1932: Los Ángeles

2008-05-29 11:07:05  spanish

En los X Juegos Olímpicos, celebrados del 30 de julio al 14 de agosto de 1932 en la ciudad estadounidense de Los Ángeles, participó por primera vez un deportista chino, lo que convirtió estas Olimpiadas en un acontecimiento inolvidable para nuestro país.

La delegación china estaba integrada únicamente por su jefe y el atleta Liu Changchun, de la Universidad del Noreste. En la ceremonia inaugural, Liu Changchun entró en el estadio portando la bandera nacional. En el documental filmado por el COI (Comité Olímpico Internacional), una voz en off decía: "450 millones envían a un representante".

Liu Changchun participó en las pruebas de 100 y 200 metros lisos, obteniendo respectivamente los puestos cuarto y sexto en las eliminatorias, lo que le impidió pasar a las finales. El atleta chino, uno de los mejor clasificados en los Juegos del Lejano Oriente, se mantuvo en los primeros lugares durante la primera mitad de las carreras, pero debido al cansancio del viaje, en la segunda se vio superado por varios de su contrincantes.

No obstante, su indomable espíritu competitivo causó una profunda impresión en el público estadounidense. Los chinos expatriados que presenciaron las carreras se conmovieron hasta acabar con los ojos llenos de lágrimas. Sea como fuere, el debut de Liu Changchun en los JJ.OO. ejerció una honda influencia en el deporte chino y en el asiático.

Como Liu Changchun era natural de Dalian, ciudad de la provincia nororiental de Liaoning, los invasores japoneses le invitaron a participar en las Olimpiadas en representación de Manchukuo, el Estado títere creado por Tokio y al frente del cual se había colocado a Pu Yi, el último emperador.

Sin embargo, Liu Changchun, lejos de aceptar la propuesta, publicó una declaración patriótica en el periódico Ta Kung Pao, gesto con el que se ganó la admiración de muchos chinos. Entre ellos figuraba el general Zhang Xueliang, héroe de la resistencia antijaponesa, quien decidió financiar el viaje del valiente deportista a Los Ángeles.

"Mi padre recibió mil dólares y partió en barco desde Shangai", recordó a los medios de comunicación Liu Hongling, hijo del atleta, durante la presentación de una película que cuenta la historia de Liu Changchun.

Tras un mes de travesía, Liu Changchun arribó por fin a Los Ángeles, donde compitió al cabo de tres días, obteniendo unos resultados tan mediocres que no superó las eliminatorias de las pruebas de 100 y 200 metros. «Durante el largo viaje en barco no había podido entrenarse. Ganó peso y no se encontraba en su mejor momento de forma», se lamentó su hijo, quien desgranó las dificultades que tuvo que superar Liu Changchun para poder regresar a China.

«Se le acabó el dinero que le había dado el general Zhang y no tuvo más remedio que pedir ayuda a la colonia china de Los Ángeles para poder comprar el billete de vuelta», relató Liu Hongling, quien tampoco olvidó las penurias que aguardaban a su padre en casa.

«Como se había negado a representar a Manchukuo, los japoneses querían arrestarlo. Aunque no vivíamos en el noreste de China, nos tuvieron vigilados durante mucho tiempo», aseguró el hijo del primer atleta olímpico chino.

Liu Changchun siempre amó la competición y deseaba intensamente que algún día China organizara unos Juegos Olímpicos. Sin embargo, no pudo ver su sueño cumplido, ya que murió en 1983, un año antes de que China empezara a despuntar entre la élite del deporte mundial precisamente en Los Ángeles.

Los Juegos Olímpicos del 1932 se disputaron en dieciséis días y fueron todo un éxito. En vista de ello, el COI decidió que a partir de entonces las Olimpiadas no se prolongaran más de dieciséis días, poniendo así fin a su duración maratoniana.

En estas Olimpiadas también se instauró la costumbre de entregar las medallas después de cada prueba en lugar de entregarlas todas a la vez después de concluidas todas las pruebas. De este modo, los espectadores podían ser testigos del entusiasmo de los ganadores. Fue también en estos Juegos cuando los vencedores subieron por primera vez al podio. Hasta entonces, eran los funcionarios quienes se situaban en una plataforma elevada. Este cambio en el puesto ocupado por los atletas ganadores, que simboliza su superioridad deportiva, se ha mantenido hasta nuestros días.