CRI
En China hay un refrán que dice “Si trata del oro real, brilla de cualquier forma”. Y el cuento sobre Mao Sui se refiere a este hecho.
En la antigüedad de China, Han Dan, capital del estado Zhao, fue sitiado por el ejército del estado Qin. La situación se ponía cada día más urgente.
Para salvar Han Dan, el rey del estado Zhao quería organizar una alianza con el estado Chu, un estado bastante poderoso para defenderse del estado Qin. Para conseguirlo, mandó a Pin Yuan Jun a persuadir el rey de Chu.
Antes de la salida, Pin Yuan Jun quería elegir veinte personas distinguidas entre sus unos mil servidores. Sólo encontró diecinueve y le faltó uno. En ese momento, una persona llegó sin ser invitado y se recomendó a él mismo hacia el dueño. Esa persona tan brave se llamaba Mao Sui.
Examinándolo con la mirada, Pin Yuan Jun le preguntó:
“¿Cómo se llama usted? ¿Porqué viene a buscarme?”
Así fue la repuesta:
“Me llamo Mao Sui. Sé que usted está preparando para ir a persuadir al estado Chu con el fin de salvar nuestra capital. Estoy dispuesto para ir junto con usted.”
Pin Yuan Jun hizo otra pregunta:
“¿Cuánto tiempo ha llevado trabajando aquí?”
“Tres años”.
“Tres años no es tiempo corto. Si uno tiene algo de talento, se demuestra rápidamente, como una lenza que destaca su punto al ponerse en un saco. Y ahora, usted ha llevado tres años trabajando aquí pero nunca tuve la oportunidad de conocer cualquier especialidad de su talento. Durante este viaje al estado Chu, tengo la gran responsabilidad en convencer al rey de Chu para que nos ayude. Una persona quien no tenga talento no puede irse conmigo. Creo que será mejor si usted se quede aquí.”
Las palabras de Pin Yuan Jun eran bastante sinceras. Pero Mao Sui le contestó lleno de confianza:
“Usted tiene razón. El problema no existe en que no tengo talento, sino que usted no me ha puesto dentro del saco. Si me hubiera dado la oportunidad, tendría mostrar mi talento como la lenza.”
De la conversación Pin Yuan Jun percibió el talento de Mao Sui. Por lo tanto aceptó su petición. Así que acompañado por estos veinte personas llegó al estado Chu. Al llegar fue a visitar al rey. Después de explicar detalladamente la imprescinble necesidad de la alianza, Pin Yuan Jun pidió la ayuda de la fuerza militar para salvar a Han Dan. Pero el rey de Chu gaurdaba el silencio y no dijo nada. La conversación duraba desde la madrugada hasta el mediodía sin ningún resultado positivo. Los veinte personas quienes esperaban afuera empezaron a preocuparse.
La salida de Mao Sui fue el resultado de su recomendación a sí mismo. Considerando eso, los otros diecinueve personas del séquito le despreciaban con la creencia de que Mao Sui sólo sabía jactarse. En ese momento crucial, querían ver el talento ostentado por Mao Sui y le inducieron:
“Señor Mao, la conversación ha llevado tanto tiempo sin ninguna noticia positiva. ¿Le conviene entrar y preguntar?”
Mao Sui aceptó la provocación. Con la mano puesta en la espada, llegó ante el rey de Chu y dijo:
“Su Majestad. La alianza contra Qin entre Chu y Zhao será indispensable. Trata de un asunto de dos frases. No entiendo porqué ustedes hablan desde la madrugada hasta el mediodía sin ningún resultado. ”
La aparición de Mao Sui y su exigencia de respuesta disgustaron al rey. No haciéndole el caso omiso, se volvió a preguntar a Pin Yuan Jun:
“¿Quién es esta persona?”
“Es mi séquito.”
Muy enfadado, el emperador critió a Mao Sui:
“Hablo con su dueño. ¿Quién es usted quien se atreva a intervenir?”
Estas palabras le hicieron furioso a Mao Sui. Se veía que sacó su espada y dio dos pasos para acercarse al emperador de Chu. Al final le gritó:
“Su Majestad de Chu. Usted me reproche porque tiene la creencia de que su país es uno de los más poderosos, de que está bien seguro con la presencia de su séquito. No obstante, ahora tengo que advertirle un hecho visible, que es, dentro de estos diez pasos, no sirve para nada su país grande, y tampoco sirve el séquito numeroso. Su vida se depende de mí. ¿A qué grita Su Majestad?”
Al oir dichas frases atrevidas, el rey de Chu empezó a sudarse. Se quedó silencioso por el miedo.
Mao Sui siguió:
“Todo el mundo sabe que el estado Chu es un país grande. Tiene el privilegio de ser el líder de todos los pequeños estados. Sin embargo, ustedes tienen miedo al estado Qin. Ese estado ha invadido varias veces a Chu y ocupa muchos territorrios suyos. Ustedes tienen que sentir humillados ante este hecho histórico. Al pensarlo, hasta nosotros, los de Zhao, también sentimos vergonsosos por ustedes. Ahora, nos toca la oportunidad para alianzarnos. Aunque les pedimos la ayuda para salvar a nuestra capital, en realidad, será buena oportunidad para que ustedes se venguen de Qin. Lo que no he pensado es que usted es tan cobarde, nada merece su título de un rey. ¿Usted no siente nada arrepentido por eso?”
El emperador cayó la cabeza porque no sabía nada para decir. Sólo le qudaba el arrepentimiento.
Mao Sui le apuró, al verlo así:
“Su Majestad, ¿cómo le parece? ¿Si está dispuesto a hacer la alianza con nosotros contra Qin?”
“¡Por supuesto! ¡Claro que sí!”
El emperador de Chu aceptó la propuesta.
Firmado el tratado entre dos países, la delegación dirigida por Pin Yuan Jun volvió a Han Dan. En la visita al emperador, Pin Yuan Jun le informó:
“El éxito de este viaje viene de la audacia del señor Mao Sui. Sus palabras nos hicieron más poderoso a nuestro país que nueve campañillas hechos por cobre. ¡Es más eficaz que un ejército de un millón de soldados!”
Dentro de tres días, todo el mundo conocía el nombre de Mao Sui. Hoy día, este refrán se utiliza normalmente para referir a una persona talentosa quien se recomienda a sí mismo hacia los demás.
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