Acerquemos a China: Pandemia global, solución universal

CRI 2020-05-14 13:34:47
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Antonio Miguel Carmona, Profesor de Economía y teniente del Ejército del Aire

Antonio Miguel Carmona, Profesor de Economía y teniente del Ejército del Aire

El 10 de junio de 1936 el diario El Sol publicaba la última entrevista a Federico García Lorca, dos meses antes de su asesinato, en la que el poeta afirmaba: “Yo soy español integral… (pero) el chino bueno está más cerca de mí que el español malo”.

Las diferencias de razas, culturas y pensamientos no son más que matices, valiosas tonalidades, en comparación con el enorme futuro que nos depara una vida en común. A problemas globales, soluciones globales. La cooperación, el comercio y la comunicación son los caminos que allanan las soluciones que el mundo debe alcanzar.

En primer lugar, China ha sido capaz de controlar una pandemia pasando de ser su primera víctima a ser un ejemplo de cómo superarla. Decenas de miles de voluntarios testaban a la gente antes de volver a sus casas, se impuso la reclusión temporal de visitantes foráneos, se permitieron los movimientos en los denominados ´barrios sin riesgo´. No parece que tomáramos nota.

En segundo lugar, pandemia global, solución universal. Cuando el 7 de abril de 1948 fundábamos la Organización Mundial de la Salud no podíamos pensar que se cuestionaría su existencia precisamente en el peor momento.

En tercer lugar, la globalización económica exige un marco institucional internacional capaz de afrontar la recuperación. O compartimos aldea global, o volveremos a recluirnos en nuestras propias cuevas.

Cuando en el Tercer Pleno del 11º Comité Central, celebrado en diciembre de 1978, China cruzó el Río Yangtsé hacia el progreso abandonando la desconfianza extranjera. ¿Nos pasa a nosotros lo mismo?

Este artículo recibirá, sin duda, críticas de los más puristas defensores de las democracias liberales occidentales (que yo también defiendo). Y, en buena medida, esas críticas estarán inspiradas en una buena parte del heterodoxo mundo de la verdad que, por cierto, en esas mismas democracias ha dejado de ser categoría política condenada por el sufragio.

Europa tiene que abrirse al mundo o se convertirá en un museo. Una nueva frontera. Y España debe dejar de estar ensimismada en políticos con escaso liderazgo, corta visión global, formación mejorable y experiencia viajera irrelevante.

Si China se nos ha acercado, acerquémonos nosotros a China, al tiempo que aprovechamos en nuestro beneficio la nueva ciencia y tecnología exponencial, la singularidad y la globalización.

En 2018 China creó cien empresas unicornio, start up de más de mil millones de dólares (la UE sólo catorce). Insiste el coronel Pedro Baños que algo habrá hecho bien el país de Xi Jinping si en 2000 su PIB era 4 veces inferior al de Japón y ahora es 4 veces superior. China es el mayor productor de artículos científicos del mundo, participa en una quinta parte del cableado submarino, posee 28.000 kilómetros de red de alta velocidad, tiene el mejor sistema de reconocimiento facial del planeta y alberga un 40% más de supercomputadoras que EEUU.

Miran el universo con el telescopio más grande del mundo y son la primera potencia en satélites. Han dado a luz dos bebés modificados genéticamente resistentes al VIH y son capaces de hacer germinar algodón en la luna. Y mientras Occidente revisa el proteccionismo, ¡el proteccionismo!, Huawei posee más de un tercio del mercado. Son el primer productor de energía solar y hacen el 60% de las baterías eléctricas. ¿Les importa que comparta con ellos los avances en beneficio de una prosperidad global?

El periodista del New York Times, Thomas Friedman, aseguraba que nos adentramos a un mundo interrelacionado que podemos afirmar que la tierra es plana (es un decir). Por eso algunos tratan de construir muros. En ese sentido, si inevitablemente ya compartimos pandemias, riesgos e incertidumbres, debemos ser capaces de compartir también soluciones, certezas y habilidades. Seamos nosotros nuestros propios clásicos.

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