La danza del pavo real de la etnia dai
Al pueblo dai le encanta el pavo real y lo adora. Muchos los crían en casa y los consideran símbolos de la bondad, la sabiduría, la belleza, la armonía y la felicidad. Entre sus numerosas danzas, la del pavo real es la más conocida, la más desarrollada y que gusta más a la gente. Esta danza tradicional, de larga data, forma parte del rito religioso. Debido a ello, se la presenta siempre cuando es una fiesta budista o Año Nuevo.
2012-10-11 09:16:34 CRI

Los dais tienen una larga historia. Guardan lazos económicos y culturales estrechos con el interior de China desde el siglo II antes de nuestra era cuando el Emperador Wudi de la dinastía Han ordenó explotar el sudoeste del país. En los siglos I-III, sus jefes dirigieron delegaciones a Luoyang, capital de Han del Este en la China central, para entretener al monarca con espectáculos de música, danza y acrobacia. De ahí se desprende que la música y la danza de los dais tenían ya alto nivel hace dos mil años.

Al pueblo dai le encanta el pavo real y lo adora. Muchos los crían en casa y los consideran símbolos de la bondad, la sabiduría, la belleza, la armonía y la felicidad. Entre sus numerosas danzas, la del pavo real es la más conocida, la más desarrollada y que gusta más a la gente. Esta danza tradicional, de larga data, forma parte del rito religioso. Debido a ello, se la presenta siempre cuando es una fiesta budista o Año Nuevo. Pero de su motivación hay una leyenda amena.

Dicen que en tiempos remotos el pavo real no tenía plumas de tantos colores ni provistas de "ojos" tan hermosos como ahora, pero que caía bien a la gente porque era manso y dócil. Luego, en cierta ceremonia Baipala del budismo del vehículo menor los asistentes se enteraron de que Sakiamuni había bajado del cielo aquí una vez. Para ser amparados por la luz de Buda, acudieron a un monasterio en homenaje a su imagen.

Al oír hablar del descenso del cielo de Buda, un pavo real macho, que se encontraba en la lejana montaña Tianzhu, se apresuró en venir, mas ya demasiado tarde para acercarse a la imagen porque el salón estaba atestado de gente. Al darse cuenta de su devoción, Sakiamuni le arrojó un haz de luz divina, pero el cual sólo alcanzó a caer en el rabo del ave que trotaba aquí y allá. De inmediato, las plumas de su rabo fueron teñidas con anillos dorados ("ojos"), tal como las vemos hoy. Antes de irse, Buda le dijo al pavo real que acudiera al Baipala del año próximo. Desde entonces, toda vez que es la fiesta Baipala, Buda se sentaba en el trono de flores de loto para recibir las reverencias de los fieles, y luego disfrutaba la danza del pavo real, que había llegado volando de la montaña Tianzhu. En la ceremonia esta ave ostentaba el brillo que Buda había regalado a sus plumas ante los admiradores. De ahí la conversión de la danza del pavo real en parte imprescindible de las fiestas y el Año Nuevo para venerar a Buda y pedirle favor.

1 2 3
Artículos relacionados
Comentarios