Lucha y boxeo en los juegos antiguos

2008-10-16 15:03:58  spanish
Retomamos hoy nuestro periplo por la antigüedad griega en busca de nuevas anécdotas sobre los Juegos Olímpicos. Entre los antiguos griegos, la lucha era uno de los deportes más populares, tanto es así que en las escuelas solía formar parte de las disciplinas obligatorias. En los XVIII Juegos Olímpicos, celebrados en el 708 a. de C., la lucha fue incluida como una de las cinco pruebas del pentatlón.

En aquel entonces, no había categorías determinadas por el peso, así que las parejas de contrincantes se formaban por sorteo. Cada vez que el hombro, la rodilla o el pecho de uno de ellos tocaba el suelo, se le penalizaba con un punto. El primer luchador en acumular tres perdía el combate. Siguiendo un proceso de eliminación, al final solo quedaban dos contendientes que se disputaban la victoria final.

Los luchadores peleaban desnudos y untados con aceite de oliva. Como no había diferencia de categorías, los de mayor peso tenían una ventaja natural sobre sus rivales más ligeros. Para hacerles ganar peso, los dietistas les elaboraban regímenes especiales y les obligaban a comer mucho.

La lucha olímpica tiene en Mirón a su figura más legendaria. Junto a sus hazañas, empalidecen hasta las de los campeones más admirables. Invicto durante siete Olimpiadas, este verdadero hércules conservó sus honores olímpicos a lo largo de treinta años.

Sobre este singular personaje se cuentan infinidad de anécdotas. De él se dice, por ejemplo, que para aumentar su fuerza, todos los días levantaba un novillo con sus brazos. A medida que el animal crecía, la fuerza del hombre se incrementaba. En una ceremonia de apertura de las Olimpiadas, Mirón hizo una carrera con un buey. Y no solo le dio alcance, sino que, tras haberlo derribado, se lo echó a cuestas y dio una vuelta al estadio. En otra ocasión, se puso sobre una plataforma de hierro cubierta de aceite y retó a varios hombres fuertes que estaban de pie sobre suelo seco a que lo sacaran de donde estaba. Pero por mucho que se esforzaron, no pudieron sacarlo de la resbaladiza plataforma. Sin embargo, Mirón no fue sólo un hombre fuerte, sino también una persona inteligente y educada. Héroes como él sirvieron de modelo y fuente de inspiración a los escultores griegos en la creación de sus inmortales obras.

Entre las leyendas acerca de este hombre excepcional, la más llamativa es la de su dramática muerte. Un buen día, empujado por su asombrosa velocidad, Mirón se quedó atascado entre dos árboles mientras perseguía a un animal. Pero esta vez, su fuerza extraordinaria no logró librarlo de aquella trampa natural. En una cruel ironía del destino, el hombre a cuyas manos habían perecido centenares de bestias feroces moría devorado por las alimañas.

Al igual que la lucha, el boxeo era una de las principales competiciones de los Juegos Olímpicos. Hoy que el deporte se ha convertido en una actividad humana que refleja su grado de civilización, el boxeo, sobre todo el profesional, es criticado por su violencia y brutalidad. En la antigua Grecia, este deporte resultaba mucho más sangriento, puesto que muchos de los púgiles salían a la palestra dispuestos a dar su vida a cambio de la gloria del triunfo.

El pugilismo aparece como deporte en numerosos relatos de la mitología griega. También sabemos que los púgiles más destacados contaban con la admiración del público. El boxeo entró a formar parte de los Juegos Olímpicos en los celebrados el año 688 a. de C.

Como los boxeadores actuales, los de la antigüedad también utilizaban guantes, cuya evolución histórica refleja un grado de violencia creciente. A principios, las manos se protegían enrollando en los dedos y el antebrazo unos dos metros de correa de cuero macerado en aceite. Hacia el siglo V a. de C., el vendaje de cuero ablandado fue sustituido por otro de cuero crudo que envolvía hasta el codo, con lo que se reforzaba la contundencia de los golpes. Trescientos años más tarde, en la época de la República Romana, en los guantes se incrustaban bolitas de plomo e incluso clavos de hierro. Con este equipo, bastaba un golpe para ensangrentar al rival y arrancarle gritos de dolor. Parece que los romanos sentían predilección por este tipo de "pasatiempos".

Además, en la antigüedad, los combates de boxeo no se disputaban en un lugar específico y no había categorías ni límite de tiempo. Un combate podía prolongarse indefinidamente, ya que no terminaba hasta que uno de los contendientes caía sin sentido o levantaba la mano derecha en señal de aceptar la derrota. Los vencidos eran trasladados fuera del campo, casi siempre medio muertos, y los ganadores seguían luchando emparejados por sorteo, hasta que de entre los luchadores más fuertes y feroces surgía el campeón.

En los juegos griegos, el boxeo era considerado una prueba brutal y muy peligrosa. Aunque los púgiles no corrían una suerte tan triste como la de los gladiadores, no era infrecuente que quedaran ciegos o sordos, sufrieran fracturas, cayeran en coma e incluso murieran.

Los hallazgos arqueológicos demuestran que los medios utilizados por aquellos boxeadores para entrenarse eran muy semejantes a los actuales. Por ejemplo, utilizaban un tipo de saco de arena que podía recuperar su posición tras recibir un puñetazo o una patada. Se cree que este era una forma de entrenamiento muy común en aquella época.

Por otra parte, existen notables diferencias entre el boxeo de los Juegos Olímpicos y el practicado en Roma. En sus orígenes griegos, el boxeo era un deporte cuya práctica servía para inculcar en los soldados virtudes como la valentía, la indomabilidad, la inteligencia y la clemencia. Pero en Roma, este deporte degeneró en un simple medio para satisfacer las sanguinarias inclinaciones de la nobleza.