Memorias de África: una 'Perla negra' marcó los destinos de Portugal
Eusébio, apodado la 'Pantera negra' o la 'Perla negra', es la figura más famosa del fútbol lusitano y uno de los 'embajadores del fútbol' de Portugal en la Eurocopa 2004. Natural de Mozambique, marcó nueve goles en la Copa Mundial de la FIFA Inglaterra 1966, que le reportaron la Bota de Oro. Este gran hombre fue, además, el primer gran delantero que dio al mundo el continente africano.
Junto con Mário Coluna, nacido también en Mozambique, anduvo por vez primera el camino que seguirían después tantos otros compatriotas, como Dinis, Mesias, Hilário y recientemente Jordão, todos ellos procedentes de las últimas colonias portuguesas. Este primer éxodo africano terminaría por asentarse por todo el continente europeo. Futbolistas como Eto'o, Drogba y Okocha, que actualmente hipnotizan a los aficionados de los principales clubes de Europa, han contraído una inmensa deuda de gratitud con esta estrella pionera.
Con el Benfica derrotó a Di Stefano
Eusébio da Silva empezó a jugar a muy temprana edad con el club de su ciudad natal, el Sporting Club Lourenço Marques, y sobresalió desde el principio por su potencia física (1m75, 73kg). Cuando el jugador empezó a despuntar en las demarcaciones de ataque se convirtió en el objetivo de una feroz batalla entre los dos grandes clubes lisboetas, el Sporting de Lisboa y el Benfica, que pujaban por su fichaje.
Fue tal la acritud de aquella puja que Eusébio se vio obligado a abandonar Lisboa durante las negociaciones y refugiarse en una pequeña aldea del Algarve, mientras los entrenadores de ambos clubes se peleaban con uñas y dientes para dirigir su futuro. Cuando se disipó el polvo de la refriega y las espadas volvieron a sus vainas, Eusébio fichaba con el Benfica a la tierna edad de 18 años.
Un año después, en el partido de su debut con el Benfica, marcó el primero de una larga lista de goles para el club de la capital lusitana. En total, con su inmenso talento consiguió la mareante cifra de 317 dianas en los 301 partidos de la liga portuguesa en que participó. Sirva como anécdota que aquel primer gol (uno de los tres que anotó en tan sólo cuestión de minutos) se produjo en un encuentro amistoso celebrado en París contra el Santos brasileño, en cuya alineación se encontraba un joven futbolista que respondía al nombre de Pelé.
Eusébio, un potente ariete dotado de una velocidad, aceleración y un toque excepcionales, se hizo famoso por ser escurridizo como un gato en los regates, una habilidad que había desarrollado en los juegos callejeros de su infancia. La influencia de Eusébio fue tan fulminante que, a los dos años, el jugador se convirtió en el principal artífice del triunfo del Benfica en la Copa de Europa frente al imperioso Real Madrid de Alfredo Di Stefano (1962).
Los mejores momentos de Portugal
En su primera participación con la selección nacional de su país adoptivo, en octubre de 1962 contra Luxemburgo, Eusébio realizó una importante labor en la primera clasificación de Portugal para una Copa Mundial de la FIFA, en concreto para la edición de Inglaterra 1966. Y en esta competición, en la cuna del fútbol moderno, Eusébio se convirtió en un fenómeno global de tal calibre que el mundo del deporte había visto antes muy pocos casos similares.
En la primera ronda, Portugal se impuso a Hungría (3-1), a Bulgaria (3-0) y, lo que es más impresionante, a la defensora del título mundial, Brasil, a quien dos goles de Eusébio consiguieron bajar los humos (3-1). En cuartos de final, la selección ibérica y su estrella goleadora importada de África dejaron una impronta indeleble en los anales de la Copa Mundial de la FIFA. Contra Corea del Norte, cuando Portugal iba perdiendo increíblemente por 0-3, la selección lusa protagonizó una remontada excepcional, gracias a los cuatro goles que anotó la relumbrante 'Perla negra', y se impuso al final por 5-3. Aquel partido, que les valió a Eusébio y a Portugal un lugar entre las leyendas del fútbol internacional, sigue considerado hoy en día uno de los encuentros más espectaculares y entretenidos de la historia de la competición.
Al final, la escuadra portuguesa quedó eliminada en las semifinales del campeonato a manos de Inglaterra (1-2), la selección anfitriona y la que habría de proclamarse campeona del mundo. Para entonces, Eusébio, con sus nueve goles en seis partidos, había aupado prácticamente él solo a Portugal al más que respetable tercer puesto del podio. "El Mundial de 1966 supuso la cumbre de mi carrera", recuerda la leyenda africana. "Aunque perdimos la semifinal, el fútbol portugués fue el auténtico ganador".
La sonrisa de un mito viviente
Cuando se analizan aquellos años, lo único que se puede reprochar es el hecho de que este jugador excepcional se encontrara aislado durante su etapa portuguesa y que no se viera apoyado por el surgimiento de una generación de jugadores portugueses de primera calidad. Precisamente por eso, la Copa Mundial de la FIFA Inglaterra 1966 fue la única ocasión en que este gran maestro honró con su presencia la competición mundial.
Eusébio, mito eterno y todo un símbolo de lealtad y orgullo en su país adoptivo, sirvió al Benfica durante casi catorce años de éxitos y, posteriormente, aceptó la oferta de poner el broche de oro a su carrera deportiva en el continente americano. Regresó a Portugal, con el Beira Mar, donde sufrió una gravísima lesión de rodilla. Eusébio está considerado el mejor futbolista portugués de todas las épocas y su estatua de bronce ocupa un lugar de honor a las puertas del Estadio de la Luz, el legendario campo del Benfica.
Cuarenta años después, las gestas de Eusébio no han perdido ni un ápice de su fulgor y prácticamente nadie ha logrado hacerle sombra como más grande deportista portugués de todos los tiempos.
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