinarias y porque se parecen a la gran puerta redonda del legendario palacio en la luna? ¿O fue por el pequeño mundo entre las dos grandes puertas donde solía jugar felizmente? A menudo pienso en aquella vieja casa de mi ciudad natal, me trae muchísimos recuerdos de mi infancia.

A mediados del verano de 1960, regresé a mi antigua casa en la ciudad de Dinghai para una breve visita después de una larga ausencia de más de treinta años. Un día, durante el crepúsculo que a cada segundo se hacía más profundo, entré silenciosamente en Heng Tang Alley, un largo callejón de lajas entre dos altísimas paredes, allí donde el sol poniente arrojaba sus últimos rayos sobre una vieja casa del callejón. En la actual casa de alguien, encontré un camino y subí sus escalones de piedra. Su puerta estaba sin cerrar, así que la abrí. Por dentro todo estaba en silencio, mis ojos de repente se posaron en la puerta de la luna a ambos lados del patio. Sí, los mismos dos viejos, redondos y grandes agujeros. Solo que se veían mucho más pequeños de lo que eran en mi memoria y también estaban en un estado lamentable. El patio y el pasillo donde solía jugar con mis pequeños compañeros de juego de mi infancia ahora estaban llenos de sacos de diversos productos. ¡Así que mi antigua casa se había transformado desde hace mucho tiempo en el almacén de una tienda!

Dudé por un segundo en seguir adelante, sintiéndome perplejo y melancólico.

Quizás no debería haber regresado a mi ciudad natal para ver mi antigua casa y revivir mis experiencias del pasado, pero me preguntaba a menudo, si valía la pena o no volver para visitar mi antiguo hogar. Todo se ha ido, todo ha cambiado.

Lo único que aún quedaba era mi infancia en fotografías, después de encontrar algunos recortes de periódico de mis viejos escritos, volví a colocar en la maleta el álbum que había visto muchos más inviernos que yo. Luego, cuidadosamente puse la tapa de la maleta, los recuerdos de mi infancia, junto con el álbum, se hundieron nuevamente en el fondo de ella.

He Wei (1922-2011), es el seudónimo del escritor chino moderno He Jingye. He nació en abril en la ciudad Dinghai de la provincia Zhejiang. Trabajó en el Diario Wenhui como periodista, también fue guionista de los institutos cinematográficos de Shanghai, Jiangnan y Fyjian, pero fue más reconocido por sus ensayos.

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