El viaje de hoy nos llevó al encuentro con el tesoro más preciado de Panxian, su gente. En las afueras de la ciudad, visitamos el pequeño pueblo de Yang Chang, en donde habitan 38 mil personas, en su mayoría de la etnia Buyi.
Un grupo de muchachas ataviadas con el traje tradicional, en color azul cielo y con bordados de colores, nos dieron la bienvenida con mi jiu, la bebida local. Mientras entonaban canciones en su lengua, nos mostraron la plaza principal, donde se reúnen las personas a practicar el tai chi de manera cotidiana.
En Yang Chang, no sólo habitan personas de la etnia Buyi, también hay habitantes de la etnia Han; ambos conviven en un ambiente de armonía y respeto. Luego de admirar la plaza principal, caminamos hacia una calle comercial, donde se encuentran las mujeres Buyi elaborando los tradicionales bordados. Esta es una actividad que aprenden desde que son niñas y que se transmite de generación en generación.
Las mujeres Buyi tienen que saber hacer sus propias ropas para poder casarse, y deben confeccionarse a sí mismas el traje de novia y todos los ropajes que vestirán durante la ceremonia de boda. Este año, se llevó a cabo el primer concurso de bordado de la etnia Buyi, en el que participaron todas las jovenes del Yang Chang. Las dos ganadoras, nos mostraron con orgullo su maravillosa destreza para bordar flores, aves y paisajes.
También conocimos el instrumento musical más tradicional de Buyi: la hoja de árbol. Con una simple hoja de árbol, los habitantes de la etnia Buyi pueden hacer verdaderas canciones. Es otro arte que aprenden desde niños y que se transmite de generación en generación. Además, también se enseña en las escuelas, pues se dice que si un chico no domina el arte de hacer música con una hoja de árbol, no puede aspirar a tener una novia.
¿Y cómo hacen la música? parece sencillo, simplemente colocan la hoja entre los labios, con la boca casi cerrada, luego soplan y una serie de sonidos agudos comienza a surgir. Pero lo difícil es entonar diferentes notas musicales con la hoja y adaptarse además al sonido del er hu, instrumento que acompaña las canciones.
Luego de la visita a Yang Chang, nos dirijimos al barrio de Mang Langzhi, donde habitan personas de la etnia Yi. Fuimos recibidos nuevamente con sonrisas, cantos y una bebida tradicional de gusto afrutado, deliciosa, pero peligrosa, pues es tan dulce, que sin darse uno cuenta, puede beber más de tres vasos, y de pronto estár un poco borracho.
Las mujeres de Yi portaban sus vestidos tradicionales, coloridos y con numerosos adornos que sonaban a cada paso. Durante el almuerzo, donde disfrutamos de platos de tofu, frijoles, patatas y carne, un grupo de mujeres se acercó a nuestra mesa para cantar canciones, a lo que correspondimos bebiendo más del licor local.
Tras el almuerzo, fuimos a conocer el barrio de Ma Langdie, y en la plaza principal nos esperaba una verdadera fiesta con música, baile, canciones y los juegos tradicionales de esta etnia, que consisten en columpios de madera operados por los hombres y a donde suben las mujeres con sus coloridos trajes. Por supuesto, nosotros también subimos a los columpios.
Las mujeres operaban telares de madera, con los que fabrican los hilos para bordar y las telas tradicionales. En el museo del barrio, se muestran estos instrumentos, las diversas indumentarias de la etnia Yi, así como los instrumentos musicales que utilizan durante sus fiestas: tambores, trompetas y címbalos.
Nos despedimos de la etnía Yi en medio de música y danza, con la alegría de haber conocido dos poblados maravillosos, de gente trabajadora y pacífica, que día a día hacen su mayor esfuerzo para vivir bien y con alegría.