Un miembro extranjero en el programa de formación al aire libre.
Un viaje inolvidable
A las 19:20 del 25 de julio, cuando el tren Z51 salió de Beijing para Nantong, en el vagón resonaban las risas y los cantos. Los participantes en el campamento charlaban y jugaban a las cartas. Las chicas de Corea del Sur empezaron a hacerse selfies y luego le pidieron a un fotógrafo que viajaba con ellas que les tomase una foto.
"Pasar la noche en el tren es maravilloso. Nunca lo había hecho. Viajar en tren con tantos amigos es genial y muy interesante. A todos nos gustó mucho y estábamos muy emocionados", dijo feliz Renae Galvin, una australiana de 16 años impresionada con la Gran Muralla: "Es magnífica, un milagro. Es inimaginable cuántas personas participaron en su construcción. Me gustaría volver a visitarla algún día".
"Para la mayoría de mis alumnos fue su primera visita a China. Es una excelente experiencia que puedan hacer amigos de todo el mundo gracias al campamento. Cada día, después de regresar al hotel, debatían acerca de las actividades en las que habían participado: el espectáculo de acrobacias, el viaje a la Gran Muralla, la deliciosa comida china, la ceremonia de inauguración… Disfrutaron mucho del viaje a China", dijo Ara, directora de la delegación de EE.UU. "Este evento les dio una oportunidad de conocer a fondo a los estudiantes de otros países y sus culturas, más allá de los libros", añadió.
Una destacada actividad del programa, que añadió vitalidad y pasión al campamento, fue la gran velada en la que los estudiantes subieron al escenario para mostrar a sus compañeros los encantos de sus propios países. A pesar de la diferencia del idioma o del color de piel, todos demostraron una gran pasión juvenil en el campamento y acabaron sintiendo cómo crecía entre ellos la amistad.
(Teresa)