A principios del siglo XX, Gran Bretaña, Alemania y Suecia eran considerados los tres pilares del deporte moderno. Cuando se fundó el Comité Olímpico Internacional, el país escandinavo ya manifestó su deseo de albergar unos Juegos, deseo que no vio cumplido hasta 1912.
Los suecos, famosos por su prudencia y severidad, construyeron un estadio olímpico en forma de castillo medieval con una gradería de granito. Fue aquí donde por primera vez en la historia del olimpismo compitieron atletas de los cinco continentes, siendo los japoneses quienes representaron a Asia.
En los Juegos de Estocolmo se eliminaron algunos deportes considerados peligrosos y de menor popularidad. En contrapartida, se incluyeron otros, como la natación femenina, lo que marcó el inicio de la participación oficial de las mujeres en las Olimpiadas. En las anteriores versiones, las mujeres se había visto obligadas a competir junto con los hombres.
En las pruebas de atletismo se usó por primera vez el cronómetro electrónico, instrumento cuya precisión, de hasta una décima de segundo, fue de gran ayuda para los jueces. Gracias a este reloj especial, la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo pudo fijar los primeros récords mundiales, que fueron precisamente los establecidos en estos Juegos.
En aquel entonces, ya se habían adquirido bastantes conocimientos sobre la ciencia deportiva y se reconocía la importancia del entrenamiento sistemático. En Estocolmo se construyó un centro de preentrenamiento y la delegación de Estados Unidos incluso instaló una pista de atletismo en el trasatlántico que la llevó a Suecia.
Muchos de los deportistas participantes en los Juegos de 1912 se convirtieron posteriormente en destacadas personalidades del deporte y de otros ámbitos. Cuarenta años después, el estadounidense Avery Grundage, participante en el decatlón y quinto clasificado en el pentatlón, fue nombrado presidente del Comité Olímpico Internacional, cargo que desempeñó durante dos décadas. Y el ganador del Premio Nobel de la Paz de 1959, el británico Philip Noel-Baker, había participado en la prueba de 1500 metros lisos.
Pero sin lugar a dudas, el atleta que más sobresalió en las Olimpiadas celebradas en Estocolmo en 1912 fue el estadounidense Jim Thorpe, cuya vida de alegrías, decepciones, tristezas y recompensas lo convirtieron en una leyenda del deporte. Pero lo dejemos para la próxima parte de esta serie de la Historia Olímpica, porque habrá mucho que contar... |