Los palillos chinos

2017-05-26 16:37:10
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Por PEDRO LAGO

Los palillos chinos

La comida china es, indudablemente, uno de los mayores retos que enfrentamos los extranjeros que llegamos a esta milenaria nación. No solo hay que considerar el picante o el particular sabor de las cinco especias que tienen mucho de los platos, sino también comer con palillos.

Parece muy simple. Usar los palillos es de esos actos de la vida que se presentan ante uno como un espejismo. Cuando otro los emplea con destreza, luce muy sencillo. El problema es cuando uno tiene que comer con ellos por primera vez.

Cuando llegué a China, mi esposa había estado aquí un año antes y dominaba, perfectamente, el hecho de comer con palillos. Al ver que ella los manejaba con tanta comodidad tuve la ilusión de que sería muy fácil. Nada más lejos de la realidad cuando me enfrenté a mi primera comida con palillos chinos.

Tampoco es que haga falta un curso universitario para comer con palillos chinos. Es que uno llega a este país después de haber crecido y creyendo que sabe comer correctamente. Y más allá de la destreza, que se puede adquirir en corto tiempo, también hay toda una serie de normas para comer correctamente con palillos chinos.

Seguramente, era un poco más simple hace 3000 o 4000 años, cuando se cree que surgieron los palillos chinos. Los historiadores no se han puesto de acuerdo con respecto a su origen. Pero, como en la historia de China hay muchas leyendas, los palillos también tienen las suyas.

Una de las más conocidas es la del joven Yu. En la época de los reyes Yao y Shun, el joven Yu tenía que encauzar las aguas de un río que provocaba terribles inundaciones en la región. Al aceptar la orden, juró solucionar el problema. Así, trabajó sin descanso.

Cierta vez, llegó a una isla muy hambriento. En una olla, se puso a cocinar carne. Cuando hirvió, se dio cuenta de que no podía sacarla con la mano porque estaba muy caliente. Y, para no perder tiempo esperando que se enfriara, cortó dos ramitas de bambú con las que sacó la carne de la olla y se puso a comer.

Con el paso del tiempo, Yu fue adquiriendo destreza en el uso de las “ramitas”, llegando a tomar los alimentos con comodidad. Sus subordinados, que lo veían comer con la ventaja de no quemarse ni mancharse las manos, empezaron a imitarlo, generalizándose el uso de los palillos.

Los palillos, que aparecieron antes que el tenedor, también son consecuencia, según muchos historiadores, de circunstancias concretas. La falta de combustible hizo que se cortaran los alimentos en pedazos pequeños para ser cocinados más rápidamente, lo que contribuyó al uso de los palillos. Y la dinastía Shang (1766 a.e.c-1122 a.e.c.) dio un impulso importante a su popularización.

Por su parte, para el Confucianismo, que fue adoptado como filosofía de Estado en la dinastía Han (206 a.e.c-220), los cuchillos evocaban violencia y eran contrarios al vegetarianismo preconizado por Confucio (551 a.e.c-479 a.e.c), por su evidente referencia a los mataderos de animales.

Con tantos hechos a favor, la costumbre de comer con palillos chinos se hizo tradición y se incorporó a la esencia de la cultura de la nación. No fue sino hasta la mitad del primer milenio de nuestra era que se comenzaron a usar en Vietnam, Japón y Corea.

Los primeros palillos chinos para comer fueron de bambú por muchas razones: eran baratos, fáciles de cortar y trabajar, resistentes al calor y sin olor o sabor que influyera al degustar la comida. Pero, como toda buena tradición, los palillos chinos evolucionaron.

Tomando en cuenta que para producir los 45 mil millones de pares de palillos desechables que se empleaban en China anualmente, se necesitaban 25 millones de álamos y abedules, el Gobierno de la nación asiática emitió, en 2009, regulaciones para estimular el uso de palillos reciclables.

Según Greenpeace, cada año se usaban 1,6 millones de metros cúbicos de madera, cantidad con la que se llenan 553 piscinas olímpicas, para hacer los palillos. No hace falta estudio alguno para entender que provocaría un problema a corto plazo, si no se hubieran tomado las medidas que adoptó el Gobierno chino.

En septiembre de 2014, Baidu, el principal navegador de Internet de China, presentó una aplicación para, a través de palillos chinos inteligentes, detectar agua contaminada, aceite de alcantarilla y químicos en la comida. Recuerda la costumbre de antiguos emperadores chinos de utilizar palillos de plata para detectar veneno en su comida.

Es que ha habido palillos de sándalo, de cedro, de pino e, incluso, de hueso. Los nobles de China también los utilizaban de jade, de oro, de coral o de marfil, aunque los más preciados eran los de plata, los palillos “inteligentes” de entonces.

Lo que sí se ha mantenido, a pesar del paso de mucho tiempo, son las normas que se deben tener en cuenta y que pocos extranjeros aprendemos. Gesticular con los palillos o golpear cualquier objeto con ellos es señal de mala educación. Incluso, golpear el plato se asocia con lo que hacen los mendigos para pedir limosna.

Tampoco se debe devolver al plato una porción de comida luego de haberla tomado ni revolver lo servido para escoger lo que se quiere. Se debe tomar lo que está en la parte superior. De muy mal gusto resulta pinchar o ensartar la comida con los palillos, excepto en los cuencos de arroz y de sopa.

Los palillos deben tener el menor contacto posible con la boca y nunca debemos chupar sus extremos. Las supersticiones también imponen sus “normas” a la hora de sentarse a la mesa china. Poner los palillos encima del bol, señalando a alguien, es señal de que le deseas lo peor.

Clavar verticalmente los palillos en un cuenco de arroz, recuerda un rito funerario, por la similitud de los palillos con los inciensos que se usan en los funerales y, para muchos, significa que le deseas la muerte a quien te acompaña a la mesa.

Comer correctamente con palillos chinos no es tan simple como parece. Testigos y protagonistas del devenir de una cultura milenaria, los palillos chinos me desafiaron cuando llegué. Aprendí a utilizarlos y creí que ya sabía todo sobre ellos. Pero, como tantas cosas de China, tras su sencilla apariencia esconden muchas historias y una gran tradición.


Por PEDRO LAGO

Los palillos chinos

La comida china es, indudablemente, uno de los mayores retos que enfrentamos los extranjeros que llegamos a esta milenaria nación. No solo hay que considerar el picante o el particular sabor de las cinco especias que tienen mucho de los platos, sino también comer con palillos.

Parece muy simple. Usar los palillos es de esos actos de la vida que se presentan ante uno como un espejismo. Cuando otro los emplea con destreza, luce muy sencillo. El problema es cuando uno tiene que comer con ellos por primera vez.

Cuando llegué a China, mi esposa había estado aquí un año antes y dominaba, perfectamente, el hecho de comer con palillos. Al ver que ella los manejaba con tanta comodidad tuve la ilusión de que sería muy fácil. Nada más lejos de la realidad cuando me enfrenté a mi primera comida con palillos chinos.

Tampoco es que haga falta un curso universitario para comer con palillos chinos. Es que uno llega a este país después de haber crecido y creyendo que sabe comer correctamente. Y más allá de la destreza, que se puede adquirir en corto tiempo, también hay toda una serie de normas para comer correctamente con palillos chinos.

Seguramente, era un poco más simple hace 3000 o 4000 años, cuando se cree que surgieron los palillos chinos. Los historiadores no se han puesto de acuerdo con respecto a su origen. Pero, como en la historia de China hay muchas leyendas, los palillos también tienen las suyas.

Una de las más conocidas es la del joven Yu. En la época de los reyes Yao y Shun, el joven Yu tenía que encauzar las aguas de un río que provocaba terribles inundaciones en la región. Al aceptar la orden, juró solucionar el problema. Así, trabajó sin descanso.

Cierta vez, llegó a una isla muy hambriento. En una olla, se puso a cocinar carne. Cuando hirvió, se dio cuenta de que no podía sacarla con la mano porque estaba muy caliente. Y, para no perder tiempo esperando que se enfriara, cortó dos ramitas de bambú con las que sacó la carne de la olla y se puso a comer.

Con el paso del tiempo, Yu fue adquiriendo destreza en el uso de las “ramitas”, llegando a tomar los alimentos con comodidad. Sus subordinados, que lo veían comer con la ventaja de no quemarse ni mancharse las manos, empezaron a imitarlo, generalizándose el uso de los palillos.

Los palillos, que aparecieron antes que el tenedor, también son consecuencia, según muchos historiadores, de circunstancias concretas. La falta de combustible hizo que se cortaran los alimentos en pedazos pequeños para ser cocinados más rápidamente, lo que contribuyó al uso de los palillos. Y la dinastía Shang (1766 a.e.c-1122 a.e.c.) dio un impulso importante a su popularización.

Por su parte, para el Confucianismo, que fue adoptado como filosofía de Estado en la dinastía Han (206 a.e.c-220), los cuchillos evocaban violencia y eran contrarios al vegetarianismo preconizado por Confucio (551 a.e.c-479 a.e.c), por su evidente referencia a los mataderos de animales.

Con tantos hechos a favor, la costumbre de comer con palillos chinos se hizo tradición y se incorporó a la esencia de la cultura de la nación. No fue sino hasta la mitad del primer milenio de nuestra era que se comenzaron a usar en Vietnam, Japón y Corea.

Los primeros palillos chinos para comer fueron de bambú por muchas razones: eran baratos, fáciles de cortar y trabajar, resistentes al calor y sin olor o sabor que influyera al degustar la comida. Pero, como toda buena tradición, los palillos chinos evolucionaron.

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