Al contemplar diferentes cámaras antiguas entre filas de escaparates, nos interesa saber cómo logró acumular tantas piezas. Durante los primeros años, Simik visitó todos los mercados de pulgas en Buenos Aires. En el año 2001, cuando Argentina se encontró con una grave crisis económica, muchas familias se trasladaron de sus casas, para mudarse a dapartamentos. Y quienes vivían en departamento grandes se mudaron a más pequeños. Durante este proceso, muchas cámaras antiguas fueron desechadas y tiradas en las basureros.

Tras descubrir este fenómeno, Alejandro Simik comenzó su aventura de coleccionar cámaras antiguas en la calle, incluso negoció con los recolectores de basura para que se le vendieran las máquinas que encontraban.

Mientras la crisis económica afectó a las familias argentinas, Simik aumentó rápidamente su colección.

Al año siguiente, la cafetería de cámaras antiguas abrió sus puertas. De este modo, gracias a las abundantes colecciones y apoyos de amigos, la fama de esta cafetería se extendió rápidamente. Más adelante, el dueño incluso se encontró con los clientes quienes tenían cámaras antiguas en casa sin usar, e hicieron donaciones a su cafetería.

Por eso, Simik aprecia los apoyos de estos amigos hasta el día de hoy.