La cumbre China-EE UU aporta a la paz en un mundo multipolar
La cumbre chino-norteamericana lleva a meditar sobre cómo Pekín ha ido adquiriendo un importante protagonismo en los asuntos mundiales, y cómo ante temas estratégicos bilaterales relacionados con la seguridad que no tienen solución inmediata, añade vías de aproximación macro-regionales y globales como factores de acuerdo y prosperidad (que inciden en la relación bilateral), en un mundo no dirigido ni por uno ni dos países, en un contexto multipolar en el que Pekín se siente a gusto y al que Washington tendrá que irse acostumbrando.
2015-09-28 17:49:34 CRI

Autor: Augusto Soto 苏傲古
Director, Dialogue with China Project

La cumbre chino-norteamericana ha vuelto a atraer las miradas del mundo hacia los máximos representantes del "sueño americano" y el "sueño chino", los presidentes Xi Jinping, y Barack Obama, quienes se han reunido en Washington en una cita bilateral de alto contenido estratégico en una intensa semana que concluye a estas horas.

El balance es positivo puesto que se han tratado una serie de asuntos clave propios de un reforzado diálogo estratégico, se han firmado acuerdos y se ha hablado en detalle sobre cómo reducir las posibilidades de fricción y malos entendidos.

Entre los varios asuntos tratados en el terreno de la seguridad, resaltan dos. En primer lugar, el acuerdo oficial entre Washington y Beijing para prevenir ciberataques, y por otro lado las minuciosas conversaciones para perfilar un mejor marco de seguridad en la región de Asia Pacífico.

El primer asunto se materializó en una ceremonia solemne en la que las partes, excluyendo el ámbito militar, se comprometen a no apoyar ciberataques mutuos cuyo objetivo sea captar información y secretos comerciales y afectar la propiedad intelectual. Si bien es cierto, en el acuerdo los garantes son los Estados (no individuos que por su cuenta y riesgo hipotéticamente actúen como peligrosísimos hackers), se trata de un logro relevante porque es inédito y lo firma el país con mayor cantidad de usuarios, China, con 600 millones de internautas, y el de mayor ciberpotencia, EE UU. Paralelamente, puesto que ambas partes verificarán conjunta y periódicamente, cabe el constante perfeccionamiento de este pacto, una verdadera necesidad ante software y mecanismos online actualizados constantemente.

El ciberespacio es un área clave, puesto que progresivamente gobierna la acción en el mundo físico o real donde ambos países siguen fortaleciendo una amplia cooperación comercial necesitada de confianza estratégica mutua, tanto terrestre, como aérea y marítima en la importante macro-región del Asia Pacífico. Siguen pendientes de avanzar de manera decisiva asuntos como la seguridad en el Mar del Sur de China, la desnuclearización de la península coreana, el armamentismo japonés, y la desfasada proyección internacional de las FF AA que diseña Tokio.

Durante el encuentro en Washington, la parte norteamericana recalcó que se desarrollaron conversaciones francas sobre la situación estratégica en la que se insertan ambas potencias y la necesidad de desarrollar un comercio sin obstáculos, garantizado por la libertad de navegación y sobrevuelo. En tanto, la parte china resaltó su preocupación por la desproporcionada presencia militar norteamericana en Asia, a miles de kilómetros de sus propias costas, despliegue militar que no desarrollan las FF AA chinas, circunscritas a su espacio territorial asiático, y el tipo de apoyo constante que Washington dispensa a sus aliados en Asia.

La cumbre chino-norteamericana lleva a meditar sobre cómo Pekín ha ido adquiriendo un importante protagonismo en los asuntos mundiales, y cómo ante temas estratégicos bilaterales relacionados con la seguridad que no tienen solución inmediata, añade vías de aproximación macro-regionales y globales como factores de acuerdo y prosperidad (que inciden en la relación bilateral), en un mundo no dirigido ni por uno ni dos países, en un contexto multipolar en el que Pekín se siente a gusto y al que Washington tendrá que irse acostumbrando.

En efecto, a pocas horas de concluida la cumbre chino-norteamericana, en un contexto de persistente crisis económica internacional, el presidente Xi Jinping hizo un anuncio clave en la sede de Naciones Unidas en Nueva York. Allí se comprometió a facilitar 2.000 millones de dólares como inversión inicial para los países en vías de desarrollo, en el marco de una contribución mayor de 12.000 millones de dólares que Pekín pretende ampliar durante los próximos 15 años. Esta declaración refuerza una serie de anuncios chinos realizados recientemente, como las medidas para implementar el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras, y su estrategia de la Ruta de la Seda, como partes de una agenda que subraya la prosperidad en distintos continentes, sin condicionalidades añadidas proclives al intervencionismo, como históricamente ha impulsado Washington.

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