Epopeya Manas
CRI

A diferencia de la epopeya tibetana “Rey Gesar” y la mongol “Jangur”, la epopeya “Manas” de la étnica Kirguiz narra no solamente un héroe, pero ocho generaciones de una familia.

Kirguiz es una vieja minoría étnica en China, que ahora vive principalmente en la Región Autónoma Uygur de Xinjiang, noroeste de China.

La epopeya de Manas comienza con la historia de sus padres, y su nacimiento, y sigue con su historia de la vida, y luego de su hijo Semetey y su nieto Seytek. Incluye la historia de las batallas de los Kirguiz contra sus enemigos, pero también narra los detalles sobre la cultura del Kirguiz, y sobre el mundo como lo sabían el Kirguiz en los siglos pasados. Aunque los registros escritos sobre la historia del Kirguiz y sus vecinos sean escasos, la epopeya de Manas se llena de informaciones sobre estos asuntos. La epopeya también proporciona mucha información sobre la aduana del Kirguiz en la antigüedad.

Transmitido oralmente de generación en generación a lo largo de más de mil años, este monumental canto épico se ha mezclado inextricablemente con la vida del pueblo kirguizo.

La gente que aprendió y cantó la epopeya se llama “Manaschi”. Allí donde haya un kirguizo, se oye recitar el Manas. Pero el único que ha enriquecido esta epopeya es Yusuf Mamay.

Yusuf Mamay enriquece el contenido de la epopeya incorporándole su experiencia y sus reflexiones sobre la vida. Dotado de un talento lingüístico y literario excepcional, versifica los fragmentos en prosa y añade algunos retoques a los versos originales. De este modo, realza el valor artístico de la epopeya sin apartarse de la recitación tradicional de sus antepasados. En 1961, la Oficina de Trabajo sobre el Manas reunió a más de 80 experimentados narradores con el fin de coleccionar las diferentes versiones. La de Yusuf Mama fue considerada la más valiosa, tanto por la viveza en la descripción de los personajes como por lo completo de su estructura. Lamentablemente, durante la “revolución cultural” esa versión fue devorada por las llamas. En 1978, la Comisión Estatal de Asuntos de las Nacionalidades invitó a Yusuf Mamay a acudir a Beijing para interpretar su versión. En el recitado de sus más de 230 000 líneas empleó 1320 días, es decir, 14 veces y 10 días más de lo que se tarda en narrar el poema épico de Homero. En 1995 finalizó la ordenación y anotación de la versión del Manas de Yusuf Mamy, compuesta de 8 partes y dividida en 18 volúmenes. A partir de ese momento, la epopeya nacional del pueblo kirguizo, hasta entonces transmitida oralmente, empezó a difundirse por escrito.

Se le dio un empuje fantástico cuando el gobierno kirguiz y la UNESCO declararon, en 1995, “el año internacional de Manas”. Se organizó un gran festival para el milésimo aniversario del héroe. Incluso le asignó la leyenda una tumba situada cerca de Talas y supuestamente construida por Kanykey, su esposa. Hoy día, Manas aún aparece en los libros, las óperas, las películas y series televisadas.