Desde el alto del Torre se observa la Plaza San Martín.
El mecánico Javier Terenti realiza un mantenimiento del reloj en cada semana.
A través de los cuadrantes semitransparentes, se puede ver las agujas que están señalando la hora. Lo curioso consiste en que este reloj provino de la misma fábrica que Big Ben de Gran Bretaña, pero claro, con tamaño más pequeño.
Después de cien años, aparte del equipamiento de dar cuerda, todas las piezas originales siguen bien reservadas hasta hoy día, especialmente el corazón mecánico.
Según Terenti, el reloj se retrasa en promedio de un minuto por semana, por eso necesita un ajuste regular, mientras tanto, existen otros riesgos, por ejemplo, las cinco campanas están en el aire libre, las plumas caídas por las palomas estancan al equipamiento, o como la tormenta también afecta al reloj.
Gracias a Javier Terenti, quien toma tren hasta aquí realizando el trabajo de mantenimiento, la Torre Monumental sigue funcionando y ha llegado a ser un edificio representativo de Buenos Aires.
Teresa