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Los cereales comunes vuelven a las mesas de los hogares chinos
2008-02-14 14:42:44   CRI

A raíz de la notable elevación del nivel de vida de los chinos, el pollo, el pato, la ternera y los mariscos han ido convirtiéndose en alimentos habituales en las mesas de los hogares chinos, donde empiezan a servirse manjares cada vez más delicados. En contraste, el consumo diario de cereales comunes no hace más que disminuir, cambio de la dieta que provoca hipertensión, hiperglicemia y otras alteraciones fisiológicas perjudiciales para la salud. Los dietistas nos aconsejan tomar cierta cantidad de cereales comunes todos los días. Cabe preguntarse, pues, qué entendemos por "cereales comunes", qué aportan estas gramíneas a nuestro organismo y cuáles son las ventajas de su consumo diario. A todo ello dedicaremos nuestro programa de hoy.

En China, es costumbre clasificar los alimentos básicos en dos grandes tipos: al primero pertenecen el arroz y el trigo; el segundo es el de los llamados "cereales comunes", que además del maíz, el sorgo, el mijo, el alforfón y otras gramíneas ricas en fibra, incluye la patata.

Según una opinión muy extendida, los cereales comunes solo sirven para saciar el hambre cuando hay escasez de arroz y harina de trigo. Ahora que el nivel de vida es mucho más elevado, prosigue el razonamiento, este tipo de cereales solo sirve para elaborar piensos. Sin embargo, los dietistas señalan que esta opinión no es correcta, puesto que lo mejor para la salud es seguir un régimen alimentario basado en el arroz y la harina de trigo, y complementado con cereales comunes. Escuchemos seguidamente a Yu Kang, subdirector y médico del departamento de nutrición clínica del Hospital Xiehe, en Beijing:

"Ante todo, los cereales comunes poseen un alto valor nutritivo; en segundo lugar, su fibra limpia el cuerpo de substancias nocivas o presentes en cantidades excesivas; además, ayudan a adelgazar y a reducir las concentraciones de lípidos y glúcidos".

Yu Kang hizo hincapié en la especificidad nutricional de cada cereal. Veamos un par de ejemplos: la proteína del alforfón contiene mucha más lisina que la del arroz; y el contenido de vitamina B1 presente en la harina es mucho menor que el que se encuentra en el maíz, la cebada y el alforfón. De ahí que lo mejor sea combinar los cereales de modo que su abundancia y sus carencias relativas se complementen mutuamente. Este enfoque complementario es la mejor manera de elevar el valor nutritivo de nuestras comidas.

Además de su valor nutritivo, muchos de los cereales comunes poseen propiedades favorables para la salud. El mijo, por ejemplo, es conocido por sus propiedades antipiréticas, es decir, apaga la sed, vigoriza el estómago y elimina los eccemas; el maíz y el alforfón son ricos en ácido linoleico y ácido cítrico, por lo que su consumo previene la hipertensión y las enfermedades cardiovasculares. Por otra parte, la gran cantidad de fibra presente en este tipo cereales facilita los movimientos peristálticos. A pesar de saber perfectamente que los cereales comunes son favorables para la salud, la mayoría de nosotros no los consumimos en las cantidades necesarias. Para intentar descubrir la causa de esta contradicción, preguntamos a varios beijineses.

Sra. Liu: "Por ejemplo, el sabor de la harina de trigo es más agradable que el de la harina de maíz".

Sr. Wang: "Me gustan tanto el arroz como la harina de trigo. Cuando éramos más bien pobres, como no teníamos ni arroz ni harina de trigo, comíamos cereales comunes."

En vista de estas respuestas, parece ser que el bajo consumo de cereales se debe, por una parte, al sabor y, por otra, a la elevación del nivel de vida y al aumento de la oferta de otros cereales. Pero lo cierto es que preparar comidas deliciosas a base de cereales comunes resulta muy sencillo. Así nos lo explicaba la dietista Wen Yi:

"Antes de prepararlos, los cereales ordinarios deben dejarse en remojo más o menos tiempo dependiendo de la especie. Dejarlos en remojo es fundamental, ya que con ello no solo acortamos el tiempo de cocción, sino que mejoramos su sabor y facilitamos su digestión y asimilación."

Los cereales comunes son favorables para la salud, pero también es necesario saber en qué cantidad deben consumirse. Por ejemplo, ¿qué proporción debe haber entre los cereales comunes y la harina de trigo y el arroz que tomamos a diario? Yu Kang, subdirector y médico del departamento de nutrición clínica del Hospital de Xiehe nos da la respuesta:

"Hoy en día vemos que hay dos tipos de personas: las que nunca comen cereales comunes y las que solamente comen eso. Son dos actitudes extremas y, por lo tanto, erróneas. Lo aconsejable es guardar una proporción adecuada entre, por una parte, los cereales comunes y, por otra, el arroz y la harina de trigo. Una buena proporción sería la consistente en dos partes de arroz y harina de trigo, y una parte de cereales comunes."

Para terminar, debe tenerse en cuenta que si bien los cereales comunes son buenos para la salud, la cantidad apropiada varía en función de la constitución física de cada uno. Hay cinco grupo de personas que no deberían tomar cereales comunes o tomarlos en pequeñas cantidades. Ante todo, la abundancia de fibra puede ser excesiva para los ancianos, los niños y las personas con disfunciones estomacales. Los cereales comunes tampoco son recomendables en estados carenciales de hierro o de calcio; la razón es que sus fibras y ácidos se combinan y la subsiguiente precipitación impide la absorción de minerales, lo que a su vez provoca desequilibrios en el metabolismo. En tercer lugar, las personas que padecen enfermedades del sistema digestivo, por ejemplo, esclerosis hepática, varices de esófago o úlcera gástrica, deben moderar su consumo de cereales comunes para evitar el riesgo de sufrir hemorragias. Por último, no hay que olvidar a las personas con un sistema inmunológico débil. En estos casos, la toma diaria de más de 50 gramos de fibra impide la aportación complementaria de proteínas y reduce el índice de eliminación de las grasas, lo que aparte de debilitar aún más el sistema inmunológico perjudica a los huesos, la sangre, el corazón y otros órganos.

 
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