Un mural que represanta la guerra entre el imperio Han y los hunos
A lo largo de esas dos décadas, a las que los historiadores denominaron «Gran Orden de los Emperadores Wendi y Jingdi», se produjo un incremento notable del poderío de la dinastía Han. Tras subir al trono en el año 141 a. de C., el emperador Wudi ordenó a los generales Wei Qing y Huo Qubing que emprendieran campañas militares contra los hunos, pueblo nómada que atacaba constantemente la frontera del noroeste. Con estas campañas, la dinastía Han fue extendiendo sus dominios. En sus últimos años de emperador, Wudi trasladó el centro de gravedad de su política de la guerra a la economía, orientación que continuaron sus sucesores Zhaodi y Jingdi.
Pero el florecimiento del imperio Han fue acompañado del fortalecimiento de los poderes locales, hasta el punto que llegaron a desafiar al gobierno central. En el año 8 d. de C., Wang Mang usurpó el trono y el imperio pasó a llamarse Xin, lo que supuso el fin de la dinastía Han del Oeste.
Territorio de Han del Oeste (verde)
Gracias a las políticas tendentes a suavizar las diferencias de clases, la dinastía Han del Oeste llegó a ser una de las más poderosas y prósperas de la historia de China, y el pueblo pudo gozar de paz, bienestar y estabilidad tanto política como social. El emperador Wudi siguió la recomendación de su consejero Dong Zhongshu: «de entre todas las filosofías, sólo hay que regirse por el confucianismo». El confucianismo se convirtió así en la filosofía acatada por los soberanos de todas las dinastías feudales que siguieron a la Han.