Tras la quinta edición de las Olimpiadas de 1912 en Estocolmo, a pesar de que las olimpiadas modernas todavía estaban en su etapa inicial y presentaban algunos problemas, su influencia se hacía cada vez mayor. Es por ello que seis ciudades postularon sus candidaturas para hospedar la sexta edición de los Juegos Olímpicos, a celebrarse en 1916. Todo parecía estarse enrumbando en la dirección deseada y Coubertin y sus compañeros sentían optimismo y esperanza sobre las perspectivas de las olimpiadas. Sin embargo, una guerra sin precedentes en la historia casi echó por tierra los sueños de todos.
Los sextos Juegos Olímpicos de 1916 tuvieron seis ciudades candidatas: Berlín, Alemania; Amsterdam, Holanda; Budapest, Hungría; Lyon, Francia; La Habana, Cuba y Cleveland, Estados Unidos, las cuales mostraron profundo interés en la organización del evento. El Comité Olímpico Internacional (COI) seleccionó en su décimo quinto plenario a Berlín como la ciudad organizadora. Cuando la noticia llegó a la capital alemana, esto provocó una profunda repercusión en diversos sectores.
Berlín empezó a prepararse activamente para el evento, construyendo campos deportivos, elaborando planes de competición, seleccionando atletas y fortaleciendo sus entrenamientos. Todo ello correspondía perfectamente a los ideales de Coubertin, quien llegó a pensar que los alemanes abandonarían sus planes militaristas y bélicos, gracias a la celebración de las olimpiadas y a su carácter pacífico.
Sin embargo, las expectativas de Coubertin fueron excesivamente altas en lo que se refiere a la función de las olimpiadas modernas en la promoción de la paz. En junio de 1914, se produjo el incidente de Sarajevo, y Alemania y el Imperio Austro-Húngaro aprovecharon esta ocasión para iniciar la I Guerra Mundial. La extensión del conflicto y su rápida escalada acabaron con los buenos deseos de Coubertin. Luego, junto con sus compañeros del COI, no tuvo otro remedio que tomar la decisión de suspender la sexta edición de las Olimpiadas en Berlín. Sin embargo, de acuerdo con las tradiciones culturales de la antigua Grecia, esta edición se cuenta entre las Olimpiadas modernas, a pesar de que no se celebraron los juegos. Por lo tanto, en la historia del movimiento olímpico moderno, se considera a las olimpiadas de Berlín en 1916 como la sexta edición del evento.
Algo que cabe mencionar es que en la antigua Grecia, las guerras entre las ciudades se podían suspender debido a la celebración de los Juegos Olímpicos, pero esta vez fue al contrario: las Olimpiadas se cancelaron debido a la guerra. Esto, sin duda, representó un duro golpe a las olimpiadas modernas, que estaban en sus albores. La I Guerra Mundial, que duró cuatro años, trajo consigo heridas, sangre y lágrimas, lo que avivó entre la gente el deseo de alcanzar la paz. Entonces, tras la I Guerra Mundial, los Juegos Olímpicos no perdieron su vitalidad a pesar de su suspensión, y, por el contrario, cobraron nuevo impulso. Con los esfuerzos de Coubertin y otros, las olimpiadas entraron rápidamente en un nuevo período de desarrollo.
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