Ofrenda al dios del fuego de la etnia mongol
Los mongoles adoran el fuego y lo consideran como un dios y símbolo de la vida y la prosperidad. La etnia mongol suele celebrar la ofrenda al dios del fuego el 23 de enero de acuerdo con el calendario lunar.
En este día, se organiza una ceremonia para pedirle al Cielo paz y felicidad, expresando admiración y respeto al fuego así como a la naturaleza. Esta tradición se remonta a miles de años atrás, y para dicho grupo étnico, sigue jugando un papel significativo hoy en día.
Una leyenda popular dice que el 23 de enero es el día en el que se despide al dios del fuego, que ya lleva un año en la familia y tiene la obligación de informarle al Cielo sobre el comportamiento de esta familia. El fuego es un elemento indispensable en la vida diaria de los pastores, por lo que es capaz de ver todo lo que hacen los habitantes de la pradera.
Según los chamanes mongoles de los tiempos antiguos, que supuestamente eran hechiceros dotados de poderes sobrenaturales, el dios del fuego es capaz de espantar a todo tipo de demonios y maldad, curar enfermedades y auxiliar al ser humano. En este sentido, se puede decir que la ofrenda al dios del fuego es una herencia de la creencia religiosa original que se imponía antiguamente en la etnia mongol.
El procedimiento del ritual presta mucha atención a los detalles, lo que refleja el respeto hacia el fuego por parte de los habitantes.
El día de la celebración, la gente se levanta temprano para limpiar minuciosamente la casa, especialmente los utensilios de cocina. Por la tarde, empiezan a preparar carne de pecho de carnero, arroz, aguardiente, entre otros. Al atardecer, se coloca una pequeña mesa delante del brasero (recipiente de hierro con cuatro patas que se utiliza para cocinar y hervir agua), en la que se colocan las ofrendas. Luego se enciende el fuego en el brasero con madera de sauce o álamo.
El primer ruido de los petardos anuncia el inicio del ritual de ofrenda al dios del fuego.
En primer lugar, el amo de la casa (normalmente el hombre más mayor de la familia) tira consecutivamente al fuego la carne de pecho de carnero, mantequilla, tiras de tela de cinco colores, aguardiente, y tofu de leche.
Luego, liderados por el amo, los familiares se ponen de rodillas, tocando el suelo con la frente.
Por último, el amo lee unas palabras típicas de la ceremonia. Posteriormente, toda la familia repite una vez más el segundo paso.
En la actualidad, el rito de ofrenda al dios del fuego se está simplificando paulatinamente, siendo una tendencia inevitable del desarrollo social. A pesar de esto, el concepto del fuego está muy arraigado en la vida de los pastores. Aunque en la actualidad el fuego ya no tiene tantas funciones prácticas como hace miles de años atrás, la gente aún conserva la costumbre de rendir culto al fuego. Por lo visto, la gran fuerza vital del ritual habla por sí misma.
(Amanda/JP)