Simik es muy cordial, tanto, que durante la entrevista tenemos que parar en repetidas ocasiones ya que muchos de sus clientes se acercan a él para saludarlo.

La memorias de Simik le llevan a recordar que en 1995 comenzó su afición por coleccionar cámaras antiguas. Ese año le regalaron una cámara Kodak, fabricada en los 30 del siglo pasado.

Desde ese momento, quedó cautivado y comenzó a meterse en el mundo de las cámaras antiguas. Aprendió fotografía e inició su colección cámaras.

Su colección creció considerablemente por lo que Alejandro Simik decidió abrir una cafetería donde pudiera exponer sus cámaras. Esto además le permitió tener un espacio para sus amigos aficionados a la fotografía.