Continúan las reparaciones en Brasilia después del ataque a los edificios gubernamentales

Dos semanas después del ataque a los edificios del Gobierno Federal en Brasilia, el ambiente político en Brasil se ha calmado. Sin embargo, es una calma tensa, ya que se acrecientan las presiones sobre el presidente Luis Inácio Lula de Silva para que responda a los ataques y lleve a los perpetradores a la Justicia. Todo esto permanece mientras organiza el comienzo de su nuevo mandato.

Los trabajos de reparación han comenzado en las obras de arte y el mobiliario dañado durante el ataque a las sedes más importantes del poder en Brasil: el Congreso, el Supremo Tribunal Federal y el Palacio Presidencial. Borrar los signos del vandalismo que sufrieron estos edificios dos semanas atrás es un trabajo delicado y difícil. Pero no tan complicado como la situación política resultante.

La mayoría de los analistas coinciden en que el presidente ha sacado ventaja política de la situación, y logrado el apoyo de la mayoría de las élites políticas para condenar los ataques y reconocer a la nueva administración.

"No me gustaría pensar que lo que ocurrió aquí fue un intento de golpe de estado. Quiero creer que fue un grupo de personas desequilibradas que no entendieron que las elecciones terminaron y que no quieren aceptar que la boleta electrónica es posiblemente el sistema de emisión de voto más perfecto que se ha desarrollado en el mundo", manifestó el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.

En el frente judicial, el ministro del Supremo Tribunal Federal, Alexandre de Moraes está liderando la respuesta. Ya ha ordenado la suspensión de las cuentas que han apoyado la violencia o diseminado noticias falsas en redes sociales, y ordenado el arresto de muchas de las personas que participaron de los ataques o colaboraron con ellos. 

Moraes incluso ha emitido una orden de detención para el exministro de Justicia del gobierno de Bolsonaro, Anderson Torres, que ya fue arrestado por sus supuestos vínculos con los ataques. Mientras tanto, el expresidente Jair Bolsonaro continúa en EE. UU., país al que había llegado justo antes de la toma del poder de Lula sin conceder claramente la derrota.

La atmósfera en Brasil parece más tranquila, pero todavía hay mucha incertidumbre en la esfera política. Se especula acerca de cuánto poder e influencia mantiene Bolsonaro, qué podrían hacer las fuerzas opositoras radicales para desestabilizar al país, y si las fuerzas armadas y de seguridad se mantendrán leales al gobierno.