Un total de 31 confesiones de criminales de guerra japoneses serán publicadas en la red a partir de este martes para exponer los crímenes cometidos por Japón en China durante la guerra de agresión japonesa contra China.
Las confesiones manuscritas, junto con traducciones al chino y resúmenes en chino y en inglés, han sido colgadas en la página web de la Administración Estatal de Archivos, y serán publicadas cada día desde el 11 de agosto.
Refiriéndose a esto, el investigador del instituto de Japón de la Academia de Ciencias Sociales de China, Jiang Lifeng, dijo:
"Estos archivos son prueba fehaciente de los atroces crímenes cometidos por los imperialistas japoneses contra los chinos."
Este investigador añadió que la publicación de estas confesiones cuenta con un significado histórico profundo y de largo alcance:
"Los archivos se formaron durante la invasión japonesa contra China, y las confesiones demuestran que bajo la influencia de política de nuestro país, esos criminales de guerra ya reconocen en cierto grados sus crímenes y delitos pasados."
Las confesiones, que nunca antes habían sido dadas a conocer, registran los detalles de los delitos perpetrados por los invasores japoneses, incluyendo las matanzas, la esclavitud y el envenenamiento de ciudadanos chinos, así como el uso de armas biológicas y químicas en seres humanos vivos.
La primera confesión hecha pública ha sido la de Kenzo Sugishita, nacido en 1901, que se unió en 1932 a la Guerra de Agresión Japonesa contra China.
El 3 de febrero de 1932, en una aldea ubicada a 8 kilómetros del sur del templo Tianle en Shanghai, su escuadrón dio órdenes de disparar sin previo aviso, causando la muerte de al menos 30 chinos, afirma Kenzo Sugishita en su confesión.
"El 19 de febrero de 1932, atrapé a un niño de unos seis años que escapaba del fuego en el puente Lujia, le coloqué sobre una roca frente a la puerta y le apedreé hasta matarlo, y luego arrojé su cuerpo a la casa en llamas", confiesa el ex soldado japonés.
Algunos medios de información japoneses han indicado recientemente que el primer ministro japonés, Shinzo Abe, nunca obtendrá respeto para su país si juega a distorsionar la historia en el discurso que pronunciará el viernes para conmemorar el 70º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial.
El borrador de su, en gran medida anticipada declaración contiene palabras clave como "perdón", "agresión", "profundo arrepentimiento" y "régimen colonial", informó el lunes la emisora local NHK.
Sin embargo, fuentes anónimas cercanas al Gobierno de Abe citadas anteriormente por el mismo medio aseguraron que el borrador no incluye la palabra "perdón", que sí apareció en el histórico discurso de 1995 del entonces primer ministro Tomiichi Murayama.
Según la agencia de noticias Kyodo, Abe "está haciendo los últimos arreglos sobre si expresar o no una nueva disculpa". También el secretario jefe del Gabinete, Yoshihide Suga, ha dicho que la redacción del discurso del 14 de agosto depende del primer ministro.
Estas señales erráticas suenan a un plan del Gobierno nipón para probar las reacciones tanto dentro como fuera del país, lo que sugiere que es reacio a enfrentrarse al pasado bélico nipón e intenta escabullirse el mismo año que marca el septuagésimo aniversario del fin de la contienda.
Japón, gran agresor durante la Segunda Guerra Mundial, provocó terribles pérdidas de vidas humanas y una destrucción generalizada a sus vecinos asiáticos. Siete décadas después, todavía debe a las naciones que sufrieron su atroz agresión una disculpa sincera.
La presidenta surcoreana, Park Geun-hye, reiteró el lunes su llamado al primer ministro japonés para que adopte en su próxima declaración la perspectiva histórica basada en los hechos de gobiernos anteriores.
China siempre ha instado a Japón a tener una visión honesta sobre su pasado durante la guerra, de manera que Tokio pueda comenzar a mejorar las relaciones con sus vecinos al disipar sus preocupaciones y sospechas respecto al alarmante revisionismo histórico entre los políticos japoneses.
Si desea realmente relaciones más estrechas con China y la República de Corea, y lograr un mayor respeto para su país entre la comunidad internacional, Abe necesita primero demostrar la credibilidad de Tokio.