Liao Zhai Zhi Yi: Zhang Cheng, una historia misteriosa entre hermanos
En la provincia de Henan vivía un hombre llamado Zhang, que originalmente pertenecía a la región de Shandong. Su esposa había sido capturada y llevada por los soldados de los Qingnes durante la guerra, en los últimos años de la Dinastía Ming. Como solía estar en Henan por negocios, finalmente se estableció allí y se casó con otra mujer local, con quien tuvo un hijo, Zhang Ne. Poco después, la segunda esposa murió, y se casó con otra dama, Niu, y tuvo otro hijo con ella, que se llamó Zhang Cheng. La tercera esposa era una mujer muy maliciosa y aterradora. Ella odiaba mucho al hijo mayor, Zhang Ne, y lo trataba como a un esclavo (o una bestia del campo), dándole solo la comida más grotesca, y haciéndole cortar un gran manojo de leña todos los días, y en caso de no cumplir con el pedido, ella lo golpeaba y abusaba de él de una manera muy vergonzosa. Por otro lado, secretamente reservó todos los ahorros para Zhang Cheng, y lo envió a la escuela.
Cuando Zhang Cheng creció y comenzó a comprender el significado de la piedad filial y el amor fraternal, no pudo soportar más este tratamiento de su madre hacia su hermano mayor, y habló en privado con su madre al respecto. Pero ella no le hizo caso.
Un día, cuando Zhang Ne estaba en las colinas realizando su tarea, se produjo una violenta tormenta y se refugió bajo un acantilado. Sin embargo, cuando terminó la lluvia, el sol ya se había puesto y comenzó a sentir mucha hambre. Así que, Zhang Ne regresó a casa con pocas leñas, su madrastra se enojó por la poca cantidad de madera que trajo y se negó a darle algo de comer. Vencido por el hambre, Zhang Ne entró y se acostó. Cuando Zhang Cheng regresó de la escuela y vio el estado en que se encontraba, le preguntó si estaba enfermo. Ne respondió que solo estaba hambriento, y luego le contó a su hermano toda la historia. Zhang Cheng puso cara triste y salió de la habitación de su hermano, volviendo poco después con algunos panes para Zhang Ne.
-¿Dónde los conseguiste?-preguntó el hermano mayor.
-Oh -respondió Zhang Cheng-, robé un poco de harina y conseguí que la esposa de un vecino me los preparara. Sólo come hermano, lo mantendremos en secreto.
Ne se los comió, pero le suplicó a su hermano que no volviera a hacer esto, ya que podría meterse en problemas. -No moriré de hambre si solo tomo una comida al día -agregó.
-Si no eres fuerte físicamente -replicó Zhang Cheng- no podrás colectar más leña.
Al día siguiente, después del desayuno, Zhang Cheng se escabulló a las colinas, y llegó al lugar donde su hermano mayor estaba ocupado con su tarea habitual, para gran asombro de este último, que le preguntó qué iba a hacer. "Vine para ayudarte a cortar madera", respondió Zhang Cheng.
-¿Y quién te envió? -preguntó su hermano.
-Nadie. Vine por mi propia cuenta.
-Ah -exclamó Zhang Ne-, pero no puedes hacer este trabajo. Corre otra vez a casa.
Sin embargo, Zhang Cheng permaneció, ayudando a su hermano solo con sus manos y pies, pero declarando que al día siguiente, traería un hacha. Zhang Ne trató de detenerlo, y descubrió que ya se había lastimado el dedo y se había roto los zapatos. Entonces empezó a llorar y dijo: "Si no te vas a casa directamente, me mataré de un hachazo". Zhang Cheng se fue, su hermano lo vio camino a casa y regresó para terminar el trabajo solo.
También llamó por la tarde a la escuela de Zhang Cheng, y le dijo al maestro que su hermano meñor era un niño delicado, y no se le debería permitir ir a las colinas, donde, dijo, había tigres y lobos feroces. El maestro respondió que no sabía dónde había estado su hermano menor toda la mañana, pero que lo había azotado por su ausencia. Zhang Ne indicó a Zhang Cheng que al no haber hecho lo que le había dicho, había recibido una paliza. Zhang Cheng se rió y dijo que no había sido golpeado; y al día siguiente fue nuevamente, y esta vez con un hacha. "Te dije que no comieras", exclamó el hermano mayor, muy alarmado. "¿Por qué lo has hecho?"
Zhang Cheng no respondió, sino que se dispuso a trabajar cortando leña con tal energía que el sudor corría por su cara y, cuando cortó un montón, se fue sin decir una palabra. El maestro lo azotó de nuevo, y luego Zhang Cheng le contó sobre la situación, ante lo cual el primero se llenó de admiración por el comportamiento amable de su alumno, y ya no le impidió ir. Su hermano, sin embargo, con frecuencia lo instaba a no comer, aunque sin el más mínimo éxito. Un día, cuando fueron con varios otros a cortar leña, un tigre se abalanzó sobre ellos desde las colinas. Los leñadores se escondieron, con gran consternación, y el tigre, sosteniendo a Zhang Cheng, huyó con él en su boca. El peso de Zhang Cheng hizo que el tigre se moviera lentamente y Zhang Ne, corriendo detrás de ellos, atacó los flancos del tigre con su hacha. El dolor solo hizo que el tigre se diera prisa, y en unos minutos lo perdieron de vista. Abrumado por la pena, Zhang Ne volvió con sus camaradas, que intentaron calmarlo; pero él dijo: "Mi hermano no era un hermano común, y, además, murió por mí; ¿por qué, entonces, yo debería vivir?”.
Aquí, tomando su hacha, hizo un gran corte en su propio cuello, sobre el cual sus compañeros le impidieron hacer más desastres. La herida, sin embargo, tenía más de una pulgada de profundidad, y la sangre fluía tan copiosamente que Zhang Ne se desmayó y pareció a punto de morir. Luego rompieron su ropa y, después de haberle vendado el cuello, procedieron a llevarlo a casa. Su madrastra lloró amargamente, y lo maldijo, diciendo: "Has matado a mi hijo, y ahora vas y te cortas el cuello de esta manera imaginaria". "No te enojes, madre", replicó Zhang Ne. "No viviré ahora que mi hermano está muerto." Él se arrojó sobre la cama, pero el dolor de su herida era tan grande que no podía dormir, y día y noche se recostaba contra la pared, empapado en lágrimas. Su padre, temiendo que él también muriera, iba de vez en cuando y le daba un poco de alimento, pero su esposa lo maldijo por haberlo hecho, y al final Zhang Ne rechazó toda comida y pasados tres días murió.
En ese entonces, en el pueblo donde ocurrieron estos eventos, había un mago que estaba empleado en cierto trabajo del diablo entre los mortales, y el fantasma de Zhang Ne, que se unía a él, relataba la historia de sus penas previas, y al finalizar preguntaba por el paradero de su hermano. El mago decía que no sabía, pero se volvió con Zhang Ne y le mostró el camino a una ciudad donde vieron a un sirviente oficial que salía de las puertas de la ciudad. El mago lo detuvo y le preguntó si podía contarles algo sobre su hermano menor. Entonces el hombre sacó una lista de una bolsa que tenía al lado y, después de examinarla cuidadosamente, respondió que entre los delincuentes masculinos y femeninos que había dentro no había nadie que se llamara Zhang Cheng. El mago aquí sugirió que el nombre podría estar en otra lista, pero el hombre respondió que él estaba a cargo de ese camino, y seguramente debería saberlo. Zhang Ne, sin embargo, no estaba satisfecho y persuadió al mago para que entrara a la ciudad, donde se encontraron con muchos demonios nuevos y viejos que andaban por allí, los cuales Zhang Ne había conocido anteriormente en vida. Entonces él les preguntó si podían dirigirlo a su hermano, pero ninguno de ellos sabía dónde estaba. De repente, hubo una gran conmoción, todos los demonios gritaron "¡Bodhisattva ha venido!". Luego, mirando hacia arriba, Zhang Ne contempló a un hombre muy bello que descendía de lo alto, rodeado por rayos de gloria, que salían disparados arriba y abajo, iluminando todo a su alrededor. "Está de enhorabuena, señor", dijo el mago a Zhang Ne, "Solo una vez en muchos miles de años, Bodhisattva desciende al infierno a desterrar todo sufrimiento. Ha venido hoy”. Luego, hizo que Zhang Ne se arrodillara, y todos los demonios comenzaron con las manos juntas a entonar canciones de alabanza a Bodhisattva por su compasión al liberarlos de su miseria, sacudiendo la tierra con el sonido. Bodhisattva mismo, tomando una rama de sauce, los roció con agua bendita, y cuando esto se hizo, las nubes y la gloria se desvanecieron, y él desapareció de su vista. Zhang Ne, que había sentido el agua bendita caer sobre su cuello, ahora se dio cuenta de que la herida del hacha ya no era dolorosa, y el mago luego procedió a llevarlo de regreso, sin dejarlo hasta ver la puerta de la aldea.
De hecho, Zhang Ne estuvo en trance durante dos días, y cuando se recuperó les contó todo lo que había visto, afirmando positivamente que Zhang Cheng no estaba muerto. Su madre, sin embargo, consideró la historia como un maquillaje, y nunca dejó de insultarlo; y, como no tenía medios para probar su inocencia, y su cuello ya estaba bastante curado, se levantó de la cama y le dijo a su padre: "Me voy a buscar a mi hermano por todo el universo, si no lo encuentro, nunca esperes verme otra vez, pero te ruego que me consideres muerto". Su padre lo llevó a un lado y lloró amargamente. Sin embargo, él no interferiría con el plan de su hijo, y Zhang Ne en consecuencia se puso en marcha.
Cada vez que iba a una ciudad grande o un lugar poblado solía pedir noticias de Zhang Cheng, y poco después, cuando se gastó todo su dinero, mendigó a pie. Un año había pasado antes de llegar a la ciudad de Nanjing, y sus ropas estaban hechas jirones, tan andrajosas como la cola de una codorniz, cuando de repente se encontró con unos diez o doce jinetes y se apartó al borde de la carretera. Entre ellos había un caballero de unos cuarenta años, que parecía ser un mandarín, con numerosos asistentes lujuriosos y corceles ardientes que lo acompañaban antes y detrás. Un joven en un pequeño palafrén, al que Zhang Ne consideraba el hijo del mandarín, y al cual, por supuesto, no se atrevió a mirar, lo observó detenidamente durante un rato, y por fin detuvo su corcel, y, saltando, gritó: "¿No eres mi hermano?". Zhang Ne levantó la cabeza y descubrió que Zhang Cheng estaba de pie frente a él. Cogiéndose de las manos, los hermanos rompieron a llorar, y finalmente Zhang Cheng dijo: "Hermano mío, ¿cómo te has desviado hasta este sitio tan lejano?" Zhang Ne le contó las circunstancias, en las que se sintió muy afectado y los compañeros de Zhang Cheng, saltando de sus caballos para ver qué pasaba, se alejaron e informaron al mandarín.
Este último ordenó a uno de ellos que entregara su caballo a Zhang Ne, y así cabalgaron juntos de regreso a la casa del mandarín. Entonces Zhang Cheng le contó a su hermano cómo el tigre se lo había llevado, y cómo lo habían derribado en el camino, donde había pasado toda la noche. También cómo el mandarín, el vicegobernador (Bie Jia Cong Shi Shi) Zhang, a su regreso de la capital, lo había visto allí, y al observar que no era un joven de aspecto común, lo había puesto a trabajar y trajo nuevamente. Además, cómo le había dicho al vicegobernador Zhang que su casa estaba muy lejos, y cómo el vicegobernador Zhang lo había llevado a su propia casa y finalmente lo curó de sus heridas. Cuando, sin tener un hijo propio, lo había adoptado. Y ahora, al estar fuera con su padre, había visto a su hermano.
Mientras hablaba, el vicegobernador Zhang entró, y Zhang Ne le agradeció de todo corazón por toda su amabilidad. Zhang Cheng, mientras tanto, entró a los departamentos interiores para conseguir algo de ropa para su hermano. Vino y comida fueron colocados sobre la mesa, y mientras charlaban el mandarín le preguntó a Zhang Ne sobre el número de su familia en Henan.
-Solo está mi padre -replicó Zhang Ne- y él es un hombre de la provincia de Shandong que se mudó a Henan.
-¿Por qué? Yo también nací en Shandong. ¿Cuál es el nombre del lugar natal de tu padre? -dijo el vicegobernador.
-He oído que estaba en el distrito de Dongchang -respondió Zhang Ne. -Entonces somos del mismo lugar -gritó el mandarín-. ¿Por qué tu padre se fue a Henan?
-Su primera esposa -dijo Zhang Ne- fue llevada por los soldados, y mi padre perdió todo lo que poseía; así que, habiendo tenido el hábito de comerciar con Henan, decidió establecerse allí para siempre.
El mandarín le preguntó cuál era el otro nombre de su padre, y cuando se enteró, se quedó un rato mirando a Zhang Ne, y finalmente se metió adentro apresuradamente.
En unos momentos salió una anciana, y cuando todos se inclinaron ante ella, esta le preguntó a Zhang Ne si él era el nieto de Zhang Ping Zhi. Ante su respuesta afirmativa, la anciana lloró y, dirigiéndose al Vicegobernador Zhang, dijo: "Estos dos son sus hermanos menores". Y luego explicó a Zhang Ne y Zhang Cheng de la siguiente manera:
-Estuve casa por tres años con su padre, después me apresó un general de los manchúes. Tras seis meses, nació su hermano mayor en el cuartel, y en otros seis meses murió este manchú. Su hermano mayor siendo su heredero como vicegobernador, ahora está renunciando. A menudo he echado de menos mi tierra natal, por eso salimos desde la comunidad de los manchúes y regresamos a la región vieja. Mandé mucha gente a la provincia de Shandong para buscar informaciones del padre de ustedes, pero infructuosamente. ¿Cómo hubiera podido saber que viajó al oeste, a la provincia Henan?
Luego, dirigiéndose al Vicegobernador Zhang, ella continuó diciendo: -Eso fue un error tuyo, adoptar a tu propio hermano.
-Nunca me dijo nada sobre Shantung -respondió el vicegobernador Zhang- supongo que era demasiado joven para recordar la historia. Porque, en la edad, el mayor de los hermanos tenía cuarenta y un años, Zhang Cheng, el más joven, de solo dieciséis años, y Zhang Ne, de veinte. El vicegobernador Zhang estaba muy contento de tener dos hermanos jóvenes y cuando escuchó la historia de su separación, propuso que todos deberían volver con su padre. La señora Chang temía que su marido no estaría interesado en recibirla nuevamente, pero su hijo mayor dijo: "Echaremos nuestro lote juntos, a todo o nada. ¿Cómo puede haber un país donde los padres no sean valorados?”
Luego vendieron su casa y empacaron, y pronto se dirigieron a Henan. Cuando llegaron, Zhang Cheng fue el primero a contarle a su padre, cuya tercera esposa había muerto desde la partida de Ne, y siendo ahora un viejo viudo desolado, abandonado solo con su propia sombra. Se llenó de alegría al ver a Zhang Cheng otra vez, y, mirando con cariño a su hijo, estalló en un torrente de lágrimas. Zhang Cheng le dijo que su madre y sus hermanos estaban afuera, y el anciano quedó paralizado de asombro, incapaz de reír o llorar. Luego apareció el vicegobernador Zhang, seguido por su madre, y los dos viejos lloraron abrazados, el difunto viudo solitario estaba sin saber qué pensar de la multitud de hombres y mujeres sirvientes que de repente llenó su casa. Aquí Zhang Cheng, al no ver a su propia madre, preguntó por ella, y cuando oyó que ella estaba muerta, se desmayó y no volvió en sí sino tras media hora. El vicegobernador Zhang reunió el dinero para construir una buena casa, y contrató a un tutor para sus dos hermanos. Los caballos brincaban en los establos, y los criados charlaban en el vestíbulo, era un establecimiento bastante grande.
Liao Zhai Zhi Yi (Extraños cuentos de un estudio chino o Extrañas historias de un estudio chino) es una colección de cuentos chinos clásicos escritos por Pu Songling. Estos son cuentos fantásticos que involucran seres sobrenaturales. Un tema recurrente es el del erudito seducido por una mujer-zorra o un fantasma, más a menudo descrito como benevolente que feroz, pero sin embargo peligroso por su naturaleza yin. El autor es Pu Songling, unos de los novelistas más importantes de la Dinastía Qing. Generalmente se considera que Pu Songling empezó a elaborar Cuentos Extraños de Liao Zhai después de su viaje al sur y no se compiló el libro hasta el año 1679. Después de gastar años en el sistema de examen imperial chino, Pu regresó a su tierra natal, trabajó como docente privado los siguientes 42 años. Gracias a esta época, Pu Songling tendría la oportunidad de colectar más que 490 cuentos sobrenaturales, para terminar esta gran obra clásica. El académico y poeta chino Guo Moruoó le dedicó un comentario: “Bajo su pluma, crea fantasmas y monstros más nobles que los seres humanos, ironiza con malos y corruptos, profundamente, a través de sus palabras”.
En la provincia de Henan vivía un hombre llamado Zhang, que originalmente pertenecía a la región de Shandong. Su esposa había sido capturada y llevada por los soldados de los Qingnes durante la guerra, en los últimos años de la Dinastía Ming. Como solía estar en Henan por negocios, finalmente se estableció allí y se casó con otra mujer local, con quien tuvo un hijo, Zhang Ne. Poco después, la segunda esposa murió, y se casó con otra dama, Niu, y tuvo otro hijo con ella, que se llamó Zhang Cheng. La tercera esposa era una mujer muy maliciosa y aterradora. Ella odiaba mucho al hijo mayor, Zhang Ne, y lo trataba como a un esclavo (o una bestia del campo), dándole solo la comida más grotesca, y haciéndole cortar un gran manojo de leña todos los días, y en caso de no cumplir con el pedido, ella lo golpeaba y abusaba de él de una manera muy vergonzosa. Por otro lado, secretamente reservó todos los ahorros para Zhang Cheng, y lo envió a la escuela.
Cuando Zhang Cheng creció y comenzó a comprender el significado de la piedad filial y el amor fraternal, no pudo soportar más este tratamiento de su madre hacia su hermano mayor, y habló en privado con su madre al respecto. Pero ella no le hizo caso.
Un día, cuando Zhang Ne estaba en las colinas realizando su tarea, se produjo una violenta tormenta y se refugió bajo un acantilado. Sin embargo, cuando terminó la lluvia, el sol ya se había puesto y comenzó a sentir mucha hambre. Así que, Zhang Ne regresó a casa con pocas leñas, su madrastra se enojó por la poca cantidad de madera que trajo y se negó a darle algo de comer. Vencido por el hambre, Zhang Ne entró y se acostó. Cuando Zhang Cheng regresó de la escuela y vio el estado en que se encontraba, le preguntó si estaba enfermo. Ne respondió que solo estaba hambriento, y luego le contó a su hermano toda la historia. Zhang Cheng puso cara triste y salió de la habitación de su hermano, volviendo poco después con algunos panes para Zhang Ne.
-¿Dónde los conseguiste?-preguntó el hermano mayor.
-Oh -respondió Zhang Cheng-, robé un poco de harina y conseguí que la esposa de un vecino me los preparara. Sólo come hermano, lo mantendremos en secreto.
Ne se los comió, pero le suplicó a su hermano que no volviera a hacer esto, ya que podría meterse en problemas. -No moriré de hambre si solo tomo una comida al día -agregó.
-Si no eres fuerte físicamente -replicó Zhang Cheng- no podrás colectar más leña.
Al día siguiente, después del desayuno, Zhang Cheng se escabulló a las colinas, y llegó al lugar donde su hermano mayor estaba ocupado con su tarea habitual, para gran asombro de este último, que le preguntó qué iba a hacer. "Vine para ayudarte a cortar madera", respondió Zhang Cheng.
-¿Y quién te envió? -preguntó su hermano.
-Nadie. Vine por mi propia cuenta.
-Ah -exclamó Zhang Ne-, pero no puedes hacer este trabajo. Corre otra vez a casa.
Sin embargo, Zhang Cheng permaneció, ayudando a su hermano solo con sus manos y pies, pero declarando que al día siguiente, traería un hacha. Zhang Ne trató de detenerlo, y descubrió que ya se había lastimado el dedo y se había roto los zapatos. Entonces empezó a llorar y dijo: "Si no te vas a casa directamente, me mataré de un hachazo". Zhang Cheng se fue, su hermano lo vio camino a casa y regresó para terminar el trabajo solo.