El Templo del Cielo como popularmente se le conoce, una vez más me impactó, bajo mi punyo de vista es el lugar que más simboliza al pañis, quizá porque desde el gran viajero Marco Polo hasta la Película El Último Emperador, es el icono por excelencia para una ciudad en constante mutación. En esta ocasión la visita fue realizada en sentido contrario a la última vez que estuve en Beijing y, de nuevo, cosas, perspectivas y detalles que no dejan de sorprenderte, aunque el Templo en sí mismo sigue siendo el que más me impresiona y, posiblemente, el que más fotografié. Finalizamos la jornada en el abigarrado mercado de Hongqiao que no defrauda al visitante y en donde las damas, seguramente, encuentran el lugar ideal para gastarse en caprichos preciosos de diferentes tipos y calidades. Incluso, casi puede encargar su deseo y tenerlo hecho en poco tiempo para solaz y disfrute del viajero falto de tiempo.