Como a muchos jóvenes, a la tibetana Tashi Bazon, de 32 años, le gusta publicar sus anécdotas en WeChat, la aplicación china de mensajería instantánea. Tashi ha comenzado a aficionarse a la fotografía y ha puesto su mirada en su gran familia, en la que conviven tres generaciones.
Foto de la familia.
Años de sacrificioy recompensa
La familia de Tashi se compone de 16 miembros, quienes viven en Lhasa, la capital de la región autónoma del Tíbet. Los seis hermanos de esta familia decidieron no abandonar el hogar después de casarse, pues para ellos vivir y comer juntos a diario es algo sencillamente imprescindible. Cuando caen las fiestas, todos celebran el linka (traducido como "jardín" y que es una excursión campestre), para lo cual tienen la costumbre de ir a un hermoso lugar al que llevan deliciosos platillos, todo bajo un ambiente en el que reina la armonía.
La base de esta familia son los padres de Tashi (quien nació en la pequeña aldea cercana de Qamdo). De hecho, su familia pasó por muchos apuros. "Solo cultivábamos qingke (un tipo de cereal) y patata, con los que apenas cubríamos nuestras necesidades. Por ello, mi padre decidió hacer negocios fuera del pueblo", dice A Lang, hermano mayor de Tashi.
En la década de 1970, cuando el Gobierno emprendió la política agraria de "distribución de la tierra a cada familia", los vientos de la Reforma y Apertura soplaban en esta meseta cubierta de nieve. Con el fin de mejorar la situación de la familia, el padre de Tashi comenzó en el negocio de cordyceps chinos, de granos de Dzi, de madera, entre otros productos. Sus esfuerzos no fueron en vano: la familia ya no solo consumía tsampa (harina de cebada) o mantequilla, sino también arroz refinado y harina de trigo. Durante la fiesta Losar (el Año Nuevo Tibetano), los chicos vestían zapatos de cuero. La familia de Tashi se volvió una de las más pudientes de la aldea.