En 1924, el Comité Olímpico Internacional (COI) cambió finalmente su actitud sobre la participación de las mujeres en las olimpiadas, aprobando una resolución al respecto que representó un gran paso histórico. En los JJ.OO. de Ámsterdam en 1928, el COI incluyó el atletismo femenino en los deportes olímpicos. Desde entonces, atletas femeninas han comparecido a los Juegos. Sin embargo, el proceso había experimentado muchas dificultades.
En aquel entonces, muchos hombres consideraban que con el entrenamiento del atletismo, las mujeres perderían su vistosa curvatura corporal, por eso se oponían firmemente a su participación en el deporte. Por lo tanto, al principio, el COI sólo permitió incluir la natación, el tenis y otro reducido número de deportes para las mujeres, los cuales permitían destacar su belleza y ternura.
Todo ello causó insatisfacción entre las mujeres, que querían un tratamiento igualitario en los deportes. Las mujeres de Francia, Gran Bretaña, Italia, Checoslovaquia y los EE.UU. incluso llegaron a organizar dos olimpiadas de mujeres, con miras a posicionarse de igual a igual ante los JJ.OO. del COI.
Esto llevó al COI a sentirse amenazado. En 1926, en los II Juegos Olímpicos de Mujeres, celebrados en Estocolmo, Suecia, una atleta japonesa de salto de longitud logró un resultado mejor que muchos deportistas masculinos de la misma época, lo que estremeció mucho al COI.
Con la preocupación de perder el control de los deportes femeninos, el COI decidió en 1928 incluir el atletismo femenino en las olimpiadas, estableciendo sólo cinco disciplinas, 100 metros, 800 metros, 4 por 100 metros relevo, salto de altura y lanzamiento de discos.
En los 100 metros, primera disciplina femenina de atletismo en las olimpiadas de Ámsterdam, la campeona obtuvo un resultado de 12 segundos y 2 centésimas, superando el de muchos atletas. Se esperaba que el COI elogiara mucho el resultado de las atletas, pero algunos de sus miembros, quienes mantenían su oposición a la participación de las mujeres en los juegos, prefirieron hacerse la vista gorda, levantando versiones negativas acerca de las atletas que participaron en los 800 metros.
Después de asistir a las preliminares y a la final de 800 metros sucesivamente, unas atletas que no habían recibido entrenamiento especial agotaron su fuerza física, y se sentaban o se acostaban en las pistas inmediatamente después de la competición para descansar. Esta actitud, que debería considerarse algo normal, mereció al día siguiente artículos periódisticos sensacionalistas e incluso falsos, que indicaban que"entre las 11 atletas que tomaron parte en los 800 metros, 5 se retiraron de los juegos, 5 se desmayaron tras llegar a la meta y la única que no se desmayó en la pista, lo hizo al volver al vestuario."
A pesar de que muchos funcionarios y espectadores que presenciaron la competición lo pusieron en duda, algunos miembros del COI en contra de la participación de las mujeres en las olimpiadas, se aprovecharon de este incidente y pidieron convocar una reunión para discutir el futuro del atletismo femenino. En la conferencia, el "sí" superó al "no", y el atletismo femenino se quedó en las olimpiadas. A pesar de este resultado, los miembros discutieron fuertemente sobre la conveniencia de mantener los 800 metros femeninos. Por fin, la mayoría abogó por el "no", y la Asociación Internacional de Atletismo y el COI decidieron cancelar los 800 metros femenino desde los X Juegos Olímpicos, y limitar la longitud de las disciplinas olímpicas de atletismo femenino a los 200 metros. Entonces, durante los 28 años transcurridos entre 1932 y 1960, la carrera más larga de atletismo femenino en las olimpiadas fue 200 metros.
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