¿Cuál es el panorama general de las relaciones China – EE. UU.?

2018-08-04 16:48:33
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Nota del editor: Shi Huimin es profesor asociado en la Facultad de Economía e investigador en la Academia Nacional de Desarrollo y Estrategia de la Universidad Renmin de China. El artículo refleja la opinión del autor y no necesariamente la postura de CGTN.


El conflicto comercial entre EE. UU. y China se ha intensificado rápidamente. Donald Trump dijo que está dispuesto a imponer más aranceles sobre importaciones chinas por valor de 505 mil millones de dólares. El gobierno chino ha devuelto el golpe de inmediato al prometer que China contratacará imponiendo aranceles más altos sobre los productos estadounidenses.

¿Cuál es el panorama general de las relaciones China – EE. UU.?

Si bien la guerra comercial ya llama nuestra atención, podríamos errar al centrarnos tan solo en la balanza comercial cuando nos referimos a los vínculos China – EE. UU. Para entender correctamente las relaciones entre estas dos potencias se necesita ver más allá de la guerra comercial y fijarnos en el escenario detrás de esta.

La historia suele repetirse. En los setenta y en los ochenta, una economía japonesa al alza fue tildada por parte de EE. UU. de “amenaza japonesa”. Treinta años después bien podríamos sustituir Japón por China.

El escenario detrás de esta guerra comercial entre China y EE. UU. se trata de un cambio relativo del poder económico nacional de los dos países, es decir, el alza relativa de China.

En las últimas cuatro décadas China ha experimentado un asombroso “milagro del crecimiento”, con una tasa de crecimiento anual promedio de su PIB de más del 9 por ciento. Según datos del FMI, el PIB de China en base a su PPA como parte del total global aumentó del 2,32 por ciento en 1980 al 18,23 por ciento en 2017.

Al mismo tiempo, la parte del PIB de EE. UU. descendió del 21,68 por ciento al 15,26. Los logros de China han provocado que los políticos de EE. UU. consideren a China como un rival. Según argumentan algunos críticos, esta guerra comercial pertenece a un conjunto de estrategias dirigidas para “contener a China”.

Debido al enorme déficit comercial con China, como punto de partida, es fácil entender los aranceles sobre las importaciones chinas, que al contrario que otras políticas de carácter interno, pueden implementarse rápidamente. 

Sin embargo, así como fijarnos sólo en el comercio sería engañoso, también es incorrecto exagerar los conflictos relativos a los intereses nacionales entre ellos. La guerra comercial seguro se traducirá en pérdidas para ambas partes. Y así ocurre con otros conflictos. Por otro lado, como el concepto clásico de las ventajas comparativas en economía, ambos países podrían beneficiarse si se reconcilian y cooperan.

¿Cuáles son los métodos más factibles para la reconciliación? En primer lugar, deberíamos establecer estadísticas comerciales de un mayor rigor que sustituyan el concepto actual de excedente y déficit. Las estadísticas comerciales de siempre basadas en el valor bruto son engañosas. No pueden mostrar el panorama real de producción o de asignación de valores a los países. Tan solo provocan disputas comerciales.

Apple, por ejemplo. Puesto que sus productos se ensamblan en China, todo el valor cuenta como una exportación de China. Sin embargo, gran parte del valor de iPhone se da a los diseñadores e ingenieros de todo el mundo.

Según algunas estimaciones, el total de las exportaciones de China constituye, al menos, el 30-35 por ciento del valor extranjero añadido. Así que para mitigar conflictos comerciales desde el principio es necesario calcular con exactitud la contribución de la cadena global de valor a los productos.

Además, deberíamos promover la cooperación entre China y Estados Unidos para acelerar el proceso de apertura de la economía china. Por ejemplo, mientras China relaja sus restricciones al porcentaje de propiedad sobre la industria automovilística, Tesla anunció que construiría en China su primera planta en el extranjero.

Hay numerosas áreas donde los dos países podrían cooperar, como agricultura, infraestructuras, energía y muchas otras. Una China próspera no es sólo buena para el pueblo chino, sino también para todo el mundo, incluido Estados Unidos.

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