Albizzia

CRI 2019-07-22 09:18:55
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“Albizzia” es una prosa escrita por Shi Tiesheng para exaltar el amor materno. Con un suave tono, el artículo narra en orden cronológico el premio de composición que ganó el autor cuando tenía diez años, la compañía de su madre cuando él estuvo enfermo, la estimulación que recibió para inclinarse a escribir novelas cuando tenía veinte años y su añoranza que se mezclaba la depresión, el dolor y la vergüenza por su madre cuando él tenía más de treinta años.

Albizzia


Obra completa:

A la edad de diez años, quedé en primer lugar en un concurso de composiciones. Mi madre aún era joven en ese momento y estaba ansiosa por hablarme de sí misma, diciendo que sus composiciones de la infancia eran aún mejores que las mías y que la maestra ni siquiera creía que una obra tan buena fuera escrita por ella. “La maestra vino a mi casa y preguntó si los adultos de la casa me habían ayudado, porque es posible que alguien de 10 años o escribiera.” Me decepcioné y me reí a propósito diciendo: “¿Es posible? ¿Qué significa, es posible o no es posible?”, Luego mi madre me lo explicó mientras yo fingía no prestar atención a sus palabras, porque estaba jugando tenis de mesa, ella estaba muy enojada, pero admito que ella es inteligente y es la mujer más guapa del mundo, además ella estaba haciendo una falda azul con flores blancas.

A la edad de veinte años, quede parapléjico. Aparte de pintar huevos para las personas, pensé que debería hacer otras cosas. Cambié de opinión varias veces, pero finalmente decidí aprender a escribir. Mi madre no era tan joven en aquel entonces, pero por la condición de mis piernas, le empezaron a salir canas. El hospital ha dejado claro que mi condición es definitiva, pero en mi madre aún piensa en curarme, encontrar a un médico en cualquier parte y gastar el dinero que sea necesario. Siempre pudo encontrar algunas medicinas extrañas y me las hacia comer, beber o fregar, aplicar, ahumar o cauterizar. “¡No pierdas el tiempo! ¡Es inútil!”, le dije que solo quería escribir novelas, como si pudiera salvar a los discapacitados de la miseria. “Inténtalo una vez más, ¿cómo puedes saber que será inútil sino lo intentas?”, dijo ella, que cada vez sostuvo devotamente la esperanza. Sin embargo, para mis piernas, no importaba cuantas esperanzas tuvieses, ni cuantas decepciones lograrás. La última vez, mi cadera fue quemada tras ser ahumada en un tratamiento. El médico del hospital dijo que esto era demasiado grave para los ungüentos, y que podría llevarme a la muerte. Ante eso, yo no tenía demasiado miedo, por el contrario, yo quería morir y estaría muy satisfecho. Mi madre estuvo muy asustada durante dos meses, permaneciendo despierta y vigilándome durante el día y la noche. Cada vez que ella cambiaba el apósito, dije: “¿Cómo puede quemarme? ¡Siempre estaba prestando atención!” Afortunadamente, la herida estaba mejorando, de lo contrario, ella se hubiera vuelto loca.

Más tarde ella descubrió que yo estaba escribiendo una novela y me dijo: “Hazlo cuidadosamente.” Allí noté es que ella finalmente estaba desesperada por curarme las piernas. “Me gustaba la literatura cuando yo era joven”, ella dijo: “Cuando tuve la misma edad que tú tienes ahora, también pensaba en escribir. Cuando eras niño, ganaste el primer lugar en un concurso de composiciones, ¿no?”. Los dos intentamos olvidar mis piernas paralizadas. Ella iba a todas las partes para pedir prestados libros, me llevaba al cine, aunque lloviera o nevará. Como en el pasado, volvió a buscar a médicos o preguntaba por curas milagrosas, además la esperanza volvió a ella.

A la edad de treinta años, se publicó mi primera novela. Mi madre ya había muerto. Después de algunos años, mi siguiente novela tuvo la suerte de ganar tres premios. En aquel entonces, mi madre me había dejado hace siete años.

Después de la premiación, muchos reporteros me visitaron para hacerme entrevistas. Todos fueron amables y buenos, pensé que mi vida no era fácil. Pero solo preparé un conjunto de palabras y me sentí molesto cuando las dije repetidamente. Escapé de allí saliendo en mi silla de ruedas y sentado en los tranquilos bosques del pequeño parque, pensaba: ¿Por qué Dios se llevó a mi madre tan pronto? Confusamente escuché la respuesta: “Su corazón estaba muy triste, Dios vio que no podía soportarlo más y se la llevó.” Mi corazón se tranquilizó un poco, abrí mis ojos y vi el viento soplando en el bosque. Salí de allí en mi silla de ruedas y paseé por la calle, sin querer volver a casa.

Después de la muerte de mi madre, nosotros nos mudamos. Rara vez iba al pequeño patio donde vivía mi madre. El pequeño patio estaba en el fondo de un patio más grande. De vez en cuando pasaba un rato en el gran patio, pero no quería ir al pequeño patio con la excusa de que era imposible pasar por allí en silla de ruedas. Mis ancianas vecinas todavía me miraban como a un nieto, especialmente cuando supieron que ya no tenía madre, pero no me lo dijeron. Siempre parloteaban y me culpaban por no visitarlas a menudo. Me sentaba en el patio, tomaba té y comía sandía. Un día, la gente finalmente mencionó a mi madre: “Vete al pequeño patio. ¡La Albizzia plantada por tu madre ha florecido este año!” Mi corazón temblaba tanto que rechacé la oferta con la excusa de siempre, que era difícil pasar una silla de ruedas por el pequeño patio. Todos empezaron a hablar otras cosas. Mencionaron que la pequeña casa en la que vivíamos antes, ahora vive una pareja y que la mujer acababa de dar a luz a un hijo. No lloraba, ni producía ruidos, simplemente entrecerraba los ojos en la sombra del árbol en la ventana.

No esperaba que el árbol aún estuviese vivo. En ese entonces, mi madre fue a la Oficina de Trabajo para buscarme un empleo. Cuando volvió, tenía una mimosa recién brotada que había recogido de la carretera. Todos pensamos que era una mimosa, la plantó en una maceta y al final descubrieron que fue un albizzia. A mi madre siempre le gustaron esas cosas, pero en ese momento todas sus ideas estaban en otro lugar. Al año siguiente, el árbol no brotó y mi madre suspiró profundamente por un rato, pero no estaba dispuesta a tirarlo y lo dejo crecer en un barreño. Al tercer año, le brotaron hojas al árbol y tenía mucha vida. Mi madre estuvo feliz durante muchos días, pensando que era un buen augurio. A menudo lo cuidó sin atreverse a cometer negligencia alguna. Un año después, sacó el árbol del barreño y lo plantó en la tierra que estaba frente a la ventana. Habló una y otra vez aún sin saber sobre cuántos años necesitaba este árbol para florecer. Al año siguiente, nos mudamos y la tristeza nos hizo olvidar aquel arbolito.

En lugar de pasear por la calle, pensé en ir a ver aquel árbol. También quiero ver la habitación donde vivía mi madre. Siempre recuerdo, que hay un niño que acaba de llegar a este mundo, no llora, ni hace ruidos, simplemente entrecierra los ojos en la sombra del árbol en la ventana. ¿Es esa la sombra de la albizzia? Es el único árbol en el pequeño patio. Las ancianas del patio me recibieron calurosamente, me sirvieron té y me dieron cigarrillos. Todo el mundo no sabe sobre el premio que gané o tal vez ya lo saben, pero no creen que sea importante, todavía me preguntan sobre mis piernas y si tengo un trabajo. Esta vez, es realmente imposible pasar la silla de ruedas por el pequeño patio. Las pequeñas cocinas de cada familia se han expandido y el pasillo, incluso no es lo suficientemente amplio para poder empujar una bicicleta hacia adentro y hacia afuera. Pregunté sobre el árbol. Todos decían que florece cada año y que es más alto que la casa. Dicho esto, ya no puedo verlo más. Si le pido a alguien que me lleve cuesta arriba para verlo, no sería imposible. Me arrepiento de no haber entrado con mi silla de ruedas a verlo durante los últimos dos años.

Tomé la silla de ruedas y paseé lentamente por la calle, sin apresurarme a volver a casa. A veces la gente solo quiere quedarse sola por un tiempo. La tristeza también es un placer.

Un día, aquel niño creció, pensando en la infancia, pensando en aquellos árboles temblorosos, pensando en su propia madre, que correría para ver el árbol. Pero no sabrá quién plantó aquel árbol y cómo se lo plantó.

Albizzia

Shi Tiesheng (4 de enero de 1951 al 31 de diciembre del 2010) fue un escritor y prosista de China. Cuando era joven, tenía las piernas paralizadas y padecía uremia, por lo que necesitaba diálisis para mantenerse con vida. Durante muchos años, Shi Tiesheng ha luchado en contra de aquella enfermedad y ha creado una gran cantidad de excelentes obras literarias y es bien sabido que fue paralítico. Es definitivamente uno de los mejores escritores de China en la nueva era. No transmite sus pensamientos a través de las obras, sino que guía a los lectores a explorar el significado de la vida.

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